viernes, 30 de mayo de 2008

Fortalecimiento de la autocinciencia infantil para una educación cristiana

Necesitamos hacer de nuestros niños unos "odres nuevos" que sepan recibir sabiamente el vino del cristianismo en su estado màs pristino. Es imposible hacer de nuestros hijos verdaderos cristianos con los lastres intelectuales, culturales o "de moda" que tenemos.
Se nos ha dicho muy sabiamente que tenemos noventa y siete por ciento de Subconsciencia y tres por ciento de Conciencia.
Hablando francamente y sin ambages, diremos que el 97% de la Esencia que en nuestro interior llevamos se encuentra embotellada, embutida, metida, dentro de cada uno de los Yoes que en su conjunto constituyen el "Mi Mismo".

Obviamente la Esencia o Conciencia enfrascada entre cada Yo, se procesa en virtud de su propio condicionamiento.

Cualquier Yo desintegrado libera determinado porcentaje de Conciencia, la emancipación o liberación de la Esencia o Conciencia sería imposible sin la desintegración de cada Yo.

A mayor cantidad de Yoes desintegrados, mayor AutoConciencia. A menos cantidad de Yoes desintegrados, menor porcentaje de Conciencia despierta.

El despertar de la Conciencia sólo es posible disolviendo el YO, muriendo en sí mismo, aquí y ahora.

Incuestionablemente mientras la Esencia o Conciencia esté embutida entre cada uno de los Yoes que cargamos en nuestro interior, se encuentra dormida, en estado subconsciente.

Es urgente transformar el subconsciente en consciente y esto sólo es posible aniquilando los Yoes; muriendo en sí mismos...

No es posible despertar sin haber muerto previamente en sí mismos. Quienes intentan despertar primero para luego morir, no poseen experiencia real de lo que afirman, marchan resueltamente por el camino del error.

Los niños recién nacidos son maravillosos, gozan de plena auto-conciencia; se encuentran totalmente despiertos.

Dentro del cuerpo del niño recién nacido se encuentra reincorporada la Esencia y eso da a la criatura su belleza.

No queremos decir que el ciento por ciento de la Esencia o Conciencia esté reincorporada en el recién nacido, pero sí

Sin embargo, ese porcentaje de Esencia libre reincorporado entre el organismo de los niños recién nacidos, les da plena autoconciencia, lucidez, etc.

Los adultos ven al recién nacido con piedad, piensan que la criatura se encuentra inconsciente pero se equivocan lamentablemente.

El recién nacido ve al adulto tal como en realidad es, inconsciente, cruel, perverso, etc.

Los Yoes del recién nacido van y vienen, dan vueltas alrededor de la cuna, quisieran meterse entre el nuevo cuerpo, pero debido a que el recién nacido aún no ha fabricado la personalidad, todo intento de los Yoes para entrar en el nuevo cuerpo, resulta algo más que imposible.

A veces las criaturas se espantan al ver esos fantasmas o Yoes que se acercan a su cuna y entonces gritan, lloran, pero los adultos no entienden esto y suponen que el niño está enfermo o que tiene hambre o sed; tal es la inconsciencia de los adultos.

A medida que la nueva personalidad se va formando, los Yoes que vienen de existencias anteriores, van penetrando poco a poco en el nuevo cuerpo.

Cuando ya la totalidad de los Yoes se ha reincorporado, aparecemos en el mundo con esa horrible fealdad interior que nos caracteriza; entonces andamos como sonámbulos por todas partes; siempre inconscientes, siempre perversos.

Los Medios de Comunicación y el Ejemplo de la TV. El ejemplo de los mayores, la escuela, etc., en la formación de la personalidad del niño.

Conforme el niño va creciendo la mente sensual se va abriendo poco a poco. Esta última en sí misma, y por sí misma, informa mediante las percepciones sensoriales externas y es precisamente con los datos aportados por tales percepciones, como la mente sensual elabora siempre sus conceptos de contenido, motivo por el cual ella jamás puede saber algo sobre lo real. Sus procesos de razonamiento, subjetivos, se mueven dentro del círculo vicioso de las percepciones sensoriales externas.

La calidad de nuestra personalidad depende del tipo de material psicológico con el cual fue creada y alimentada.

La personalidad va a ser creada y depende del hogar, de la escuela y de donde se haya desenvuelto el niño.

El ejemplo de los mayores es definitivo para la personalidad infantil.

Es absurdo a todas luces nutrir la personalidad infantil con música arrítmica, inarmónica, vulgar. Es estúpido nutrir la personalidad de los niños con cuentos de ladrones, policías, escenas de delito y prostitución, dramas de adulterio, pornografía, etc..

El resultado de semejantes procederes, lo podemos ver en los rebeldes sin causa, los asesinos prematuros.

En la práctica, hemos podido ver que los niños levantados entre látigos y gritos, se convierten en personas vulgares llenas de patanerías y faltas de todo sentido, de respeto y veneración.

La personalidad humana debe alimentarse con el buen ejemplo de nuestros padres, con la seria enseñanza de la escuela, etc.

La personalidad debe alimentarse con el equilibrio, con los tres aspectos del mismo pensamiento, movimiento y acción, así ésta se desarrollará en forma armónica.

Debemos tener en cuenta la formación del individuo, conversión en estereotipo, esto es quedarse estancado, frenado en un solo sitio, aceptar una imagen u opinión y quedarse petrificado en esa idea, o sea por decirlo así, es querer meter una enseñanza, someternos a una mecanicidad.

Ahora bien en la formación infantil, se realiza durante los primeros siete años de vida. El ambiente de la familia, la vida en la calle, la escuela, dan a la personalidad humana su característica original, el ejemplo que dan los mayores es definitivo en este caso, si en esto incluimos el espectáculo de algunos padres discutiendo violentamente en sus hogares y ni siquiera tienen el detalle de fijarse si sus hijos están presentes y abstenerse un poco de divulgar todo aquello que al niño le va a crear un trauma de violencia, grosería, rencor, odio, inferioridad, etc.

Otro aspecto que influye es la TV y podemos citar un ejemplo: Antes, cuando el esposo llegaba era bien recibido por su esposa e hijos, ahora no; la esposa está ocupada con la novelita y los hijos viendo comiquitas, ese diálogo maravilloso que debe haber en los hogares, se acaba completamente por esa razón y por otro lado, estos niños van creciendo pensando en cañones, pistolas, etc., en fin, todos estos aspectos violentos.

No estamos en contra de ese maravilloso invento, sólo que no se utiliza de una manera educativa. Tenemos en cuenta también la música y la lectura; al niño le debemos instruir con cuentos de hadas, princesas, maravillas, etc.; con respecto a la música debe ser armoniosa, infantil y sublime.

Debemos tomar como punto importante el desarrollo de la esencia, ya que en ellos también se está formando una personalidad y esto debe estar equilibrado, si por cualquier circunstancia el niño aprendió a gritar, no gritarle ni pegarle, se le enseña a orar para que exista un equilibrio a medida de su desarrollo, ya que ésta es el vehículo del ego.

Ahora, cuando el niño empieza a ir a la escuela ya debe haber una confianza plena de padres e hijos.

