sábado, 30 de abril de 2011

Juan Pablo II: ¿santo católico, adepto gnóstico o mago negro?

Quienes pretenden englobar el concepto “católico” entendiéndola como una unidad orgánica coherente desde sus orígenes en los primeros siglos hasta el día de hoy -ya sea con el fin de defenderla o ya con el fin de denostar de ella- cometen en realidad un grave error. No existe en la historia del catolicismo una verdadera coherencia histórica. Es muy probable así,  que un “católico” de los dos primeros siglos desconociera por completo las formas que su iglesia asumió en la etapa del Renacimiento, del mismo modo que es casi seguro que un Pontífice de hace cien años hubiese condenado sin chistar lo que hoy esa misma Iglesia predica.
 Juan Pablo II en uno de sus tradicionales
gestos de carácter esotérico e iniciático
Estudios suficientes hay al respecto. Pero baste señalar para el fin de nuestro tema el inmenso vuelco que significó para el catolicismo los postulados del Concilio Vaticano II. Los cambios no son simples e intrascendentes, al punto que muchos católicos de hoy en día hubiesen sido condenados como “herejes” sin ir muy lejos por un Papa como Pio X.
Concilio Vaticano II o el triunfo de la gnosis sobre Roma
Cuando a finales de la década de los 60, el Pontífice Juan XXIII –un papa que, por cierto, era iniciado en una fraternidad rosacruz-  daba a conocer los alcances del Concilio Vaticano II, muchas fueron las instituciones de carácter esotérico que saludaron dichos alcances. De inmediato muchas logias masónicas llevaron inclusive el nombre de dicho Papa y en los círculos iniciáticos se rumoreaba el enorme avance  que significaba dicho Concilio en la historia de la evolución espiritual. El propio Samael Aun Weor, líder visible del floreciente movimiento gnóstico latinoamericano señaló: Este ser (Juan XXIII) ha hecho algo muy importante al reconocer que su Iglesia no es la única Iglesia”. Y era cierto, entre los muchos alcances de dicho Concilio se tenía que: “El Espíritu Santo se manifiesta no solo en la Iglesia Católica, sino en todas las religiones”, un postulado ecuménico y de raíz absolutamente gnóstica que hubiera resultado imposible de aceptar solo diez años atrás en el seno del catolicismo tradicional.
Pero el encanto fue momentáneo, ya que si bien se realizó una apertura eclesial desde el viejo dogmatismo a una suerte de doctrina humanista de inspiración netamente masónica (mérito conseguido por los muchos sacerdotes iniciados en sociedades iniciáticas y esotéricas que participaron de dicho Concilio), el catolicismo perdió en cambio el impulso suficiente para forjar una mística que le había dado sus mejores frutos en el pasado. Como bien apuntó alguna vez el hijo de uno de los discípulos del gnóstico René Guenón: “la supresión de la misa tridentina por el rito moderno desacralizó por completo el ritual, quitándole el carácter iniciático que hasta entonces había tenido la misa”.
Apertura gnóstica de visión humanista en sustitución de los tradicionales dogmas por un lado, y un nada conveniente “aggiornamiento”, que condujo a la banalización de los rituales y la virtual desnaturalización de la figura del hombre o la mujer consagrados (sacerdote, monja, etc), fueron finalmente los que se impusieron en la Iglesia Católica. Semejante cambio coincidió también con el ingreso a la Era de Acuario; pero a la luz de los acontecimientos, podemos decir que el Concilio Vaticano II fue en realidad el principio del fin del catolicismo; una religión que pretendió adaptarse a las exigencias de la Nueva Era, pero que naufragó en su intento al forjar una doctrina ambigua, una gnosis sin disciplina y una apertura más política que espiritual.
Desde allí en adelante el destino espiritual de Occidente pareció dirigirse entonces en dos vertientes: el abandono absoluto de la espiritualidad para preferir los deleites  del mundo de la “ilusión”, la droga y el placer por un lado; el autoengaño que significa  la fijación mórbida  en cierto dogmatismo caduco por otro; o finalmente la búsqueda del despertar espiritual en visiones más absolutas de la comprensión, del amor y de la fe, como son las corrientes orientales del budismo o el yoga, la gnosis y todas las vertientes del new age.
Juan Pablo II : Un teósofo ecuménico que se hizo Papa
En ese contexto, nos toca estudiara Juan Pablo II, un papa indispensable para conocer el proceso de desfiguración absoluta de lo que fue el catolicismo tradicional, hasta el gnosticismo “light” y ecuménico que es hoy en día dicha secta cristiana. Ya desde sus primeros años, Karol Wojtila posee una vocación muy lejana al catolicismo tradicional y muy afín al ecumenismo proto-gnóstico o mas bien humanista masónico. Podría decirse que, de no haber existido un Concilio abiertamente pro ecuménico como el mencionado Vaticano II, Wojtila difícilmente hubiera optado por el sacerdocio.
El mismo manifiesta que uno de sus autores influyentes fue el teósofo Mircea Eliade a quien cita en su libro como alguien importante: «por eso, para el pensamiento contemporáneo es importante la filosofía de la religión; por ejemplo, la de Mircea Eliade.. (Cruzando el Umbral de la esperanza p. 56).
El autor Daniel Le Roux en su libro «Pierre m’aimes-tu?»(p. 64) manifiesta que hubo una estrecha amistad entre el entonces futuro pontífice con el director de teatro Klotlarczyk, el mismo que era gnóstico, -seguidor de la escuela antroposófica de Rudolf Steiner, específicamente-. Le Roux destaca que, para ellos, el teatro «era una misión, una vocación; era el sacerdocio del Arte. Los actores, como `sacerdotes del Arte’, dotados de una fuerza ilimitada para renovar el mundo, para rehacer la humanidad entera, para sanar la moral por medio de la belleza predicada, transmitían los más altos valores metafísicos. Tales eran las ideas cantadas por el `arcipreste’ Kotlarczyk».
El futuro Juan Pablo II fue ciertamente un adepto  gnóstico en su rama antroposófica y estuvo bien educado en los principios de la nueva religión a la que necesariamente debe abrirse el hombre en una nueva era. Es seguramente allí donde descubre la misión que tenía encomendada. Posteriormente ya dentro del Vaticano tendrá ocasión de frecuentar las logias de tinte masónico que se establecieron en Roma desde los días del Concilio Vaticano II.

Hacia el ecumenismo o religión universal: principio gnóstico asumido como dogma del nuevo catolicismo

El gnosticismo en todas sus épocas ha manifestado un tácito o expreso afán de ecumenismo o unificación de todos los credos a partir de sus principios comunes. Desde los tiempos ya lejanos del faraón Akenatón, los ideales de unificación fraternal universal bajo los postulados  comunes de los credos han sido un afán muy noble de los iniciados. Pero sería recién a partir de los procesos revolucionarios de la post revolución francesa y americana que los adeptos francmasones y rosacruces aprovecharon para propugnar un paso decisivo en este afán: la defensa hoy incuestionable de la libertad de credo. La doctrina establece en este sentido que la verdadera Caridad Consciente se basa en la Comprensión, de tal modo que quien combate los principios religiosos no tiene Caridad Consciente.
Todo adepto gnóstico o persona con mínimo criterio de espiritualidad consciente sabe bien que todas las religiones buscan que los seres humanos alcancen la divinidad que recuperen el paraíso perdido a causa del pecado, en otras palabras buscan que nos reencontremos con Dios, ese es su objetivo por lo tanto esto las hace especiales como piedras preciosas y aunque el hombre insista en crear divisiones están unidas por su propio objetivo "Dios" por el hilo de la divinidad es el que las une y relaciona entre sí.
Juan Pablo saluda a brujo vudú
Mientras el antiguo catolicismo condenaba a todas las demas religiones y sectas con etiquetas como herejes o infieles. El Concilio vaticano estableció con el decreto "Unitatis Redingratio" :" las Iglesias y comunidades separadas no están desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que se confió a la Iglesia...Recuerden todos los fieles, que tanto mejor promoverán y realizarán la unión de los cristianos, cuanto más se esfuercen en llevar una vida más pura, según el Evangelio. Porque cuanto más se unan en estrecha comunión con el Padre, con el Verbo y con el Espíritu, tanto más íntima y fácilmente podrán acrecentar la mutua hermandad."


Hay una gran afinidad, más aún, una verdadera compenetración entre el ecumenismo de Vaticano II y la gnosis, así lo evidencia la siguiente cita de Mons. Delassus: "Numerosos católicos están seducidos, sobre todo, por esta afirmación que anteriormente hemos encontrado en boca de Weishaupt: 'Todas las religiones, sin exceptuar la religión católica, tienen una enseñanza esotérica'. Esta doctrina secreta de Jesucristo, -hasta hoy desconocida por la Iglesia oficial-, es la que hay que comunicar para iniciar en la verdadera sabiduría, en la gnosis, y preparar así los acontecimientos del verdadero catolicismo, de la religión verdaderamente universal" ("La Conj.", T.II, p.732). Esta religión universal de la cual habla el Gran Jefe de los Iluminados (Weishaupt), no es otra que la nueva religión ecuménica de Vaticano II.
El Ecumenismo, hecho irreversible, en opinión del mencionado  Juan Pablo II como tantas veces lo ha dicho, es el triunfo de la penetración gnóstica en la Iglesia en su designio de conducir el cristianismo hacia los principios del gnosticismo primigenio. El Ecumenismo es el triunfo de la Cábala en la Iglesia y, por ende, de su disgregación en sí misma (solve) y de su reabsorción (coagula). La disgregación de la Iglesia (culto, doctrina y moral) y su reabsorción dentro de los planes de la Gnosis Absoluta. El 'solve et coagula' de la Revolución, están en plena efervescencia para ganar la Iglesia al servicio de la Nueva Era.
Tal fue la misión teosófica del adepto Juan Pablo II, la de instaurar un verdadero y profundo cambio de conceptos rompiendo viejos esquematismos rígidos referentes a la Iglesia. Su nueva ecleseología buscó ser más abierta y elástica (ecuménica). Leamos: «se puede decir que nuestra Fe en la Iglesia ha sido renovada y profundizada de modo significativo por el Concilio (...) La renovación posconciliar es, sobre todo, renovación de esta Fe, extraordinariamente rica y fecunda. La Fe en la Iglesia, como enseña el Concilio Vaticano II, lleva a replantearse ciertos esquematismos demasiado rígidos: por ejemplo, la distinción entre Iglesia docente, que enseña, e Iglesia discente, que aprende, ... se trata pues de no sólo cambiar conceptos sino de renovar actitudes, como he intentado mostrar en mi estudio posconciliar ya citado y titulado La renovación en sus fuentes.» (Cruzando... p.178).