viernes, 23 de mayo de 2008

El Lado Oculto de las Religiones

Existe la idea muy extendida, y por tanto popular, de que no hay tal enseñanza oculta relacionada con el Cristianismo, y que los Misterios, ya sean Menores o Mayores, eran puramente una institución pagana. El nombre mismo de "Los Misterios de Jesús", tan familiar a los oídos de los cristianos primitivos, causará sorpresa a sus modernos sucesores y si se les dijese que expresan una institución especial y definida de la Iglesia de los primeros siglos se provocaría en ellos una sonrisa de incredulidad.
Se ha asegurado, efectivamente, en son de alabanza, que el Cristianismo no tiene secretos, que lo que tiene que decir, lo dice a todos, y que lo que tiene que enseñar, lo enseña a todos. Se supone que sus verdades son tan sencillas "que un hombre cualquiera, aun siendo tonto, no incurrirá en errores respecto a ellas." El "sencillo Evangelio" se ha convertido en una frase sacramental.
Es, pues, necesario probar con toda claridad que, por lo menos en la Iglesia Primitiva, el Cristianismo no iba a la zaga de ninguna de las otras grandes religiones, por lo que hace a la posesión de un aspecto oculto, y que guardaba, como tesoro inapreciable, los secretos que sólo se revelaban a pocos escogidos para sus Misterios. Pero antes conviene considerar esta cuestión del lado oculto de las religiones, y ver por qué debe existir tal aspecto para que la religión pueda ser fuerte y estable; pues de este modo se verá que su existencia en el Cristianismo es lógica y procedente, y las referencias que en tal sentido se hacen en los escritos de los Padres Cristianos, aparecerán sencillas y naturales y de ningún modo sorprendentes e ininteligibles, y si, como hecho histórico, la
existencia de este esoterismo es demostrable, se probará a la vez que, intelectualmente considerado, es una necesidad.
La primera cuestión que tenemos que plantear es la siguiente: ¿Cuál es el objeto de las religiones? Se dan al mundo por hombres más sabios que la masa humana, a la cual se dirigen con el objeto de apresurar su evolución. Para hacer esto con eficacia, tienen que llegar a los individuos e influir sobre ellos. Ahora bien; todos los hombres no se encuentran en el mismo nivel de evolución, pudiendo considerarse ésta como una escala ascendente, con individuos colocados en todos sus peldaños. Los más altamente desarrollados se hallan muy por encima de los que lo están menos, tanto por lo que hace a la inteligencia como al carácter, variando en cada grado la capacidad, así para comprender como para obrar. Es, por tanto, inútil dar a todos la misma enseñanza religiosa; lo que ayudaría al hombre intelectual, sería totalmente incomprensible para el estúpido, al paso que lo que pondría en éxtasis a un santo, no haría mella alguna en el criminal. Por otra parte, si la enseñanza es apropiada a las gentes de poca inteligencia, resulta intolerablemente grosera e indigesta para el filósofo, al paso que la que redimiese al criminal, sería por completo inútil al santo. Sin embargo, todos los tipos necesitan una religión, a fin de que cada cual pueda lograr una vida más elevada que la que tiene, y ningún tipo o grado debe ser sacrificado al otro. La religión debe ser tan graduada como la evolución, porque de lo contrario no podrá realizar su objetivo.
Preséntase luego" la cuestión siguiente: ¿De qué modo tratan las religiones de apresurar la evolución humana? Las religiones se proponen desenvolver la naturaleza moral y la intelectual, y ayudar a la naturaleza espiritual a desarrollarse.
Considerando al hombre como un ser complejo, procuran tocar cada punto de su constitución, y por lo tanto, buscar mensajes propios para cada cual, enseñanzas adecuadas a los seres humanos más diversos. Así, pues, las enseñanzas deben adaptarse a las mentes ya los corazones a que se dirigen. Si una religión no alcanza y domina la inteligencia, si no purifica e inspira las emociones, fracasa en su objeto respecto a la persona interesada.
No sólo se dirige de este modo a la inteligencia y a las emociones, sino que trata, como se ha dicho, de estimular el desarrollo de la naturaleza espiritual. Responde a ese impulso interno que existe en la humanidad y que siempre está impeliendo a la raza hacia adelante. Porque en lo más hondo del corazón de todos -a menudo cubierta por condiciones transitorias, ahogada muchas veces por intereses y ansiedades apremiantes- existe la constante aspiración hacia Dios. "Así como el ciervo busca jadeante el arroyo, así el hombre siente anhelos por la Divinidad" (1). La aspiración se interrumpe por un tiempo y el anhelo parece desvanecido. Ocurren en la civilización y en el pensamiento fases en que este grito del espíritu humano por lo divino -buscando su origen como el agua busca su nivel, según el símil de Giordano Bruno-, este anhelo del espíritu humano por lo que es de su misma especie en el universo, de la parte por el todo, parece acallado, destruido; pero no obstante, el ansia vuelve a mostrarse, y otra vez lanza el espíritu el mismo grito. Por más que aparezca esta tendencia olvidada y deshecha en algún tiempo, vuelve a levantarse potente una vez y otra con persistencia inextinguible, se repite en una y otra ocasión, sin que importe las veces que se la reduzca al silencio, y de este modo prueba que es una tendencia inherente a la naturaleza humana, un constituyente indestructible de la misma. Los que declaran en son de triunfo "que está muerta", la encuentran de nuevo frente a frente con vitalidad no disminuida. Los que construyen sin tener esto en cuenta, ven más tarde sus bien construidos edificios resquebrajados como si hubiesen sufrido un terremoto.
Los que creen que ha desaparecido, ven las más extravagantes supersticiones suceder a su negación. Y de tal modo forma parte integrante de la humanidad, que el hombre quiere obtener una respuesta cualquiera a sus preguntas; prefiere una respuesta, aunque sea falsa, al mutismo. Si no puede encontrar verdades religiosas, adoptará errores religiosos, antes que quedarse sin religión, y aceptará los ideales más toscos e incongruentes, antes que admitir que el ideal no existe.
La religión, pues, responde a este anhelo, y apoderándose del constituyente de la naturaleza humana que lo produce, lo educa, lo vigoriza, lo purifica y lo guía hacia su propia finalidad: la unión del espíritu humano con lo divino, a fin de “que Dios pueda estar todo en todos" (2).
La cuestión que después se nos presenta en nuestro estudio es: ¿ Cuál es el origen de las religiones? A esta pregunta se han dado dos contestaciones en los tiempos modernos: la de los autores de mitología comparada y la de los que se inspiran en la comparación de las religiones positivas. Unos y otros apoyan sus contestaciones en el mismo fundamento de hechos admitidos. La investigación ha probado de un modo incuestionable, que las religiones del mundo son, de un modo notorio, similares en sus enseñanzas principales, en la ostentación de poderes sobrehumanos y de una elevación moral extraordinaria de sus fundadores, en sus preceptos éticos, en el empleo de medios para ponerse en contacto con los mundos invisibles y en los símbolos con que expresan sus creencias fundamentales. Esta semejanza, que en muchos casos llega a la identidad, prueba, según ambas escuelas, un origen común.
Pero sobre la naturaleza de este origen común están en desacuerdo las dos escuelas. Los mitólogos sostienen que el origen común es la común ignorancia, y que las doctrinas religiosas más elevadas son sencillamente expresiones refinadas de las crudas y bárbaras conjeturas de salvajes, de hombres primitivos, al considerarse a sí mismos ya lo que les rodeaba.
Animismo, fetichismo, culto de la naturaleza, culto del sol; éstos son los constituyentes de la primitiva arcilla, de la cual se ha desarrollado el lirio espléndido de la religión. Krishna, Buda, Lao- Tse, Jesús, son, aunque altamente civilizados, los descendientes directos de los curanderos rotativos de las primitivas tribus salvajes (3). Dios es una fotografía compuesta de los innumerables dioses que personificaban las fuerzas de la naturaleza y así sucesivamente.
Todo esto se resume en la frase: Las religiones son ramas de un tronco común: la ignorancia humana.
Los religiólogos consideran, por su parte, que todas las religiones han tenido su origen en las enseñanzas de Hombres Divinos que dan de tiempo en tiempo a las diferentes naciones del mundo aquella parte de las verdades fundamentales de la religión que las gentes son capaces de asimilar, enseñando siempre la misma moralidad, inculcando el empleo de medios semejantes, aplicando los mismos y significativos símbolos. Las religiones salvajes -el animismo y las demás- son degeneraciones, los resultados de la decadencia, descendientes desfigurados y empequeñecidos de verdaderas creencias religiosas. El culto del sol y las formas puras del culto a la naturaleza fueron en su tiempo religiones nobles, altamente alegóricas, y llenas de profunda verdad y conocimiento.
Los grandes Instructores -según se alega por los indos, por los budistas y por algunos religiólogos, tales como los teósofos- constituyen una perenne Fraternidad de hombres que se han elevado por encima de la humanidad, que aparecen en ciertas épocas para iluminar al mundo y que son los custodios espirituales de la raza humana. Esta opinión puede resumirse en la frase: “Las religiones son ramas de un tronco común: la Sabiduría Divina (La Gnosis) ”.
Esta Sabiduría Divina es llamada la Sabiduría, la Gnosis, la Teosofía, y algunos hombres, en diferentes épocas del mundo, han querido determinar de tal modo su creencia en esta unidad de las religiones, que han preferido el nombre ecléctico de teósofos a cualquiera otra designación más estrecha.
El valor relativo de la contienda de estas dos opuestas escuelas debe juzgarse por la fuerza de las pruebas que cada una aduce. La apariencia de la forma degenerada de una noble idea puede asemejarse mucho a la del producto refinado de una idea grosera, y el único método para decidir entre la degeneración y la evolución, sería el examen, a ser posible, de antecesores remotos intermedios. Las pruebas que presentan los creyentes en la Sabiduría, son de esta clase: que los fundadores de las religiones, juzgados por los anales de sus enseñanzas, estaban muy por encima del nivel de la humanidad ordinaria; que las Escrituras de las religiones contienen preceptos morales, ideales sublimes, aspiraciones poéticas, declaraciones filosóficas profundas, a las que ni tan siquiera pueden compararse en hermosura y elevación los escritos posteriores de las mismas religiones; esto es, que lo antiguo es más elevado que lo nuevo, en vez de ser lo contrario; que no puede mostrarse caso alguno del proceso refinador y progresivo, que se dice es el origen de las religiones actuales, al paso que pueden exhibirse muchos ejemplos de degeneración de enseñanzas puras; que aun entre los salvajes, si sus religiones se estudiasen con cuidado, se encontrarían muchas huellas de ideas elevadas, ideas que desde luego se vería que están por encima de la capacidad productora de los salvajes mismos.
Esta idea ha sido explayada por M. Andrew Lang; quien, a juzgar por su libro The Making of Religion, debe ser clasificado entre los religiólogos comparativos en lugar de entre los mitólogos comparativos. Señala la existencia de una tradición común, la cual, dice, no ha podido ser evolucionada por los salvajes mismos, por ser hombres cuyas creencias ordinarias son de las más rudas y cuyas mentes están poco desarrolladas. Las deidades que adoran son, en su mayor parte, verdaderos demonios; pero detrás de esto, más allá de todo esto, existe una Presencia nebulosa, pero superior, pocas veces o nunca nombrada, pero que se vislumbra como origen de todo, como poder, amor y bondad, demasiado amante para causar terror, demasiado buena para necesitar súplicas. Es evidente que semejantes ideas no pueden haber sido concebidas por los salvajes entre los cuales se encuentran, y son testigos elocuentes de las revelaciones de algún gran. Instructor -de quien generalmente puede también descubrirse alguna tradición confusa que fue un Hijo de la Sabiduría y que comunicó algunas de las enseñanzas en una época remotísima.
La razón y verdaderamente, la justificación del punto de vista de los mitólogos comparativos, es patente. Encuentran en todas direcciones formas inferiores de creencias religiosas existentes en tribus salvajes, formas que se ven acompañadas de la falta general de civilización. Considerando al hombre civilizado como evolucionado del salvaje, ¿qué cosa más natural que atribuir la religión civilizada a una evolución de la no civilizada ? Esta es la primera idea evidente. Sólo un estudio ulterior más profundo puede demostrar que los salvajes de hoy no son el tipo de nuestros antecesores, sino la descendencia degenerada de grandes troncos civilizados de antaño, y que el hombre en su infancia no fue abandonado para que creciera sin educación, sino que fue criado y enseñado por sus hermanos mayores, que fueron sus primeros guías, así en lo que se refiere a la religión, como a la civilización en general. Esta opinión se halla sustanciada por hechos como los que Lang aduce, dando margen a la cuestión: ¿Quiénes eran esos hermanos mayores de quienes habla la tradición en todas partes? Avanzando más en nuestra investigación, tropezamos luego con esta otra cuestión: ¿A qué gentes se dieron las religiones? Y aquí nos encontramos desde luego con la dificultad con que ha tenido que tropezar todo fundador de una religión, dificultad que se refiere al objeto primario de la religión misma, el apresuramiento de la evolución humana, con su corolario de que todos los grados de la humanidad en evolución debían tenerse en cuenta por él. Los hombres se hallan en todos los grados desarrollados; hay hombres de inteligencia elevada, pero también los hay de una mentalidad de las menos desarrolladas; en un sitio encuéntrase una civilización compleja y altamente evolucionada, en otro una constitución sencilla y ruda. Aun en medio de una misma civilización, se ven los tipos más variados, los más ignorantes y los más educados, los más pensadores y los más superficiales, los más espirituales y los más abyectos, y, sin embargo, a cada uno de estos tipos hay que llegar, y cada uno tiene que ser auxiliado tal como es. Si la evolución es una verdad, esta dificultad es inevitable, y el Instructor divino tiene que hacerle frente y resolverla, porque de lo contrario su obra resultaría un fracaso. Si el hombre evoluciona como evoluciona todo lo que le rodea, estas diferencias de desarrollo, estos diversos grados de inteligencia, tienen que ser una característica de la humanidad en todas partes, y cada religión del mundo debe atender a ella.