Queda bien claro y establecido que para Juan Pablo II la renovación posconciliar o renovación de la Fe consiste en un cambio de conceptos que generan un cambio en las actitudes. Esto es profundamente revolucionario . Nótese que menciona "renovación de la fe". Esto es, transformar absolutamente lo que la Iglesia ha concebido como fe hasta entonces, para adecuarla a una visión más gnóstica de la Verdad Absoluta.
Juan Pablo II hizo propia la enseñanza teosófica tradicional (seguida desde los neo esenios a los cátaros y rosacruces místicos)  sobre la Iglesia que se ha presentado de diversas maneras, unas veces distinguiendo la Iglesia de Pedro (jerárquica, rígida, jurídica, visible, etc.) y la Iglesia de Juan (mística, espiritual, invisible, trascendental, etc.).  Juan Pablo II manifestó en tal sentido: «Durante mucho tiempo, en la Iglesia se vió más bien la dimensión institucional, jerárquica, y se había olvidado un poco la fundamental dimensión de gracia, carismática, propia del pueblo de Dios.» (Cruzando... p. 178).
Sin embargo ¿por qué un adepto gnóstico se afiliaría a una institución históricamente hostil a los ideales revolucionarios del espíritu, perseguidora de iniciados y dura frente a la flexibilidad espiritual de las corrientes gnosticistas. Pues precisamente con la intención de revolucionarla o dar el pie a una progresiva transformación. Para ello se necesitaba pues lo puro y noble que hay en ella (como en toda religión, de acuerdo a los principios gnósticos), y a partir de allí edificar la cultura de fraternidad universal a la que se aspira. El propio Juan Pablo II lo afirma así : «Encontré la Iglesia como una comunidad de salvación... comprendí a qué precio hemos sido redimidos y todo esto me introdujo aún más profundamente en el misterio de la Iglesia que, en cuanto misterio, tiene una dimensión invisible (el concepto teosófico de la Iglesia Mística de Juan). Lo ha recordado el Concilio. Este misterio es más grande que la sola estructura visible de la Iglesia y su organización (la Iglesia de Pedro). Estructura y organización sirven al misterio. La Iglesia, como cuerpo místico de Cristo, penetra en todos y a todos comprende. Sus dimensiones espirituales, místicas, son mucho mayores de cuanto puedan demostrar todas las estadísticas sociológicas.» (Cruzando... p. 148-149).
La revolución gnóstico-ecuménica de Juan Pablo II llegó a su máxima expresión como nunca antes en la historia. Afirma así : «La Iglesia Católica se alegra cuando otras comunidades cristianas anuncian con ella el Evangelio, sabiendo que la plenitud de los medios de salvación le han sido confiados a ella. En este contexto debe ser entendido el ‘‘subsistit’’ de la enseñanza conciliar». (Cruzando... p. 147).

Juan Pablo II, tampoco le hizo desaires a las prácticas del budismo, las cuales complementan en comprensión a lo que el cristianismo carece en preferencia de la caridad. Juan Pablo afirmó así de la doctrina inmortal del Buda Sakyamuni:«Es necesario prestar una especial atención al budismo, que según un cierto punto de vista es, como el cristianismo, una religión de salvación.» (Cruzando p. 99).

Juan Pablo II y el Dalai Lama: "El budismo es una
religión de salvación" dijo.
Si hubo un Papa católico que oleó y sacramentó el gnosticismo. Ese fué precisamente Juan Pablo II.

Beatificación de Juan Pablo II, ¿anticipo del fin del monopolio religioso occidental romano?

El Padre Urrutia S.J. en un folleto aparecido en España el año 1988 cita un texto aparentemente relacionado con el nombre de pila de Juan Pablo: «San Anselmo, Obispo de Sinium, Grecia, siglo XIII, (vaticina illustrium virorum, Venecia, 1805): `¡Ay de tí, villa de las siete colinas (Roma), cuando la letra K sea aclamada dentro de tus murallas! (Karol, nombre de Juan Pablo II). Entonces tu caída estará próxima, tus gobernantes serán destruidos. Has irritado al Altísimo con tus crímenes y blasfemias, perecerás en la derrota y en la sangre’». («El tiempo que se aproxima»  p. 32).

La profecía ha cobrado especial vigencia en estos días en los que el mundo se apresta a celebrar la "beatificación" de este decidido defensor del gnosticismo . Profecía que nos recuerda también los clásicos textos proféticos  atribuidos a San Malaquías, de acuerdo a los cuales solo quedaría un Papa pendiente para el trono de Roma, luego de lo cual es absolutamente incierto lo que se aproxima para la religión occidental.

Juan Pablo II ¿un adepto caído?

A pesar de todo lo mencionado, no hay que obviar tampoco los múltiples cuestionamientos que se han hecho sobre este pontífice.
El caso Maciel y el lodo que ha envuelto a los legionarios de Cristo han salpicado la causa de beatificación de Karol Wojtyla. Sobre el tema han aparecido sendos libros de dos periodistas reconocidas que abordan el tema desde enfoques opuestos. El de  Carmen Aristegui, "Marcial Maciel. Historia de un criminal", de la editorial Grijalbo, y el otro firmado por Valentina Alazraki, "La luz eterna de Juan Pablo II", editorial Planeta. Esta última no esconde su admiración y veneración a Juan Pablo II y, con vehemencia, trata de demostrar que fue engañado tanto por Maciel, por la estructura de los legionarios, como por sus más cercanos colaboradores. El reiterado apoyo de Juan Pablo II a Marcial Maciel fue gracias a un “sistema Maciel”, así llamado por la autora, un sistema de ocultamiento y encubrimiento dentro y fuera del Vaticano. Pone de ejemplo el caso de Justo Mullor, nuncio apostólico en México 1997-2000, quien reportó las primeras acusaciones contra el pederasta hasta convertirse en una amenaza y por ello fue “promovido” a la academia pontificia, como los propios legionarios se ufanaron.

Saludo hermético entre Juan Pablo II
y el pedófilo Marcial Maciel
El sociólogo de religiones Bernardo Barranco analiza de este modo estos libros: "Las entrevistas recogidas por Carmen Aristegui, en cambio, son contundentes e implican de manera categórica al pontífice polaco. Jeff Anderson, abogado con 25 años de litigios de pederastia clerical, es rotundo: “Creo que no hay duda de que Juan Pablo II –a pesar de lo bueno que fue como Papa– sí protegió a Maciel” por su influencia y los recursos que aportaba al Vaticano. Jason Barry, reconocido periodista pionero en las investigaciones sobre los abusos de Maciel, considera que el apoyo al fundador de los legionarios es la mayor falla que tuvo como Papa; mientras que Alberto Athié, después de narrar su periplo sufrido a manos de Norberto Rivera, sostiene que el encubrimiento a Maciel fue estructural. Efectivamente, el Papa no creyó en su momento las denuncias sobre abusos, probablemente acostumbrado en Polonia a las falsas acusaciones contra la Iglesia por el Estado antagónico. Un complot contra la Iglesia, tesis que sigue utilizando la vieja guardia de la curia romana. Los hechos muestran que Maciel recibió de Juan Pablo II un apoyo sistémico y atención, no sólo él, otros pederastas célebres, como el caso de Hans Hermann Groer, purpurado de Viena. Su sucesor, el cardenal Shoenburn, reclamó airadamente a Angelo Sodano, secretario de Estado, haber frenado las investigaciones que a la postre habrían evitado escándalos mayúsculos.
También está el caso del arzobispo de Poznan, Juliusz Paetz, violador de seminaristas, quien recibió el apoyo y ocultamiento de Stanislao Dziwisz, secretario particular de Juan Pablo II. Si el secretario de Estado, el secretario personal, el jefe de prensa Navarro Valls, y por Talavera sabemos que también el propio Ratzinger, responsable de la Congregación de la Fe, sabían, difícilmente puede admitirse el desconocimiento de la máxima cabeza de la Iglesia. En una estructura tan piramidal y autocrática como la Iglesia, resulta inverosímil que la máxima autoridad del andamiaje clerical estuviese ajena a asuntos tan delicados como las denuncias a Maciel.
En ese sentido Valentina, embelesada en su admiración al pontífice, deja ver cómo Maciel y la Legión de Cristo compran voluntades en las altas esferas del Vaticano, por los sobres con dinero, los favores, los regalos, las fiestas, los apoyos logísticos con autos y personal de apoyo. Es decir, se suma a las filtraciones de algunos legionarios que ha retomado el National Catholic Report, esto es, corrupción al más alto nivel de la propia curia de Juan Pablo II; y como jefe de Estado, el Papa tiene una indudable responsabilidad.
Siguiendo a Marco Politi, estos personajes le deben una explicación pública a la feligresía y a la sociedad."

La pedofilia y la sodomía: prácticas comunes en los rituales de magia negra


Las prácticas esotéricas en sus altos grados se caracterizan por la particular importancia que se le da a los aspectos sexuales. Así, mientras en las más grandes iniciaciones de la magia blanca resulta imprescindible  el tantrismo o castidad científica como medio de activación de los chakras y  potencialización de las facultades ocultas, en la magia negra se hace uso de métodos tántricos  infames para conseguir sus siniestros propósitos.
Las órdenes secretas blancas y negras son a veces muy parecidas y tienen ritos y actos muy similares, sin embargo sirven a propósitos totalmente opuestos. Si la Logia Blanca se propone la santificación y salvación de todos los seres, la Logia Negra propone exactamente lo contrario.
Se sabe bien que los ritos tenebrosos de las logias oscuras usan niños con la finalidad de absorber la "energía" de las indefensas criaturas con tan abominables actos. Más aún el uso de la sodomía es muy común entre ellos, ya que activa de manera completamente pervertida el chakra coccígeo también llamado "punto G" masculino. Todos los que leen esto deben estar advertidos que quienes practiquen semejantes rituales de tantrismo negro condenaran sus almas a la involución.
Las logias tanto negras como blancas penetraron en Roma  con mayor impacto desde el Concilio Vaticano II. En sus ritos y juramentos usan fórmulas muy similares a las que usan por ejemplo los masones negros (que no debemos confundir con los masones blancos): Cuando estos hacen el juramento del 3er. Grado, prometen encubrir todos los crímenes cometidos por un compañero masón, excepto aquellos de traición y asesinato [Malcom Duncan, Duncan's Ritual of Freemasonry (Ritual de la masonería de Duncan), NuevaYork, David McKay Co., p. 94]. 
El verdadero adepto jamás debe ser cómplice de los delitos ajenos. Muy por el contrario debe denunciarlos a la manera de los profetas.
Si alguien se pregunta por qué  los pontífices u obispos  callan con respecto a los crímenes cometidos por otros sacerdotes debe encontrar en este principio común de las sociedades secretas la causa. Ya lo decimos, no debe meterse a todas las sociedades en el mismo saco. El hecho que tengas ritos y gestos parecidos no significa que no haya blancos y negros en estas órdenes.
Ya desde los primeros días del Concilio vaticano II ocurrieron esos casos. Por ejemplo eex sacerdote de North Attleboro James Porter le dijo al papa Pablo VI en 1973 que había estado abusando sexualmente de niños, casi 20 años antes de que las víctimas salieran a la luz pública a revelar el abuso que habían sufrido. Lejos de hacer algo, el pontífice de aquel entonces lo derivó a la Parroquia Sagrado Corazón en Fall River. El encubrimiento es una práctica común entre los adeptos de las órdenes secretas del catolicismo iniciático negro, lo mismo que lo es en ciertas fraternidades de inspiración masónica. han adoptado de ellas incluso algunos gestos como los saludos.
Juan Pablo II  haciendo el tradicional saludo tipo masónico  


Saludo masónico entre Benedicto XVI y presidente de España

Sacerdote pedófilo Shanley, estrecha la mano
-al estilo masónico- del cardenal Bernard Law


Conclusión
Queda claro después de la lectura que Juan Pablo siguió unos lineamientos filosóficos bien distintos a los del catolicismo tradicional de los santos (el anterior al Concilio Vaticano II de fines de la década del 60) . Lo suyo es más próximo al gnosticismo y los sustentos de las sociedades herméticas. Sin embargo, debemos recordar que aquella escalera que sirve para subir también puede servir para bajar. Quien quiera seguir a Dios debe apostar definitivamente por "negarse a si mismo, tomar la cruz y seguir al Cristo". La estrategia antigua de pretender servir a dos amos al mismo tiempo no ha dado resultado ni en los tiempos de Jeshuá Ben Pandhirá ni en el presente.

martes, 19 de abril de 2011

Miriam ha-Magdalít en el misterio del tantrismo evangélico

El tantrismo, el tantra maithuna sadhana, fue introducido en Israel en tiempos del Rey Shlomo (Salomon).