De este modo nos encontramos con una situación tal, que no puede haber una sola y misma enseñanza religiosa ni aún para una misma nación, y, por tanto, menos aún para una civilización ni para el mundo todo. Si no hubiese más que una enseñanza, un gran número de aquellos a quienes se dirige escaparían a su influencia. Si se hace a propósito para los de inteligencia limitada, de moralidad elemental, de percepción obtusa, a fin de auxiliarles y educarles de suerte que pueda evolucionar, se dará una religión por completo inservible: para aquellos hombres que, viviendo en la misma nación y formando parte de la misma sociedad, tengan percepciones morales finas y delicadas, una inteligencia brillante y sutil y una espiritualidad desarrollada. Pero si, por el contrario, esta última clase es la que ha de ser ayudada, si se da a la inteligencia una filosofía que pueda considerar admirable, si las percepciones morales delicadas han de refinarse más, si los albores de la naturaleza espiritual han de llegar a la plenitud del día perfecto, entonces la religión será tan espiritual, tan intelectual y moral, que al ser predicada a la otra clase, no hará mella alguna ni en sus mentes ni en sus corazones; será para ellos una serie de frases sin sentido, incapaces de despertar sus inteligencias embrionarias, ni de darles motivo alguno para una conducta que les ayude a desarrollar una moralidad más pura.
Considerando, pues, estos hechos respecto de la religión, teniendo en cuenta su objeto, sus medios, su origen, la naturaleza y diversidad de necesidades de las gentes a quienes se dirige, reconociendo la evolución de las facultades espirituales, intelectuales y morales del hombre, y la necesidad de que cada cual sea educado con arreglo al estado de evolución que ha alcanzado, tenemos como consecuencia inevitable, que forzosamente se requiere una enseñanza religiosa, diversa y graduada que responda a las diferentes exigencias y auxilie a cada hombre conforme a su estado anímico.
Hay todavía otra razón para que la enseñanza esotérica sea necesaria respecto a cierta clase de verdades. Es un hecho evidentísimo, en lo que se refiere a esta clase, que "saber es poder." La pública promulgación de una filosofía profundamente intelectual, suficiente para educar inteligencias altamente desarrolladas, y para atraer las mentes elevadas, no puede perjudicar a ninguno. Puede predicarse sin vacilación, pues no atrae al ignorante, el cual se aparta de ella considerándola seca, dura y sin interés. Pero hay enseñanzas que tratan de la constitución de la naturaleza, que explican leyes recónditas y arrojan luz en procesos ocultos, cuyo conocimiento implica dominio sobre energías naturales, a quienes se puede dirigir a ciertos fines, como lo hace el químico con el producto de los elementos con que trabaja. Semejante conocimiento puede ser muy útil a los hombres de gran desarrollo, aumentando su capacidad para servicio de la especie humana. Pero si este conocimiento se hiciese público, podría ser y sería mal empleado, como lo fue el conocimiento de venenos sutiles en la Edad Media por los Borgias y otros. Pasaría a manos de gente de inteligencia poderosa, pero de deseos no refrenados, hombres impelidos por instintos de separatividad, que buscan el beneficio de sus yo separados, ya quienes nada importa el bien común. Estos serían atraídos por el deseo de obtener poderes que los elevasen por encima del nivel general, poniendo a merced suya a la humanidad ordinaria, y se lanzarían a adquirir los conocimientos que colocan a sus poseedores en una jerarquía sobrehumana. Con su posesión se harían aún más egoístas, afirmándose en sus sentimientos de separación; su orgullo sería alimentado, y su inclinación al apartamiento se pronunciaría más; y de este modo serían inevitablemente impelidos en la senda diabólica, el Sendero de la Izquierda, cuya meta es el aislamiento y no la unión. Y no sólo se perjudicarían ellos en su naturaleza interna, sino que se convertirían en una amenaza para la Sociedad, que ya sufre bastante por obra de los que tienen más desarrollada la inteligencia que la moral. De aquí arranca la necesidad de conservar ciertas enseñanzas ocultas para aquellos que moralmente no están aún en disposición de recibirlas, y esta necesidad se impone a los Instructores que pueden comunicar semejantes conocimientos.
Ellos desean darlos a los que están dispuestos a emplear los poderes que confieren, en pro del bien general, para apresurar la evolución humana, pero se retraen de comunicarlos a quienes los habrían de aplicar en su propio engrandecimiento y a costa de los demás.
Y no se trata de una simple teoría, según los Anales Ocultos que dan los detalles aludidos en el Génesis VI y sig. Estos conocimientos eran dados en aquellos remotos tiempos y en el Continente de los Atlantes, sin ninguna condición rigurosa respecto de la elevación moral, pureza y desinterés de los candidatos. Los calificados intelectualmente para ello eran enseñados, lo mismo que se enseña la ciencia ordinaria en los tiempos modernos. La publicidad, tan imperiosamente exigida hoy, se concedió entonces, dando por resultado que los hombres se convirtieran en gigantes del conocimiento, pero también en gigantes de la maldad, hasta que la tierra gimió bajo sus opresores, y el grito de la humanidad pisoteada vibró a través de los mundos. Entonces vino la destrucción de los Atlantes, la sumersión de aquel vasto continente bajo las aguas del Océano, algunos de cuyos particulares consignan las Escrituras hebreas en el relato del diluvio de Noé, y las Escrituras indas del lejano Oriente en el relato de Vaivasvata Manu.
Experimentado el peligro de permitir que seres impuros se apoderasen del conocimiento que es poder, los grandes Instructores impusieron condiciones rigurosas en lo que respecta a la pureza, desinterés y dominio propio a todos los candidatos a tales enseñanzas. Ellos rehúsan claramente comunicar conocimientos de esta naturaleza a ninguno que no consienta en someterse a una rígida disciplina, encaminada a suprimir toda separación de sentimientos e intereses. Ellos miden la fuerza moral del candidato aún más que su desarrollo intelectual, pues la enseñanza misma desarrolla la inteligencia al paso que refrena la naturaleza moral. Es preferible que los Grandes Seres sean atacados por los ignorantes a causa de su supuesto egoísmo en reservar conocimientos, a que precipiten al mundo en una nueva catástrofe como la atlante.
Tales son las razones que justifican la necesidad de un aspecto oculto en todas las religiones. Cuando de la teoría se pasa a los hechos, ocurre naturalmente preguntar: ¿Ha
existido este aspecto Oculto en el pasado, formando parte de las religiones del mundo? La contestación debe darse inmediatamente y sin vacilar en sentido afirmativo; toda gran religión ha tenido una doctrina secreta, declarándose el depósito del conocimiento místico teórico y del conocimiento místico práctico u oculto. La explicación mística de la enseñanza popular era pública, y se presentaba en alegrías, dando un significado aceptable a las toscas narraciones ya las pueriles y poco racionales historias. Tras del misticismo teórico, como igualmente tras del misticismo popular, existía el misticismo práctico; una enseñanza espiritual oculta, la cual se comunicaba solamente bajo condiciones definidas, condiciones conocidas y públicas, que cada candidato tenía que cumplir. San Clemente de Alejandría menciona esta división de los Misterios. "Después de la purificación –dice-, vienen los Misterios Menores, en los cuales hay algún fundamento de instrucción y de preparación que sirven de preliminar para lo que ha de venir después: los Grandes Misterios, en los cuales nada se deja de enseñar acerca del universo, quedando sólo el contemplar y comprender la naturaleza de las cosas" (4) .
Imposible es disputar esta actitud a las antiguas religiones. Los Misterios de Egipto fueron la gloria de aquel país, adonde se dirigían los hijos más esclarecidos de Grecia, tales como Platón, para ser iniciados en Sais y en Tebas por los Maestros de Sabiduría. Los Misterios de Mithra en Persia, los Misterios de Orfeo y de Baco, los Misterios Menores de Eleusis, y los de Samotracia, de Escitia, y de Caldea, son conocidos y aun familiares, al menos en el nombre. El valor de los Misterios Eleusinos, a pesar de su extrema atenuación, fue grandemente alabado por los hombres más eminentes de Grecia, tales como Píndaro, Sófocles, Isócrates, Plutarco y Platón.
Se les consideraba especialmente útiles con relación a la existencia post mortem, porque el iniciado aprendía lo que aseguraba su dicha futura. Sopater alegaba además, que la iniciación establecía un parentesco entre el alma y la Naturaleza divina; y en el himno esotérico a Demetrio se hacen encubiertas referencias al santo niño Jacco y a su muerte y resurrección, según se las consideraba en los Misterios (5).
De Jámblico, el gran teúrgico de los siglos III y IV de nuestra Era, puede aprenderse mucho acerca del objeto de los Misterios. La teurgia era magia, "la última parte de la ciencia sacerdotal" (6), y se practicaba en los Grandes Misterios para evocar la aparición de seres superiores. La teoría en que se fundaban estos Misterios, puede exponerse en breves palabras. Existe UNO, anterior a todos los seres, inmutable, que mora en la soledad de su propia unidad. De AQUELLO arranca el Dios Supremo, el Engendrado por Si Mismo, el Bien, el Origen de todas las cosas, la Raíz, el Dios de Dioses, la Causa Primera que se desenvuelve en luz (7). De El surge el Mundo Inteligente o universo ideal, a que pertenece la Mente Universal, el Nous, y los Dioses incorpóreos e intelectuales.
De El procede el Alma del Mundo, a la cual corresponden las “formas divinas intelectuales que están presentes en los cuerpos visibles de los Dioses" (8) . Luego siguen varias jerarquías de seres sobrehumanos: Arcángeles, Archones (Gobernantes) o Cosmocratores, Ángeles, Demonios, etc. El hombre es un ser de un orden inferior, cuya naturaleza está relacionada con aquellos, a los cuales es capaz de conocer; este conocimiento se adquiría en los Misterios y conducía a la unión con Dios (9).
Estas doctrinas se explicaban así en los Misterios: "la emanación de todas las cosas del Uno, su vuelta hacia el Mismo, y la completa dominación de El" (10) .
Además, aquellos Seres eran evocados y aparecían algunas veces para enseñar, otras para elevar y purificar con Su mera presencia. "Los Dioses -dice Jámblico-, benévolos y propicios, comunican su luz a los teúrgicos con profusión no envidiada, atrayendo sus almas, procurando unirlos a sí y acostumbrándoles, aun viviendo en el cuerpo, a separarse de él y a dirigirse hacia su eterno principio inteligente" (11). Porque "teniendo el alma una vida doble, la una en unión con el cuerpo y la otra separada de él" (12) , es de todo punto necesario conocer el modo de separarla, a fin de que así pueda unirse con los Dioses por medio de su parte intelectual y divina, y aprender los genuinos principios del conocimiento y las verdades del mundo de la inteligencia (13) . "La presencia de los Dioses nos comunica, realmente, la salud del cuerpo, la virtud del alma, la pureza de la inteligencia y, en una palabra, eleva todo nuestro ser a su naturaleza propia. Exhibe lo que no es cuerpo como cuerpo a los ojos del alma, por medio de los del cuerpo" (14) . Cuando aparecen los Dioses el alma obtiene "la libertad de las pasiones, una perfección trascendental, y una energía más excelente en todos conceptos, participando del amor divino y de una alegría inmensa" (15) .
De este modo alcanzamos una vida divina y nos hacemos divinos en realidad (16) .
El punto culminante de los Misterios era la conversión del Iniciado en un Dios, ya fuese por la unión con un Ser divino fuera de él, ya por la realización del Yo divino en él (El Real Ser). Esto se llamaba éxtasis, estado al cual el Yogi llamaría Samadhi elevado, para lo cual ha de hallarse el cuerpo grosero en estado de trance, efectuando entonces el alma libertada su unión con el Gran Ser. El "éxtasis no es una facultad, sino un estado del alma, en el cual se transforma de tal modo, que percibe lo que antes estaba oculto para ella. Tal estado no será permanente hasta que nuestra unión con Dios sea irrevocable; aquí, en la vida terrestre, el éxtasis no es más que un relámpago... el hombre puede dejar de ser hombre y convertirse en Dios; pero no puede ser Dios y hombre al mismo tiempo" (17). Plotino declara que había alcanzado este estado, "pero sólo tres veces por entonces."
Proclo enseñaba también que la única salvación del alma era volver a su forma intelectual, con lo que escapa del "círculo de generación y del mucho vagar", y alcanza el verdadero Ser: "la energía simple y uniforme del período de identidad, en vez del período de excesivo y vago movimiento que se caracteriza por la diferencia." Esta es la vida que buscaban los iniciados por Orfeo en los Misterios de Baco y Proserpina, y éste es el resultado de la práctica de las virtudes purificadoras o catárticas (18).
Tales virtudes eran necesarias pata los Misterios Mayores, porque se referían a la purificación del cuerpo sutil, en el que actuaba el alma cuando se hallaba fuera del cuerpo grosero.
Las virtudes políticas o prácticas pertenecían a la vida ordinaria del hombre, y hasta cierto punto se exigían antes que pudiera ser candidato para una Escuela como la que se ha descrito. Luego venían las virtudes catárticas, por cuyo medio el cuerpo sutil, el de las emociones y de la mente inferior, era purificado; en tercer lugar, lo intelectual, perteneciente al Augoeides, o la forma de luz del intelecto; después lo contemplativo o paradigmático, por medio de lo cual se realizaba la unión con Dios. Porfirio escribe: “Aquel que actúa con arreglo a las virtudes prácticas, es un hombre digno; pero aquel que actúa con arreglo a las virtudes purificadoras, es un hombre angélico o también un buen demonio. Aquel que actúa con arreglo a las virtudes intelectuales tan sólo, es un Dios; pero aquel que actúa con arreglo a las virtudes paradigmáticas, es el Padre de los Dioses" (19).
Dábase también mucha instrucción en los Misterios por medio de las jerarquías de arcángeles y otras; y de Pitágoras, el gran maestro, que fue iniciado en la India, y que dio el "conocimiento de las cosas que son" a sus discípulos juramentados, se dice que poseía tal conocimiento de la música, que la podía emplear para el dominio de las pasiones más salvajes del hombre y para el esclarecimiento de sus mentes. De esto presenta Jámblico ejemplos en su Vida de Pitágoras. Parece probable que el título de Theodidaktos dado a Amonio Saccas, el maestro de Plotino, se refería menos a la sublimidad de sus enseñanzas que a la instrucción divina que recibió en los Misterios.

Algunos de los símbolos que se usaban son explicados por Jámblico (20), el cual recomienda a Porfirio que aparte de su pensamiento la imagen de la cosa simbolizada y procure alcanzar su significado intelectual. Así, "cieno" significaba todo lo que era corporal y material; el "Dios sentado sobre el loto" significaba que Dios trascendía el cieno y el intelecto simbolizado por el loto, y estando sentado, se hallaba establecido en Si Mismo. Si se le presentaba "navegando en un barco", implicaba Su gobierno sobre el mundo, y así sucesivamente (21) . Respecto de este uso de símbolos Proclo observa que "el método de Orfeo tenía por objeto revelar cosas divinas por medio de símbolos, método común a todos los escritores de cosas divinas" (22)
La Escuela pitagórica en la Gran Grecia, fue cerrada hacia el final del siglo VI antes de Cristo, debido a la persecución del poder civil, pero existían otras comunidades que conservaban la tradición sagrada (23). Mead declara que Platón la acomodó a la inteligencia, a fin de ponerla a cubierto de una profanación mayor, y que los ritos eleusinos conservaron algunas de sus formas, aunque habían perdido su sustancia.
"Los neo-platónicos fueron los herederos de Pitágoras y de Platón, y sus obras deben ser estudiadas por todos los que quieran comprender algo de la grandeza y hermosura guardada en los Misterios para el mundo.
La misma Escuela pitagórica puede servir como tipo de la disciplina que se imponía. Sobre este punto, Mead, da muchos pormenores interesantes (24), y observa que: "Los autores de la antigüedad están de acuerdo en que esta disciplina había logrado producir los más altos ejemplares, no sólo de castidad y purísimos sentimientos, sino también de una sencillez de maneras, de una delicadeza y de una afición a propósitos serios que nadie ha igualado jamás. Esto es admitido hasta por los escritores cristianos." Los discípulos de la escuela externa hacían vida común de familia, y a ellos se refiere la cita anterior.
En la escuela interna había tres grados: el primero, de oyentes, que estudiaban durante dos años en silencio, haciendo cuanto podían para profundizar la enseñanza; el segundo, de matemáticos, que aprendían geometría y música, y la naturaleza del número, de la forma, del color y del sonido; el tercer grado era de físicos, a quienes se enseñaba la cosmogonía y la metafísica. De aquí se pasaba a los verdaderos Misterios.
Los que aspiraban a ingresar en la escuela, debían tener "reputación intachable y ánimo contento."
La gran identidad entre los métodos y los objetivos perseguidos en estos diversos Misterios y los de Yoga en la India, es cosa patente, para el observador más superficial. No debe suponerse por esto que las naciones de la antigüedad obtuviesen sus conocimientos de la India; todas los adquirían por igual de la fuente única, la Gran Logia del Asia Central, la cual enviaba sus Iniciados a las diferentes naciones. Todos ellos enseñaban la misma doctrina, y seguían sistemas idénticos, conducentes a los mismos fines. Pero existían frecuentes comunicaciones entre los iniciados de los diversos países, y un lenguaje y un simbolismo comunes. Así Pitágoras vivió entre los indos, recibiendo una elevada cultura; y más tarde siguió sus pasos Apolonio de Tiana. También fueron completamente indas, así en la forma como en el fondo, las últimas palabras de Plotino: "Ahora procuro retrotraer mi Yo interno al Yo Todo" (25).
Entre los indos se mantenía con todo rigor el deber de enseñar el conocimiento supremo sólo a los dignos. "El misterio más profundo del fin del conocimiento... no es comunicable sino a un hijo o a un discípulo, cuya mente esté tranquila" (26). También, después de un bosquejo del Yoga, leemos: "¡Levantaos! ¡Despertad! ¡Habiendo encontrado a los Grandes, oíd! Es tan difícil andar por la senda como por el cortante filo de una navaja. Así dicen los sabios" (27). El instructor es necesario, porque la sola enseñanza escrita no basta. El "fin del conocimiento" es conocer a Dios -no es sólo creer en El, sino convertirse en uno con El-, no es sólo adorarlo desde lejos. El hombre debe comprender la realidad de la Existencia divina, y después conocer -no ya creer vagamente y esperar-, que su propio Yo más íntimo es uno con Dios, y que el objeto de la vida es realizar esta unidad.
La religión debe guiar al hombre a esa realización; de lo contrario, valdría tanto "como hacer sonar bronces o címbalos" (28).
Así también se aseguraba que el hombre debía aprender a abandonar el cuerpo grosero: "Separe el hombre su alma de su propio cuerpo con firmeza, como un tallo de hierba de
su vaina" (29) . ¡Y se escribió!: "En la áurea y más elevada envoltura mora el inmaculado e inmutable Brahman; El es la radiante y blanca Luz de luces, conocida de los que conocen el Yo" (30) . "Cuando el vidente mira al Creador de color de oro, al Señor, al Espíritu, cuya matriz es Brahman, entonces, habiendo desechado el mérito y el demérito, alcanza, inmaculado y sabio, la unión más alta" (31).
Tampoco los hebreos carecían de conocimientos secretos y de Escuelas de Iniciación. La reunión de profetas en Najoth, presidida por Samuel (32) , constituía una Escuela de éstas, y la enseñanza oral era transmitida entre ellos. Escuelas semejantes existían en Bethel y Jericó (33) ; y en la Concordance de Cruden (34) hay la interesante nota siguiente: "Las Escuelas o Colegios de los profetas son las primeras (escuelas) de que se nos da noticia en la Escritura; donde los hijos de los profetas, esto es, sus discípulos, llevaban una vida retirada y austera, de estudio y meditación, instruyéndose en la ley de
Dios. . . A estas Escuelas o Sociedades de los profetas sucedieron las Sinagogas." La Kabbala, que contiene la enseñanza semipública, es, tal cual hoy se conoce, una compilación moderna, siendo parte de ella obra del Rabbi Moisés de León, que murió en 1305 de la Era Cristiana. Consta de cinco libros: Bahir, Zohar, Sepher Sephiroth, Sepher Yetzirah y Asch Metzareth; y se asegura que habían sido transmitidos oralmente
de tiempos muy antiguos -según se considera la antigüedad históricamente. El doctor Wynn Westcott dice que la "tradición hebrea asigna a las partes más antiguas del Zohar una fecha anterior a la construcción del segundo Templo" ; y se dice que el Rabbi Simeón ben Jochai escribió algo de él en el primer siglo de nuestra Era. El Sepher Yetzirah es mencionado por Saadjah Gaon, que murió el año 940, como "muy antiguo" (35). Algunas porciones de la antigua enseñanza oral han sido incorporadas a la Kabbala tal como es ahora, pero la verdadera sabiduría arcaica de los hebreos permanece bajo la custodia de unos pocos de los verdaderos hijos de Israel.
Breve como es este bosquejo, es suficiente para demostrar la existencia de un aspecto oculto de las religiones del mundo, sin contar el Cristianismo; y ahora podemos examinar la cuestión de si el Cristianismo era o no una excepción de esta regla universal.