El tantrismo fue introducido mediante el culto de Ishtar (Ashtar, Astarte) por el Rey Shlomo, y hasta la fecha actual se le sigue recriminando esto por judíos y cristianos sin conocer el misterio del culto tántrico de Ishtar, cuando le preguntaban porqué permitía este culto de Ishtar, el respondía que era porque ellos no sabían lo que el sabía ¿Para qué discutir con gente que desprecia el tantra maithuna?

La Piedra o la Roca Viva en el lenguaje místico hebreo representa al chacra Muladhara, esto es Yesod, el fundamento de la kabbalá sexual hebrea. Esto es el significado auténtico de la Piedra o Roca que han rechazado los modernos constructores (los brahmacharies y monjes), que han rechazado fundamentarse en el Muladhara, el fundamento, por medio del tantra maithuna.

La Mezquita de la Roca en Jerusalem, es algo maravilloso, pués la Piedra o Roca protegida por este domo, representa al Coxis y al Chacra Muladhara. Qué maravilla!

Las mujeres judías, las sacerdotisas de Ishtar (Venus, Afrodita, Isis), eran llamadas Q'deshot (las consagradas, las santas), término hebreo para las vestales, las sacerdotisas judías de Ishtar en Israel.

María la Magdalena (Miriam ha-Magdalít), era la Q'deshá de Yeshua el Cristo, ella era su esposa-sacerdotisa, la mujer iniciada en los misterios sexuales sagrados del tantra maithuna sadhana.

Magdalit (magdalena) proviene de la palabra hebrea "Migdal" que significa Torre, y este es un título o grado iniciático que María poseía, Magdalit se traduciría como la "entorrecida" , por el grado de altura espiritual que poseía.

Cuando se lee en Lucas 8:2 que Yeshúa el Cristo le sacó 7 demonios (shedim y/ó rujot raot), en su interpretación tantrista, representa la purificación total de sus 7 chacras a través del maithuna. Pués aunque los 7 chacras estén activados, conservan impurezas que deben de ser eliminadas a traves del maithuna.

María la Magdalena, era la Esposa, la Compañera, la Mujer de Yeshúa el Mesías

La idea que fuese una prostituta, fue un dogma errado de la iglesia católica, y ya se sabe que Juan Pablo II pidió disculpas públicamente de esta equivocación de la doctrina católica.

El mismo Juan Pablo II pidió disculpas por haber el catolicismo manchado el recuerdo bendito de María la Magdalena haciéndola pasar por prostituta, Juan Pablo II dijo que no existía ningún versículo en el evangelio que dijera que María Magdalena era prostituta. (Y efectivamente eso es correcto por parte de Juan Pablo II, pués ninguno de los evangelios señala o dice que María la Magdalena fuese una prostituta)

Ni siquiera ningún evangelio escrito ya sea en griego, copto, siriaco o latino, dice semejante blasfemia contra el bendito recuerdo de Míriam Ha-Magdalit.

Tanto la palabra , en hebreo "BAAL", usada en la boca de una mujer no solo implica la Idea de un Hombre como su Amo o Señor, sino dicho término hebreo también es un EUFENISMO que significa ESPOSO, MARIDO.

El término SEÑOR que usara la Bendita MIRIAM HA-MAGDALIT, en el evangelio, es usado para referirse a YESHÚA como su ESPOSO.

Pués esto es análogo, semejante, cuando decimos que Shiva es el Señor de Parvatti.

Es una lástima que los profanos, los ignorantes, y muchos dizques cristianos, no acepten y reconozcan que MIRIAM HA-MAGDALIT fue la auténtica esposa del Señor YESHÚA HAMMASHÍAJ.

El evangelio copto de Felipe afirma que María la Magdalena era la "compañera" de Yeshúa el Mesías.

Ahora bien, en la primitiva tradición evangélica judío-mesiánica (NAZORI), el evangelio de Felipe escrito originalmente en copto, nos comprueba que María la Magdalena era la Compañera de Yeshúa el Mesías. Y el mismo apostol Felipe en su evangelio copto nos dice que Yeshúa el Cristo y María la Magdalena se besaban en frente de los discípulos. Pués Yeshúa como todo buen Rabbí (maestro) de su tiempo era un hombre casado.

"Y la compañera del Salvador era María la Magdalena. Y Jesús el Cristo la amó más que a todos los discípulos y acostumbraba a besarla muy seguido en la boca"
(El Evangelio de Felipe)

El vocablo "compañera" es un término para referirse que era su esposa, y el mismo término es masónico.

El evangelio de Felipe dice que se besaban delante de los apóstoles y que a Pedro le disgustaba.

Mas los hermanos aún no entienden la simbología del porqué Pedro se molestaba por ésta situación, simplemente porque es un símbolo masónico. Significa que la mujer no puede ser excluida de los misterios de la Piedra Cúbica de Yesod, y que el trabajo debe de realizarse en forma hermética, resguardados de toda mirada profana.

 El Profundo Erotismo del Tantra 


El Tantra nos enseña a los hombres, que
quien toda mujer encarna a Shakti,
tendrá hacia ella una actitud muy diferente a la del hombre-varón común.

Para él, ella no es un objeto sexual que hay que cortejar para obtener sus favores, ni una presa de caza.