Notas

(1) Salmos XLI-II.
(2) I Cor. XV, 28.
(3) Entre los salvajes actuales, el médico o curandero es la personalidad prominente; a las funciones propias de este cargo reúne las de adivino y sacerdote de la tribu. Posee artes mágicas y se hipnotiza a si mismo, girando rápidamente sobre los pies, hasta que cae al suelo desplomado. Así queda en condiciones de ejercer la adivinación. A estos individuos alude el texto, pues suponen los mitólogos que existían igualmente en los tiempos primitivos. - N. del T.
(4) Biblioteca Ante-Nicena, vol. XII. Clemente de Alejandría, Stromata, lib. V, capítulo XI.
(5) Véase el artículo sobre "Los Misterios", Encicl. Británica; novena edición.
(6) Psello, citado en Jámblico sobre los misterios. T. Taylor, pág. 343, nota de la pág. 25, segunda edición.
(7) Jámblico, como ante, pág. 301.
(8) Ibid, pág 72.
(9) El artículo sobre "Misticismo" de la Enciclopedia Británica, contiene lo siguiente sobre la enseñanza de Plotino (204-206 de la Era cristiana). "El Uno (el Dios Supremo antes mencionado) se eleva por encima del nous y de las “ideas”; trasciende por completo la existencia y no es asequible a la razón. Permanece en reposo y lanza, por decirlo así, rayos de su propia plenitud, una imagen de sí mismo, que es llamada nous, que constituye el sistema de ideas del mundo intelectual. El alma es a su vez la imagen o producto del nous, y el alma con su movimiento engendra materia corporal. El alma, de esta suerte, hace frente a dos direcciones: al nous, del cual nace, y a la vida material, que es su propia producción. El empeño ético consiste en repudiar lo sensible; la existencia material misma es separación de Dios. . . Para alcanzar la meta última hay que dejar atrás al pensamiento mismo, pues el pensamiento es una forma de movimiento, y el deseo del alma es el reposo propio del Uno. La unión con la divinidad trascendente no depende tanto del conocimiento o visión como del éxtasis, unión, contacto."
El neoplatonismo es, pues, "en primer término, un sistema de completo racionalismo; se presupone, en otras palabras, que la razón es capaz de tratar todo el sistema de las cosas. Pero desde el momento en que se afirma que Dios está por encima de la razón, el misticismo se convierte. en cierto sentido, en el complemento necesario del racionalismo que pretende abarcarlo todo. Este sistema alcanza su apogeo en un acto místico."
(10) Jámblico según Ante, pág. 73.
(11) Ibid, págs. 55 y 56.
(12) Ibid, págs. 118 y 119.
(13) Ibid, págs. 118 y 119.
(14) Ibid, págs. 96 y 100.
(15) Ibid, pág. 101.
(16) Ibid, pág. 330.
(17) G. R. S. Mead, Plotino, pág. 42.
(18) Jámblico, pág. 304, nota de la pág. 134.
(19) G. R. S. Mead. Orpheus, págs. 285 y 286.
(20) Jámblico, pág. 364, nota de la pág. 134.
(21) Ibid, pág. 285 y siguientes.
(22) G. R. S. Mead, Orpheus, pág. 59.
(23) Ibid, pág. 50.
(24) G. R. S. Mead, Orpheus, págs. 263. 271.
(25) G. R. S. Mead. Plotinus, pág. 20.
(26) Shvetaishvatarapanishat, VI. 22.
(27) Kathopanishat, III, 14.
(28) I Cor., XIII, I.
(29) Kathopanishat, VI. 17.
(30) Mundakopanishat, II. II, 9.
(31) Mundakopanishat, III, I, 3.
(32) I Sam., XIX, 20.
(33) II Reyes, II, 2, 5.
(34) Epígrafe “School”
(35) Dr. Wynn Westcott, Sepher Yetzirah, pág. 9.


tomado del capítulo I de "Cristianismo Esotérico"
de la V. A. Annie Besant

Ilustraciones: El Collie

martes, 20 de mayo de 2008

Gnosis, el sentido del conocimiento

La palabra griega gnôsis significa simplemente "conocimiento". Pero en la literatura gnóstica no se trata en modo alguno de un saber cualquiera. La gnosis es un conocimiento dotado de maravillosos prestigios.

"Pocos pueden poseer este conocimiento; uno entre mil, dos entre diez mil". Simón el Mago comienza así su gran "Revelación" (Apophasis):

Esto es lo que se expresa en la Revelación de la Voz y del Nombre, que proviene del Pensamiento y del Gran Poder Infinito; por eso será sellado, escondido y conservado en la morada donde tiene sus fundamentos la raíz del Todo.

La gnôsis, posesión de los iniciados, se opone a la vulgar pistis (creencia) de los simples fieles. Es menos un "conocimiento" propiamente dicho que una revelación secreta y misteriosa. Las sectas gnósticas pretenden poseer libros de origen alógeno, o sea de origen exterior y superior al mundo en el que nos debatimos. Tales libros son atribuidos a personajes prestigiosos, verdaderos enviados celestes. He aquí, como ejemplo, lo que se afirma explícitamente en el Libro Sagrado del Gran Espíritu Invisible, una de las obras usadas en la secta de los setianos:

"Es éste el libro que ha escrito el gran Set (uno de los hijos de Adán). Lo ha depositado en montañas elevadas sobre las cuales el sol no sale ni podría salir jamás. Desde los días de los profetas, de los apóstoles y de los predicadores, ni siquiera (su) nombre estuvo ni pudo estar nunca en los corazones. Nadie lo oyó jamás. Este libro fue escrito por el gran Set a los ciento treinta años; lo depositó en la montaña denominada Charax, para que fuera manifestado en los últimos tiempos y en los últimos instantes".

Todos los gnósticos cristianos pretenden haber heredado por vías misteriosas las enseñanzas secretas dadas por Jesús a sus discípulos: Basílides, por ejemplo, pretendía haber recibido de Matías las doctrinas esotéricas reveladas a este apóstol por el Salvador. Los sectarios gnósticos hicieron circular muchos Evangelios llamados apócrifos: el Evangelio según los Egipcios, el Evangelio de María. El Apócrifo (en el sentido literal de la palabra griega: "Libro secreto") de Juan, etc. Gnosis implica transmisión de enseñanzas secretas, de "misterios" reservados a un pequeño número de "iniciados", a la "generación de fe inconmovible".

¿En qué se distingue de las otras doctrinas teosóficas u ocultas? "Se llama o se puede llamar gnosticismo -también gnosis- toda doctrina o actitud religiosa fundada en la teoría o en la experiencia de la obtención de la salvación por el conocimiento". La gnosis traduce siempre una necesidad individual de salvación, de liberación:

"...la gnosis -escribe Puech- es una experiencia o se refiere a una eventual experiencia interior, destinada a convertirse en estado inamisible (latín: inamissibilis, que no puede perderse"), a través del cual, en el curso de una iluminación que es regeneración y divinización, el hombre se cobra en su verdad, vuelve a recordar y adquiere otra vez conciencia de sí mismo, o sea que conoce simultáneamente su naturaleza y su origen auténticos; a través de esta experiencia se conoce o se reconoce en Dios, conoce a Dios y aparece ante sí mismo como emanado de Dios y ajeno al mundo, adquiriendo así, con la posesión de su "yo" y de su verdadera condición, la explicación de su destino y la certidumbre definitiva de su salvación, al descubrirse merecidamente salvado para toda la eternidad.

Teódoto, un discípulo de Valentín, nos dice que poseer la gnosis es saber "lo que fuimos y lo que hemos llegado a ser; dónde estábamos; dónde hemos sido arrojados; hacia dónde vamos y de dónde nos llega la redención; cuál es el nacimiento y cuál la resurrección".

La gnosis responde siempre a una angustia subjetiva del individuo, obsesionado por los grandes enigmas metafísicos. La Pistis Sophia ("Fe y Sabiduría"), la más célebre de las obras gnósticas en lengua copta, contiene una larga enumeración de los conocimientos de los que se benefician las almas elegidas: Por qué fueron creadas la luz y las tinieblas, el caos, los tesoros de la luz, los impíos, los buenos, las emanaciones de la luz, el pecado, el bautismo, la cólera, la blasfemia, la injuria, el adulterio, la pureza, la soberbia, la risa, la maledicencia, la obediencia y la humildad, la riqueza, la esclavitud; por qué existen los reptiles, los animales salvajes, el ganado, las piedras preciosas, el oro, la plata, las plantas, las aguas, el occidente y el oriente, las estrellas, etc. O sea que, al revelarle el misterio que cubre su origen y su destino, la gnosis permite al hombre comprender la significación de todas las cosas.

Un "conocimiento" tal, una "iluminación" semejante convierten a su beneficiario en un ser prestigioso:


Pues el hombre es un ser viviente divino, que no debe ser comparado con los demás seres vivientes terrestres, sino con los que habitan arriba, en el cielo, y que llaman dioses. O más bien, si es necesario atreverse a decir la verdad, es aún por encima de estos dioses que se halla el hombre realmente hombre, o existe al menos una completa igualdad de poder entre unos y otros.

En efecto, ninguno de los dioses celestes abandonará la frontera del cielo ni descenderá sobre la tierra; pero el hombre se eleva hasta el cielo mismo, lo mide, y conoce de un extremo al otro; capta todo lo demás con exactitud y maravilla suprema, no tiene siquiera necesidad de abandonar la tierra para estar en el cielo: tan lejos se extiende su poder.

Es conocido el famoso pasaje de san Pablo frecuentemente invocado por el esoterismo cristiano:

Conozco a un hombre en Cristo que hace catorce años fue llevado hasta el tercer cielo (si subió con su cuerpo o sin él, yo lo ignoro; sólo Dios lo sabe) y sé que este hombre fue elevado hasta el Paraíso y que oyó palabras inefables que a un hombre le está prohibido revelar.

Gracias a la iluminación de la que ha sido beneficiario, el gnóstico se sirve de la angustia misma para alcanzar el conocimiento definitivo.

Es amarga, en efecto -nos dice Simón-, el agua que encontramos después del Mar Rojo (Simón interpreta un versículo del Éxodo): porque ella es el camino que conduce al conocimiento de la vida, camino que pasa a través de dificultades y amarguras. Pero transformada por Moisés, o sea por el Verbo, esta agua amarga se convierte en dulce.

La gnosis -simbolizada por el fuego iluminador y generador- arranca el alma del elegido del espeso "sueño" en que se hallaba sumida: de ahí el empleo de métodos de adiestramiento espiritual destinados a engendrar estados especiales de conciencia y de supraconciencia. Sin embargo, la constituye, una vez que ha sido alcanzada, un conocimiento total, inmediato, que el individuo posee enteramente o del que carece en absoluto; es el "conocimiento" en sí, absoluto, que abarca al Hombre, al Cosmos y a la Divinidad. Y es solo a través de este conocimiento -y no por medio de la fe o de las obras- que el individuo puede ser salvado: sean cuales fueren los rasgos característicos del gnosticismo como filosofía religiosa, la gnosis se halla definida por esta posición general, y también por la actitud existencial de la que procede; es por su condición de experiencia vivida que la gnosis manifiesta su verdadera originalidad.


Paradójicamente, en algunos gnósticos cristianos se advierte el deseo de conocer el origen del mal: en una de las versiones del mito de Sophia, el error de esta "sabiduría" consistió en querer contemplar la Divinidad insondable; otra entidad mítico-metafísica, Horos, "el Límite", dará a Sophia conciencia de los límites de su naturaleza. Basílides anuncia el advenimiento final de la "gran Ignorancia", que se apoderará de todos los seres existentes, quienes ya no tratarán de conocer lo que los sobrepasa: " Son inmortales todos los seres que permanecen en el sitio que les corresponde". Pero tal actitud es completamente excepcional en el gnosticismo.

El gnóstico se salva mediante el conocimiento; pero ¿de qué debe ser salvado? Esta pregunta nos exige estudiar la actitud del gnóstico respecto de su cuerpo, del mundo visible y de la existencia sensible en general.


"La Gnosis es el conocimiento total, inconmensurablemente superior a la fe y a la razón. El Gnosticismo estar unido entonces a la sabiduría primordial original, fuente de las diversas religiones particulares".
"Para el gran tradicionalista francés Andrè Renè Guènon (1886-1951) y sus discípulos, en todas las religiones se halla la idea de una liberación metafísica del hombre por medio de la gnosis, o sea por medio del conocimiento integral; existe una asombrosa universalidad de ciertos símbolos y de ciertos mitos: de ahí la postulación lógica de un origen común de los diferentes esoterismos religiosos".
"La Gnosis simbolizada por el fuego iluminador y generador arranca el Alma del elegido del espeso "sueño" en que se hallaba sumida: de ahí el empleo de métodos de adiestramiento espiritual destinados a engendrar estados especiales de Conciencia y de supraconciencia. Sin embargo, la Gnosis constituye, una vez que ha sido alcanzada, un conocimiento total, inmediato, que el individuo posee enteramente o del que carece en absoluto; es el "conocimiento" en sí, absoluto, que abarca al Hombre, al Cosmos y a la Divinidad. Y es sólo a través de este conocimiento y no por medio de la fe (ciega) o de las obras, que el individuo puede ser salvado: sean cuales fueren los rasgos característicos del gnosticismo como filosofía religiosa. La Gnosis se halla definida por esta posición general, y también por la actitud existencial de la que procede; es por su condición de experiencia vivida que la gnosis manifiesta su verdadera originalidad".
"La Gnosis es el conocimiento del camino hacia lo alto y de los medios a emplear para seguirlo. Pero el hombre solo puede llegar a ella si advierte que él mismo es, en pequeño, el mundo entero; el hombre es un microcosmos donde aparecen todos los poderes y sustancias del macrocosmos; se compone de materia, pero contiene también del Logos, el Espíritu divino viviente que reina sobre las regiones superiores del Cosmos" (Leisegang, La Gnòse, página 27).
En este mismo libro Les Gnostiques en un capítulo titulado "El hombre, prisionero del tiempo" dice: "...El gnóstico no aspira más que a ser liberado del tiempo, y establecido o restablecido fuera de todo devenir, devuelto al estado en que supone que hallaba al principio; en la estabilidad y la verdad del Pleroma, de Aín, del ser eterno, de su Ser completo".
En "No somos de este mundo" que nos recuerda las palabras del Maestro Jesús "Mi reino no es de este mundo" encontramos: "...El gnóstico si se siente fuera de su patria, "exiliado" en el mundo terrenal, es porque experimenta la nostalgia lacerante de la patria original de la que ha caído: Tú no eres de aquí, tu estirpe no es de este mundo: tu lugar es el lugar de la vida".
"La parte superior del ser humano es un principio divino exiliado aquí abajo: mediante el conocimiento, ella reconoce su origen primero y se salva. De este modo el gnóstico alcanza el conocimiento supremo: El conocimiento del hombre es el comienzo de la perfección; el conocimiento de Dios es su consumación".
"El gnóstico vuelve a encontrar su verdadero Ser -intemporal y ontológico-, y en este reencuentro toma conciencia de la condición gloriosa, divina, que poseyó en un pasado inmemorial. El gnóstico llega así a la comprobación fundamental: Estoy en el mundo, pero no soy del mundo..."
"El problema del gnóstico es saber de qué modo su alma -que es una chispa divina extraviada en la tierra- podrá retornar a las regiones superiores de donde ha caído. Desde que fui unido a la carne -dice un salmo maniqueo que canta las desdichas del alma- olvidé mi divinidad. He bebido la copa de la locura, y me he rebelado contra mí mismo".
"Uno de los mitos más característicos de la Gnosis es el de la ascención del Alma a través de las esferas planetarias: el gnosticismo desarrolla bajo diversas formas el tema de la ascensión del hombre iluminado (ya sea en Espíritu, durante esta vida, o después de la muerte) hacia su patria original. El gnóstico es siempre un hombre que desea escapar a la fatalidad del mundo terrenal y recuperar la condición luminosa que poseyó antes de la caída".
"La Gnosis -dicen los gnósticos cristianos- es la redención del Hombre interior. ...La Gnosis rescata al Hombre Interior pneumático (espiritual); se basta con el conocimiento del Todo, y ésta es la verdadera redención".
"En el Nuevo Testamento, el esoterismo asoma más de una vez; ciertas fórmulas misteriosas no pueden explicarse mediante la exégesis literal. El último de los libros neotestamentarios, el Apocalipsis de San Juan, es inclusive bastante extraño; el simbolismo de las imágenes y de los nombres desempeña en él un papel muy importante, y hasta se encuentra una alusión a la doctrina de las reencarnaciones, de las que solo el verdadero cristiano puede escapar".
"En el Evangelio de San Juan encontramos alusión a la Luz Divina que las tinieblas no han extinguido (Juan, 1:5), así como un pasaje en el que se apela al conocimiento que posee el cristiano".
"En San Pablo es dable observar doctrinas comunes al cristianismo primitivo y a la Gnosis. El Apóstol, inclusive, apela a "la Sabiduría de Dios..., sabiduría recóndita, la cual predestinó y preparó Dios antes de los siglos para gloria nuestra, sabiduría que ninguno de los príncipes (como observa Doresse, la traducción literal es arcontes) de este siglo (literalmente: de este eón) ha entendido" (I-Corintios, II, 7-8)".

Serge Hutin

viernes, 16 de mayo de 2008

Formación de la Falsa Personalidad en el Niño

El ejemplo de los mayores es definitivo para la personalidad infantil. El niño aprende más con el ejemplo que con el precepto. La forma equivocada de vivir, el ejemplo absurdo, las costumbres degeneradas de los mayores, dan a la personalidad del niño ese tinte peculiar escéptico y perverso de la época en que vivimos.
En estos tiempos modernos el adulterio se ha vuelto más común que la papa y la cebolla, y como es lógico, esto origina escenas dantescas dentro de los hogares.

Son muchos los niños que por estos tiempos tienen que soportar llenos de dolor y sufrimiento, los látigos y palos del padrastro o de la madrastra. Es claro que en esa forma la personalidad del niño se desarrolla dentro del marco del dolor, el rencor y el odio.

Existe un dicho que dice: "El hijo ajeno huele a feo en todas partes". Naturalmente en esto también hay excepciones, pero éstas se pueden contar con los dedos de una mano y sobran dedos.

Los altercados entre el padre y la madre por cuestión de celos, el llanto y los lamentos de la madre afligida o del marido oprimido, arruinado y desesperado, dejan en la personalidad del niño una marca indeleble de profundo dolor y melancolía que jamás se olvida durante toda la vida.

En las casas elegantes, las orgullosas señoras maltratan a sus criadas cuando éstas se van al salón de belleza o se pintan la cara. El orgullo de las señoras se siente mortalmente herido.

El niño que ve todas estas escenas de infamia, se siente lastimado en lo más hondo, ya sea que se ponga de parte de su madre soberbia y orgullosa, o de parte de la infeliz criada vanidosa y humillada, el resultado suele ser catastrófico para la personalidad infantil.