El tántrico no es alguien que se la pasa ligando ni un Don Juan. Sola con él, la mujer no tiene nada que temer: estará segura, será libre de comportarse como quiera. Respetada, en ningún momento será molestada.
En el plano sexual el hombre y la mujer se separan desde el punto de vista del orgasmo, lo que significa un extraordinario viraje evolutivo.
Durante el orgasmo, el hombre siente como mucho tres o cuatro contracciones mayores, seguidas de algunas otras, menos intensas, todas localizadas en la región genital. Inmediatamente después se desinteresa del sexo. La sangre abandona el pene, que queda blando, y todo se ha de recomenzar pasado cierto tiempo.

Para la mujer el proceso es totalmente distinto. Normalmente, ella siente de cinco a ocho contracciones principales, luego de nueve a quince secundarias que irradian por toda la pelvis. Lejos de haber terminado, para ella el sexo apenas comienza.

Al contrario del hombre, no hay desentumecimiento de los órganos genitales; si sabe cómo hacerlo, casi inmediatamente puede vivir un nuevo apogeo de placer, luego otro y todavía otro si quiere. En realidad, cuantos más orgasmos tiene una mujer, más puede tener, más se intensifican... Toda mujer es físicamente capaz de experimentar orgasmos múltiples. Simple cuestión de práctica.

¿Una obsesión humana?

Que el sexo obsesione a nuestra especie no es, pues, ni depravación ni lujuria, sino la marca del destino humano. Nuestra especie está destinada al erotismo, juego sutil donde el sexo, disociado y liberado de la pulsión procreadora animal, abre a la pareja humana el acceso espiritual total a través de dos seres en el éxtasis amoroso.

En el animal, la hembra se apodera del esperma para ser fecundada, nada más. Más allá del goce inmediato no busca ninguna fusión en otro plano, como, por ejemplo, el de la meditación entre dos que, en el ser humano, abre la vía a lo cósmico o universal.

El problema de la disfunción sexual entre hombres y mujeres nace del hecho de que el primer orgasmo femenino es sólo un comienzo, mientras que la eyaculación termina con la erección masculina e interrumpe la experiencia: sólo el control eyaculatorio restablece el equilibrio, por lo demás benéfico para ambos.

En el animal el contacto sexual está limitado a los órganos genitales, por otra parte, el pelaje aislante impide un contacto íntimo directo. En nosotros, toda la piel, antena cósmica de millones de receptores sensibles (según lo gnósticos y expertos en este asunto), se ofrece a las caricias y permite intercambios táctiles en la mayor parte del cuerpo.

Todas estas diferencias exclusivas confirman que nuestra especie, y sobre todo la mujer, está concebida para el sexo y el erotismo como ningun otro ser sobre el planeta.

El ser humano es fundamentalmente un ser sexual, el único capaz de dar al acto sexual otras dimensiones que la procreación pura y simple.

Algo de erotismo

El Tantra lo ha comprendido desde hace miles de años. Incluso en el nivel hedonista y secular, el erotismo Indio, concentró siempre su atención en el estado íntimo de la posesión erótica.

Las largas secuencias de caricias y posturas que se recomiendan en el Kamasutra, el Anangaranga y otros manuales, tenían por objeto crear un estado de prolongado saboreo o deleite; en ninguno de los dos textos aquí citados se trata el orgasmo como un desahogo necesario, ni siquiera como el objetivo principal, sino, simplemente, se le da por supuesto.

En los niveles más altos del erotismo indio (gentilicio de la India) el orgasmo se vuelve puramente una puntuación, un incentivo del estado de continuo e intenso esplendor físico y emocional que los amantes consiguen evocarse mutuamente.

El sexo no se considera una sensación, sino un sentimiento; la atracción no es un apetito, sino un “contacto de ojos”; en amor no es una reacción, sino una creación cuidadosamente fomentada.

Su sentido es un prolongado éxtasis mental y corporal, cuyos fuegos se mantienen vivos continuamente por medio de un compromiso y un estímulo prolongado de los órganos sexuales, y no por el mero alivio recíproco. Las posturas y las contracciones internas que tienen lugar en el trascurso de la unión tántrica actúan sobre esta base india de amor sexual.

Pero la condición especial de esplendor interior que provocan, sólo aparece cuando el foco erótico pasa, de la personificación exterior y sensorial del deseo, a la Diosa interior de la que todas las mujeres exteriores son simples paradigmas. La mujer y el hombre, entonces, son claves del deleite recíproco.

Esto no significa que el uno pierda valor a los ojos del otro, sino, más bien, lo contrario, porque cada uno de ellos se vuelve Dios para el otro, y, además, los ritos y los mantras que acompañan el acto sexual llevan también cargas de energía acumulada, derivadas de prácticas, estudio y costumbres anteriores, realzando la actividad sexual con su propia fuerza.

Sonrían los machos, pues en el ser humano la hormona erótica es: ¡es la testosterona!

Es verdad, el hombre y la mujer fabrican ambos a la vez hormonas masculinas y femeninas, aunque él produzca diez veces más testosterona que ella, y diez veces menos estrógenos. Para ella es a la inversa, pero recordemos, sólo la hormona masculina erotiza a la mujer.

En la naturaleza, la mujer es, pues, el único caso de disociación hormonal casi total entre el eros y la procreación: mientras que la reproducción corresponde a los ovarios, que secretan las hormonas femeninas, las glándulas suprarrenales son las que destilan la poca cantidad de hormona masculina necesaria para excitar el centro del deseo, en alguna parte del cerebro femenino.



Por: Ram Saram Kaur

viernes, 15 de abril de 2011

ETICA DEMOSTRADA SEGÚN EL ORDEN GEOMÉTRICO I

Por: Baruch Spinoza
DEFINICIONES:

I.—Por causa de sí entiendo aquello cuya esencia implica la existencia, o, lo que es lo mismo, aquello cuya naturaleza sólo puede concebirse como existente20. II.—Se llama finita en su género aquella cosa que puede, ser limitada por otra de su misma naturaleza. Por ejemplo, se dice que es finito un cuerpo porque concebimos siempre otro mayor. De igual modo, un pensamiento es limitado por otro pensamiento. Pero un cuerpo no es limitado por un pensamiento, ni un pensamiento por un cuerpo. III.—Por substancia entiendo aquello que es en sí y se concibe por sí, esto es, aquello cuyo concepto, para formarse, no precisa del concepto de otra cosa.