Desde que se inventó la televisión se ha perdido la unidad de la familia. En otros tiempos, el hombre llegaba de la calle y era recibido por su esposa con mucha alegría. Hoy en día, ya la mujer no sale a recibir a su marido a la puerta porque está ocupada mirando la TV. Dentro de los hogares modernos, el padre, la madre, los hijos, parecen autómatas inconscientes ante la pantalla de la TV.

Ahora el marido no puede comentar con su mujer absolutamente nada, los problemas del día, del trabajo, etc., porque ésta parece sonámbula viendo TV, la película de ayer, las escenas dantescas de Al Capone, el último baile de la nueva ola, etc., etc., etc.

Los niños crecidos en este nuevo tipo de hogar ultra moderno, sólo piensan en: cañones, pistolas, ametralladoras de juguete para imitar y vivir a su modo todas las escenas dantescas que han visto en la pantalla de la TV.

Es una lástima que este invento de la TV sea utilizado con propósitos destructivos. Si la humanidad utilizara este invento en forma dignificante, ya para estudiar las ciencias naturales, ya para enseñar el verdadero Arte Regio de la Madre Natura, ya para dar sublimes enseñanzas a la gente, entonces este invento sería una bendición para la humanidad, podría utilizarse inteligentemente para cultivar la personalidad humana.

Es a todas luces absurdo nutrir la personalidad infantil con música inarmónica, vulgar, etc. Es inútil nutrir la personalidad del niño con cuentos de ladrones y policías, escenas de vicio y prostitución, dramas de adulterio, escenas de pornografía, etc.

El resultado de semejante proceder lo podemos ver en los rebeldes sin causa, los asesinos prematuros, etc.

Es lamentable que las madres azoten a los niños, le den de palos, les insulten con vocablos descompuestos o crueles. El resultado de semejante conducta es el resentimiento, el odio, la pérdida del amor, etc. En la práctica hemos podido ver cómo los niños levantados entre palos, látigos y gritos, se convierten en personas vulgares llenas de patanerías y faltas de todo sentido de respeto y veneración.

Es urgente comprender la necesidad de establecer un verdadero equilibrio en los hogares.

Es indispensable saber que la dulzura y la severidad deben equilibrarse mutuamente en los dos platillos de la balanza de la justicia.

El padre representa la severidad, la madre representa la dulzura. El padre personifica la sabiduría, la madre personifica el amor.

Sabiduría y amor, severidad y dulzura, se equilibran mutuamente en los dos platillos de la balanza cósmica.

Los padres y madres de familia deben equilibrarse mutuamente para bien de los hogares.

Es urgente, es necesario, que los padres y madres de familia comprendan la necesidad de sembrar en la mente infantil los valores eternos del espíritu.

Es lamentable que los niños modernos no posean el sentido de la veneración, esto se debe a los cuentos de vaqueros ladrones, policías, la TV, el video, etc., han pervertido la mente de los niños.

La psicología revolucionaria del Movimiento Gnóstico, en forma clara hace una distinción entre el Ego y la Esencia.

Durante los tres o cuatro primeros años de vida, sólo se manifiesta en el niño la belleza de la Esencia, entonces el niño es tierno, dulce, hermoso en todos sus aspectos psicológicos.

Cuando el Ego comienza a controlar la tierna personalidad del niño, toda esa belleza de la Esencia va desapareciendo y en su lugar afloran entonces todos los defectos psicológicos propios de todo ser humano.

Así es como debemos hacer distinción entre Ego y Esencia, también es necesario distinguir entre Personalidad y Esencia.

El ser humano nace con la Esencia más no nace con la Personalidad, esta última es necesario crearla.
Cuadros: Sir Joshua Reynolds

martes, 13 de mayo de 2008

El secreto qabbalistico de las catedrales

Al penetrar en el interior de la catedral, nos introducimos en un mundo mágico, místico y misterioso, envolviéndonos una época en la que el hombre vivía despacio, admirando la naturaleza como el reflejo del Creador, donde una nación respetó un tiempo la libertad Religiosa y se unificaron los misterios del CRISTIANISMO, del JUDAISMO y del ISLAM.

Estos forman parte de los misterios gnósticos siendo expuestos en el arte GOTICO.
La construcción de la catedral significaba la creación y el impulso de una ciudad, que vivía alrededor de ella, no importándoles el tiempo, ni el esfuerzo, ni el sacrificio, sólo la culminación de la obra. Esta obra es un libro de piedra, cuyas páginas están llenas de los conocimientos que permitían comprender a la propia divinidad, abriéndose el camino que une lo divino y lo humano.Esto sólo se podía realizar en el interior del hombre con la construcción de la catedral del alma.

Los constructores entienden que el TEMPLO es el mismo UNIVERSO, y que ellos sólo son los imitadores del CREADOR, descubriendo así el sendero que lleva a la unión perfecta de la criatura con su creador.

LA CATEDRAL.

La construcción de la catedral era un elemento transformador de cualquier ciudad o pueblo, a causa del impacto psicológico y espiritual que irradiaban estas construcciones.

La construcción comienza por regla general por la cabecera, la girola, el presbiterio y el coro, continúa con los brazos del trasepto, el crucero, y más tarde las naves y la fachada.

Esta forma de construcción es casi general en el desarrollo de la obra. Como vemos, el nártex de las catedrales románicas desaparece y es reemplazado por una antesala de paredes de madera denominada "cancela".

La orientación de la cabecera al este, hacia la salida del sol y su fachada al oeste (puesta del sol), no es caprichosa ni tampoco estética, ellos nos han dejado una sabiduría escrita en sus formas, medidas, volúmenes,... Esta peculiar orientación nos muestra el amanecer de la creación, a semejanza de los grandes cabalistas, despliegan en la Catedral el árbol SEPHIROTICO y en la cabecera colocan a KETHER, CHOKMAH y BINAH, conocidos en el cristianismo como PADRE, HIJO y ESPIRITU SANTO, entidades divinas que son a la vez Regiones espirituales, nombradas como cielos o moradas.

Colocan a CHESED en el crucero, y a GEBURAH y TIPHERET en los traseptos norte y sur, a HOD y NETZACH en las naves laterales, JESOD en la NAVE central, a la altura de la pila bautismal, que se colocaba en la nave norte de la entrada principal, MALCHUT es el antiguo NARTEX y el actual lugar de las cancelas en las construcciones góticas.

MALCHUT, el mundo físico, es la última parte del Templo Divino, los pies del HOMBRE. La catedral, con su forma cruciforme, es a la vez el macrocosmos y el microcosmos, este símbolo múltiple nos habla del nacimiento cósmico, del GENESIS BIBLICO y KABALISTICO. El SOL es el ABSOLUTO, el DIOS sin forma que en el amanecer de la creación emana de ÉL al DIOS o DIOSES manifestados, el KETER, el PADRE, y así sucesivamente se desdobla.

La luz del sol, que ilumina desde el ábside hasta las naves y el NARTEX recorriendo todo el templo. Es la utilización de la luz del sol, como el aliento divino que recorre todas las zonas del templo, nos muestra de donde venimos, y donde estamos ubicados. No tenemos conciencia de los otros reinos o dimensiones donde dejamos partes espirituales que están latentes esperando nuestro regreso.

Pero los KABALISTAS también nos hablan de la sombra del ARBOL SEPHIROTICO, de los INFIERNOS, ellos nos dicen que dicha sombra son los KLIPHOS, pero ¿dónde se los dejaron los maestros constructores? ¿Dónde lo plasmaron? Sólo lo vemos en algunas fachadas con el Juicio Divino, pero en realidad no lo necesitaron, solo basta mirar la ciudad o pueblo donde está enclavada la catedral, para darnos cuenta que estos son los infiernos. Todo aquello que está fuera de la Catedral es sólo su sombra.

Los constructores eran extraordinarios Maestros que conjuntaron todo aquello que tenían en su mano para mostrarnos sus secretos y enseñanzas, unificaron lo que estaba fuera del templo con todo aquello que querían resaltar. La Catedral somos nosotros mismos, pero sólo nos movemos en el NARTEX o mundo físico, incluso estamos de espaldas al templo, contemplando esa ciudad o pueblo, moviéndonos a impulsos de nuestros propios infiernos. El tremendo sacrificio de estos Maestros sirvió y sigue sirviendo para unos pocos que transitan por el camino marcado por ellos, y van leyendo poco a poco, gracias a la meditación, en cada tramo del templo, el porqué de sus formas, su distribución, su orientación...

Con la luz nos han mostrado el Camino, el sendero para unir lo humano con lo Divino.

El camino está trazado desde el nártex al ábside, un mapa lleno de simbolismos dirigidos a aquellos caminantes que se ha atreven a vencerse a sí mismos, que se enfrentan con los mayores peligros, por dentro y por fuera de ellos mismos. Agarrémonos con fuerza de la mano de nuestra adorada VIRGEN INTERIOR, la gran iniciadora, levantemos la gran catedral del alma, culminando nuestra propia obra interior.

Esta obra se culmina con el CLAUSTRO al norte, y la completa construcción del templo transformado en oro puro. Es la ciudad Santa de la Jerusalén Celestial.

Por ello hallamos que no en todas las catedrales está el CLAUSTRO al norte, si no que éstas son muy pocas, una de ellas es la de TOLEDO.

EL REGRESO A LA DIVINIDAD.

El camino está trazado desde el nártex al ábside, un mapa lleno de simbolismos dirigidos a aquellos caminantes que se han atreven a vencerse a sí mismos, que se enfrentan con los mayores peligros, por dentro y por fuera de ellos mismos.

El eje principal del templo es el CRUCERO CENTRAL. Es en sí el corazón del ser humano, por medio del cual debemos llegar a la comprensión de nuestros defectos, y por ende al cambio de color de nuestras aguas, que se produce por los méritos del corazón. Los distintos colores de los asistentes representan las transformaciones interiores. Los asistentes que visten de negro simbolizan el principio del trabajo, los sucesivos colores de los hábitos son la representación de los distintos cambios internos. El GENESIS resuena en la construcción de nuestra Catedral, hermanándose con el APOCALIPSIS, son el ALPHA y el OMEGA de nuestro trabajo interior. En siete días crea DIOS el universo, al séptimo descansó, en siete días simbólicos debemos crear nuestro universo interior, nuestra catedral, que ha de levantarse con los mismos principios esotéricos encerrados en la BIBLIA, que tantos leen y que tan pocos entienden. Este texto en la antigüedad estaba reservado sólo a los sacerdotes, clérigos, monjes...