IV.—Por atributo entiendo aquello que el entendimiento percibe de una substancia como constitutivo de la esencia de la misma.

V.—Por modo entiendo las afecciones de una substancia22, o sea, aquello que es en otra cosa, por medio de la cual es también concebido.

VI.—Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita.

Explicación: Digo absolutamente infinito, y no en su género; pues de aquello que es meramente infinito en su género podemos negar infinitos atributos, mientras que a la esencia de lo que es absolutamente infinito pertenece todo cuanto expresa su esencia, y no implica negación alguna.

VII—Se llama libre a aquella cosa que existe en virtud de la sola necesidad de su naturaleza y es determinada por sí sola a obrar; y necesaria, o mejor compelida, a la que es determinada por otra cosa a existir y operar, de cierta y determinada manera

VIII.—Por eternidad entiendo la existencia misma, en cuanto se la concibe como siguiéndose necesariamente de la sola definición de una cosa eterna. Explicación: En efecto, tal existencia se concibe como una verdad eterna, como si se tratase de la esencia de la cosa, y por eso no puede explicarse por la duración o el tiempo, aunque se piense la duración como careciendo de principio y fin.
AXIOMAS
I.-Todo lo que es, o es en sí, o en otra cosa.
II. —Lo que no puede concebirse por medio de otra cosa, debe concebirse por sí.
III—De una determinada causa dada se sigue necesariamente un efecto, y, por el contrario, si no se da causa alguna determinada, es imposible que un efecto se siga.
IV.—El conocimiento del efecto depende del conocimiento de la causa, y lo implica.
V.—Las cosas que no tienen nada en común una con otra, tampoco pueden entenderse una por otra, esto es, el concepto de una de ellas no implica el concepto de la otra.
VI.—Una idea verdadera debe ser conforme a lo ideado por ella.
VIL—La esencia de todo lo que puede concebirse como no existente no implica la existencia.

PROPOSICIÓN I
Una substancia es anterior, por naturaleza, a sus afecciones. Demostración: Es evidente por las Definiciones 3 y 5.

PROPOSICIÓN II
Dos substancias que tienen atributos distintos no tienen nada en común entre sí 24.
Demostración: Es evidente por la Definición 3. En efecto: cada una debe ser en sí y concebirse por sí, esto es, el concepto de una no implica el concepto de la otra.

PROPOSICIÓN III
No puede una cosa ser causa de otra, si entre sí nada tienen en común. Demostración: Si nada común tienen una con otra, entonces (por el Axioma 5) no pueden entenderse una por otra, y, por tanto (por el Axioma 4), una no puede ser causa de la otra. Quod erat demonstrandum (en lo sucesivo Q.E.D.).

PROPOSICIÓN IV
Dos o más cosas distintas se distinguen entre sí, o por la diversidad de los atributos de las substancias o por la diversidad de las afecciones de las mismas.
Demostración: Todo lo que es, o es en sí, o en otra cosa (por el Axioma 1), esto es (por las Definiciones 3 y 5), fuera del entendimiento nada se da excepto las substancias y sus afecciones. Por consiguiente, nada hay fuera del entendimiento que sea apto para distinguir varias cosas entre sí, salvo las substancias o, lo que es lo mismo (por la Definición 4), sus atributos y sus afecciones. Q.E.D.

PROPOSICIÓN V
En el orden natural no pueden darse dos o más substancias de la misma naturaleza, o sea, con el mismo atributo.
Demostración: Si se diesen varias substancias distintas, deberían distinguirse entre sí, o en virtud de la diversidad de sus atributos, o en virtud de la diversidad de sus afecciones (por la Proposición anterior). Si se distinguiesen por la diversidad de sus atributos, tendrá que concederse que no hay sino una con el mismo atributo. Pero si se distinguiesen por la diversidad de sus afecciones, entonces, como es la substancia anterior por naturaleza a sus afecciones (por la Proposición 1), dejando, por consiguiente, aparte esas afecciones, y considerándola en sí, esto es (por la Definición 3 y el Axioma 6), considerándola en verdad, no podrá ser pensada como distinta de otra, esto es (por la Proposición precedente), no podrán darse varias, sino sólo una. Q.E.D.

PROPOSICIÓN VI Una substancia no puede ser producida por otra substancia.
Demostración: En la naturaleza no puede haber dos substancias con el mismo atributo (por la Proposición anterior), esto es (por la Proposición 2), no puede
haber dos substancias que tengan algo de común entre sí. De manera que (por la Proposición 3) una no puede ser causa de la otra, o sea, no puede ser producida por la otra. Q.E.D.
Corolario: Se sigue de aquí que una substancia no puede ser producida por otra cosa. Pues nada hay en la naturaleza excepto las substancias y sus afecciones, como es evidente por el Axioma 1 y las Definiciones 3 y 5. Pero como (por la Proposición anterior) una substancia no puede ser producida por otra substancia, entonces una substancia no puede, en términos absolutos, ser producida por otra cosa. Q.E.D.
De otra manera: Se demuestra ésta más fácilmente todavía en virtud del absurdo de su contradictoria. Pues, si la substancia pudiese ser producida por otra cosa, su conocimiento debería depender del conocimiento de su causa (por el Axioma 4); y, por lo tanto (según la Definición 3), no sería una substancia.

PROPOSICIÓN VII
A la naturaleza de una substancia pertenece el existir.
Demostración: Una substancia no puede ser producida por otra cosa (por el Corolario de la Proposición anterior); será, por tanto, causa de sí, es decir (por la Definición 1), que su esencia implica necesariamente la existencia, o sea, que a su naturaleza pertenece el existir. Q.E.D.