A los creyentes se les decía que no podrían entenderla, y con razón, ya que es un texto totalmente hermético, con simbolismo puramente INICIATICO. En ella estaba incluída la Kábala, los llamados TEXTOS APOCRIFOS, así como otros textos que han sido eliminados. Los Maestros Constructores utilizaron la BIBLIA antigua, la KABALA, las liturgias y la misma Catedral para completar las ENSEÑANZAS GNOSTICAS que ciertamente conocìan los Caballeros Templarios, es en sí un puzzle que va encajando perfectamente. Es lamentable en lo que han quedado las actuales BIBLIAS, a partir de 1940 los EDITORES eliminaron de sus páginas letras HEBRAICAS, símbolos PLANETARIOS, letras que encontramos en el TAROT EGIPCIO, nombres SEPHIROTICOS, etc, distribuídos por sus páginas, al borde de los textos o en las esquinas, grabados en distintos colores, que sin darles importancia fueron eliminados, quedándose tal como la vemos actualmente. Quitaron por ello muchos elementos que sirven para develar este maravilloso texto. Esto, no sólo ha sucedido con la BIBLIA, sino también con otros muchos libros sagrados.

Hemos observado como los Maestros Constructores aplicaron en sus construcciones el GENESIS combinado con la KABALA, en las cuales nos presenta el desdoblamiento SEPHIROTICO, los cielos del catolicismo. Dispusieron de todo lo que tuvieron a mano para dejarnos grabada en ellas todos los elementos de este camino, combinando sabiamente el aspecto INTERNO y el EXTERNO. Como hemos observado nos muestran al SER, que es la Catedral misma, sus distintas partes representadas en las Imágenes, los centros magnéticos denominados chakras en oriente, las siete iglesias en el Apocalipsis, el candelabro de siete brazos de los HEBREOS que hallamos en los rosetones de las catedrales, y un sin fin de elementos que iremos descubriendo según avancemos interiormente.

En el principio del templo, pasando el nártex, hallamos el primer centro magnético, que corresponde al cóxis de nuestra columna vertebral. En la zona que está un poco más elevada de la nave central, hallamos al segundo chakra, que corresponde en nuestro vehículo físico a la región prostática. En la mitad de la nave central hallamos el tercer centro magnético o CHAKRA, el plexo solar. En el coro hallamos el cuarto centro, que posee dos CHAKRAS pulmonares, uno en cada pulmón. En el crucero central hallamos el quinto centro o CHAKRA, que en nuestro cuerpo se halla ubicado en el corazón.En el Altar luce el centro magnético laringeo, que es el sexto CHAKRA. En el trasaltar hallamos el séptimo centro magnético, que está en el entrecejo. Por último, el octavo CHAKRA está en la coronilla, se sitúa en la capilla central del ábside y deambulatorio.

Estos centros magnéticos son muchos y están distribuidos por muchas partes del cuerpo físico y también por la catedral, son conocidos siete CHAKRAS principales, son los siete sellos del Apocalipsis de San Juan, las siete Iglesias,...

Los signos zodiacales rigen zonas de nuestro cuerpo físico. De igual modo, en la catedral hallamos estos signos. El deambulatorio es el firmamento en donde están las doce Constelaciones Zodiacales, desde donde nos mandan sus influencias a todos los rincones de la catedral.

CONCLUSIÓN

Todo lo que aquí hemos expuesto son las enseñanzas Gnósticas, éste es el Gran Tesoro Templario que todo el mundo busca creyendo que está acuñado en monedas de oro, oculto en alguna misteriosa cueva repleta de la más increíble riqueza jamás soñada.

Este es en verdad el más increíble tesoro que nos pudieron dejar a la humanidad, a través de los gremios de constructores que cincelaron estos maravillosos libros pétreos.

Extraído del libro "El misterio gnóstico de las catedrales" de don Carlos Sanguino DEPOSITO LEGAL: M-19241/1991
I.S.B.N.: 84-604-0662-8

miércoles, 7 de mayo de 2008

EL OPTIMISMO, LA MÚSICA Y LA ROSA

Quisiéramos dejar en este capítulo bien expresado, a cuánto alcanza nuestra dedicación y sincero amor por lo que llamamos optimismo y música.

Lo primero, viene a ser para nosotros, como un amuleto, como un poderoso imán de la buena suerte, como una panacea universal de efecto indudable, cuyo éxito es seguro dentro de la tribulación borrascosa de cada alma.

Los Teósofos de la Escuela Oriental nos han importado y han tratado de popularizar las ideas de Karma y Reencarnación… Ideas éstas, que verdaderamente, con una u otra interpretación, han sido aceptadas por todos los sistemas religiosos. Pero tachamos de improcedentes los medios de propagación, porque en ellos vibra una tonalidad triste, oscura, discordante, de un pesimismo absurdo, que siempre es peligroso…

Consciente o inconscientemente, hemos cometido errores en nuestras vidas pasadas y la espada de Damocles pende rígida en amenaza perpetua sobre nuestras cabezas, pues esa Ley de Karma castiga en efecto, y su castigo abarca todos los actos de nuestra vida para ofrecernos más tarde, en vidas venideras, su dulce recompensa. Es otra vez la amenaza constante de un Infierno y de un Cielo, que han sido los temas explotados con pingües beneficios por todas las religiones.

Es nuestra costumbre forjar proyectos y desecharlos después. Establecer principios y abandonarlos luego. Proponernos una cosa y hacer más tarde otra distinta. Edificamos y reconstruimos, almacenando esperanzas, y luego todo nuestro edificio ilusorio se viene abajo, al menor soplo, para caer rendidos en brazos de la desilusión. Pero no observamos que entre todo este ir y venir, entre este pro y este contra, va perennemente un hilo negro de pesimismo dañino, que es el que no nos permite que la idea buena, bien concebida, bien orientada, llegue a cristalizar…

Verdad que hoy, más que nunca, estamos rodeados de peligros y miserias y jamás la situación económica del mundo ha sido tan mala como ahora, después del nefasto tratado de Versalles, que ha sido un castigo indudable para todos. Pero nos preguntamos: ¿Es útil, es bueno, es edificante ver siempre el lado oscuro, el lado negativo de las cosas? No. Mil veces, no.

El autor goza del sobrenombre de Apóstol del Optimismo, que es predicado a toda costa, y podemos asegurar que ha sido y será siempre nuestro más poderoso amuleto. Con él fuimos urdiendo y bordando nuestro futuro, y así se va realizando poco a poco de una manera admirable. Sonreíd siempre, lectores queridos.

Que la más sana alegría corone todas vuestras empresas, y grabad siempre en vuestro propio corazón, como una Rosa luminosa, el más sano optimismo.

Él os llevará y os guiará a través de las malezas del camino, y cuando la noche sea más tormentosa y cruel, cuando sea más oscura y llena de tinieblas, se encenderá como un faro para alumbrar vuestra senda llena de sonrisas y de amoroso júbilo.

Lancemos a diario, en cada hora, a cada instante, ideas de éxito, de conquista, de bienestar. Sintámonos vencedores y no vencidos. Disparemos con nuestra antena ondas de buena suerte, y ella os llegará atraída por la corriente homogénea.

Si las Logias y Centros que hemos organizado juntamente con la Iglesia Católica no tuvieran otro objeto que repetir y enseñar siempre cuáles son los resultados del optimismo, bastaría esta sola obra para justificar ampliamente su existencia; pues si todos los hombres optimistas se unieran y lanzaran sus fuertes vibraciones en ese sentido, se salvarán naciones y pueblos enteros.

Hagámoslo así. Seamos los portavoces del optimismo para el mundo y tratemos de construir en forma plástica un modo mejor de vida. No veamos nunca por el lado oscuro de las cosas. Sea nuestra mirada para los grandes horizontes, claros y abiertos, que un rayo de sol va tiñendo de rosados matices. El escepticismo, el pesimismo, están simbolizados por la Rosa hundida en la Cruz. Hagamos que ésta florezca…

Por eso, consideramos que la Música es el mejor vehículo de expresión, por ser el Arte Supremo por excelencia, y el que mejor puede darnos la sensación de un optimismo francamente espiritual…

Una vez en América, tuvimos ocasión de tratar a un ocultista al cual, le era indiferente la Música. Durante una amena conversación sobre este Arte con varios de nuestros discípulos, hubo de confesar que no sentía impresión alguna al oír tocar una Obra de Música y que no podía diferenciar la buena de la mala… ¡Pobre de él!

Le dijimos, entonces, que no servía para nuestra Escuela Rosa Cruz. Que la Música era una vía para la Iniciación y que todo Rosa Cruz, si no sabía pulsar un instrumento, si no sabía hacer Arte Musical, al menos debería sentirlo…

Tenemos tres figuras Rosa Cruz que fueron contemporáneas: Mozart, Haydn y Beethoven. El primero, más viejo y experimentado, sorprendió a los otros con su célebre Flauta Encantada, bien conocida, que representa una Iniciación del Egipto, sobre todo, cuando es interpretada por otro músico ocultista, pero moderno, llamado Weingärtner. Haydn, tanto en sus Siete Palabras, como en El Diablo Jorobado y en sus Misas y Oraciones, llega a esferas superiores. Pero lo que es más interesante y de más útil eficacia para nosotros, es su optimismo, su alegría franca, que nos contagia, hasta en sus Misas…

Para la Iniciación se requiere un adelanto espiritual que sólo se conquista con la ceremonia iniciática dentro de la Logia Blanca. Con lecturas no se consigue nada, aunque agotemos toda una biblioteca adecuada. Ni con meditar (unicamente), como pretenden los Teósofos, conseguimos dar el menor paso. Sólo hay una excepción, y ésta es la Música… Haydn llegó a ella, como Beethoven, mediante su inspiración y sentimientos musicales...

Optimismo y Música. He aquí dos caminos iniciáticos. Dos sendas de redención que una mano invisible va cubriendo de Rosas…

Del libro "Rosa Esotérica" de Arnold Krumm Heller