PROPOSICIÓN VIII
Toda substancia es necesariamente infinita.
Demostración: No existe más que una única substancia con el mismo atributo (por la Proposición 5), y el existir pertenece a su naturaleza (por la Proposición 7). Por consiguiente, competerá a su naturaleza existir, ya como finita, ya como infinita. Pero como finita no puede existir, pues (por la Definición 2) debería ser limitada por otra cosa de su misma naturaleza, que también debería existir necesariamente (por la proposición 7); y entonces habría dos substancias con el mismo atributo, lo cual es absurdo (por la Proposición 5). Por tanto, existe como infinita. Q.E.D.
Escolio 1: Como el ser finito es realmente una negación parcial, y el ser infinito una afirmación absoluta de la existencia de cualquier naturaleza, se sigue,
pues, de la sola Proposición 7, que toda substancia debe ser infinita25.

Escolio 2: No dudo que sea difícil concebir la demostración de la Proposición 7 para todos los que juzgan confusamente de las cosas y no están acostumbrados a conocerlas por sus primeras causas; y ello porque no distinguen entre las modificaciones de las substancias y las substancias mismas, ni saben cómo se producen las cosas. De donde resulta que imaginen para las substancias un principio como el que ven que tienen las cosas naturales26; pues quienes ignoran las verdaderas causas de las cosas lo confunden todo, y, sin repugnancia mental alguna, forjan en su espíritu árboles que hablan como los hombres, y se imaginan que los hombres se forman tanto a partir de piedras como de semen, y que cualesquiera formas se transforman en otras cualesquiera. Así también, quienes confunden la naturaleza divina con la humana atribuyen fácilmente a Dios afectos humanos, sobre todo mientras ignoran cómo se producen los afectos en el alma. Pero si los hombres atendieran a la naturaleza de la substancia, no dudarían un punto de la verdad de la Proposición 7; muy al contrario, esta Proposición sería para todos un axioma, y se contaría entre las nociones comunes. Pues por substancia entenderían aquello que es en sí y se concibe por sí, esto es, aquello cuyo conocimiento no precisa del conocimiento de otra cosa. En cambio, por modificaciones entenderían aquello que es en otra cosa, y cuyo concepto se forma a partir del concepto de la cosa en la que es: por lo cual podemos tener ideas verdaderas de modificaciones no existentes; supuesto que, aunque no existan en acto fuera del entendimiento, su esencia está, sin embargo, comprendida en otra cosa, de tal modo que pueden concebirse por medio de ésta. Por contra, la verdad de las substancias fuera del entendimiento está sólo en sí mismas, ya que se conciben por sí. Por tanto, si alguien dijese que tiene una idea clara y distinta —esto es, verdadera— de una substancia y, con todo, dudara de si tal substancia existe, sería en verdad lo mismo que si dijese que tiene una idea verdadera y, con todo, dudara de si es falsa (como resulta patente al que preste la suficiente atención); o si alguien afirma que una substancia es creada, afirma a la vez que una idea falsa se ha hecho verdadera: y, sin duda, no puede concebirse nada más absurdo. Por ello, debe reconocerse que la existencia de una substancia es, como su esencia, una verdad eterna. Mas de ello, de otra manera, podemos concluir que no hay sino una única substancia de la misma naturaleza, lo cual he pensado que merecía la pena mostrar aquí. Pero para hacerlo con orden, debe notarse: 1) que la verdadera definición de cada cosa no implica ni expresa nada más que la naturaleza de la cosa definida. De lo cual se sigue esto: 2) que ninguna definición conlleva ni expresa un número determinado de individuos, puesto que no expresa más que la naturaleza de la cosa definida. Por ejemplo, la definición de un triángulo no expresa otra cosa que la simple naturaleza del triángulo, pero no un determinado número de triángulos. 3) Debe notarse que se da necesariamente alguna causa determinada de cada cosa existente. 4) Por último, debe notarse que esa causa, en cuya virtud existe una cosa, o bien debe estar contenida en la misma naturaleza y definición de la cosa existente (ciertamente, porque el existir es propio de su naturaleza), o bien debe darse fuera de ella. Sentado esto, se sigue que, si en la naturaleza existe un determinado número de individuos, debe darse necesariamente una causa en cuya virtud existan esos individuos, ni más ni menos. Si, por ejemplo, existen en la naturaleza veinte hombres (que, para mayor claridad, supongo existen a un tiempo, y sin que en la naturaleza haya habido otros antes), no bastará (para dar razón de por qué existen veinte hombres) con mostrar la causa de la naturaleza humana en general, sino que además habrá que mostrar la causa en cuya virtud no existen ni más ni menos que veinte, puesto que (por la Observación 3) debe haber necesariamente una causa de la existencia de cada uno. Pero esta causa (por las Observaciones 2 y 3) no puede estar contenida en la naturaleza humana misma, toda vez que la verdadera definición del hombre no implica el número veinte; y de esta suerte (por la Observación 4), la causa por la que esos veinte hombres existen, y, consiguientemente, por la que existe cada uno, debe darse necesariamente fuera de cada uno de ellos; y por ello es preciso concluir, en absoluto, que todo aquello de cuya naturaleza puedan existir varios individuos, debe tener necesariamente, para que existan, una causa externa. Entonces, y puesto que existir es propio de la naturaleza de una substancia (por lo ya mostrado en este Escolio), debe su definición conllevar la existencia como necesaria y, consiguientemente, su existencia debe concluirse de su sola definición. Pero de su definición (como ya mostramos en las Observaciones 2 y 3) no puede seguirse la existencia de
varias substancias; por consiguiente, se sigue necesariamente de ella, como nos proponíamos demostrar, que existe sólo una única substancia de la misma naturaleza.