martes, 20 de mayo de 2008

Gnosis, el sentido del conocimiento

La palabra griega gnôsis significa simplemente "conocimiento". Pero en la literatura gnóstica no se trata en modo alguno de un saber cualquiera. La gnosis es un conocimiento dotado de maravillosos prestigios.

"Pocos pueden poseer este conocimiento; uno entre mil, dos entre diez mil". Simón el Mago comienza así su gran "Revelación" (Apophasis):

Esto es lo que se expresa en la Revelación de la Voz y del Nombre, que proviene del Pensamiento y del Gran Poder Infinito; por eso será sellado, escondido y conservado en la morada donde tiene sus fundamentos la raíz del Todo.

La gnôsis, posesión de los iniciados, se opone a la vulgar pistis (creencia) de los simples fieles. Es menos un "conocimiento" propiamente dicho que una revelación secreta y misteriosa. Las sectas gnósticas pretenden poseer libros de origen alógeno, o sea de origen exterior y superior al mundo en el que nos debatimos. Tales libros son atribuidos a personajes prestigiosos, verdaderos enviados celestes. He aquí, como ejemplo, lo que se afirma explícitamente en el Libro Sagrado del Gran Espíritu Invisible, una de las obras usadas en la secta de los setianos:

"Es éste el libro que ha escrito el gran Set (uno de los hijos de Adán). Lo ha depositado en montañas elevadas sobre las cuales el sol no sale ni podría salir jamás. Desde los días de los profetas, de los apóstoles y de los predicadores, ni siquiera (su) nombre estuvo ni pudo estar nunca en los corazones. Nadie lo oyó jamás. Este libro fue escrito por el gran Set a los ciento treinta años; lo depositó en la montaña denominada Charax, para que fuera manifestado en los últimos tiempos y en los últimos instantes".

Todos los gnósticos cristianos pretenden haber heredado por vías misteriosas las enseñanzas secretas dadas por Jesús a sus discípulos: Basílides, por ejemplo, pretendía haber recibido de Matías las doctrinas esotéricas reveladas a este apóstol por el Salvador. Los sectarios gnósticos hicieron circular muchos Evangelios llamados apócrifos: el Evangelio según los Egipcios, el Evangelio de María. El Apócrifo (en el sentido literal de la palabra griega: "Libro secreto") de Juan, etc. Gnosis implica transmisión de enseñanzas secretas, de "misterios" reservados a un pequeño número de "iniciados", a la "generación de fe inconmovible".

¿En qué se distingue de las otras doctrinas teosóficas u ocultas? "Se llama o se puede llamar gnosticismo -también gnosis- toda doctrina o actitud religiosa fundada en la teoría o en la experiencia de la obtención de la salvación por el conocimiento". La gnosis traduce siempre una necesidad individual de salvación, de liberación:

"...la gnosis -escribe Puech- es una experiencia o se refiere a una eventual experiencia interior, destinada a convertirse en estado inamisible (latín: inamissibilis, que no puede perderse"), a través del cual, en el curso de una iluminación que es regeneración y divinización, el hombre se cobra en su verdad, vuelve a recordar y adquiere otra vez conciencia de sí mismo, o sea que conoce simultáneamente su naturaleza y su origen auténticos; a través de esta experiencia se conoce o se reconoce en Dios, conoce a Dios y aparece ante sí mismo como emanado de Dios y ajeno al mundo, adquiriendo así, con la posesión de su "yo" y de su verdadera condición, la explicación de su destino y la certidumbre definitiva de su salvación, al descubrirse merecidamente salvado para toda la eternidad.

Teódoto, un discípulo de Valentín, nos dice que poseer la gnosis es saber "lo que fuimos y lo que hemos llegado a ser; dónde estábamos; dónde hemos sido arrojados; hacia dónde vamos y de dónde nos llega la redención; cuál es el nacimiento y cuál la resurrección".

La gnosis responde siempre a una angustia subjetiva del individuo, obsesionado por los grandes enigmas metafísicos. La Pistis Sophia ("Fe y Sabiduría"), la más célebre de las obras gnósticas en lengua copta, contiene una larga enumeración de los conocimientos de los que se benefician las almas elegidas: Por qué fueron creadas la luz y las tinieblas, el caos, los tesoros de la luz, los impíos, los buenos, las emanaciones de la luz, el pecado, el bautismo, la cólera, la blasfemia, la injuria, el adulterio, la pureza, la soberbia, la risa, la maledicencia, la obediencia y la humildad, la riqueza, la esclavitud; por qué existen los reptiles, los animales salvajes, el ganado, las piedras preciosas, el oro, la plata, las plantas, las aguas, el occidente y el oriente, las estrellas, etc. O sea que, al revelarle el misterio que cubre su origen y su destino, la gnosis permite al hombre comprender la significación de todas las cosas.

Un "conocimiento" tal, una "iluminación" semejante convierten a su beneficiario en un ser prestigioso:


Pues el hombre es un ser viviente divino, que no debe ser comparado con los demás seres vivientes terrestres, sino con los que habitan arriba, en el cielo, y que llaman dioses. O más bien, si es necesario atreverse a decir la verdad, es aún por encima de estos dioses que se halla el hombre realmente hombre, o existe al menos una completa igualdad de poder entre unos y otros.

En efecto, ninguno de los dioses celestes abandonará la frontera del cielo ni descenderá sobre la tierra; pero el hombre se eleva hasta el cielo mismo, lo mide, y conoce de un extremo al otro; capta todo lo demás con exactitud y maravilla suprema, no tiene siquiera necesidad de abandonar la tierra para estar en el cielo: tan lejos se extiende su poder.

Es conocido el famoso pasaje de san Pablo frecuentemente invocado por el esoterismo cristiano:

Conozco a un hombre en Cristo que hace catorce años fue llevado hasta el tercer cielo (si subió con su cuerpo o sin él, yo lo ignoro; sólo Dios lo sabe) y sé que este hombre fue elevado hasta el Paraíso y que oyó palabras inefables que a un hombre le está prohibido revelar.

Gracias a la iluminación de la que ha sido beneficiario, el gnóstico se sirve de la angustia misma para alcanzar el conocimiento definitivo.

Es amarga, en efecto -nos dice Simón-, el agua que encontramos después del Mar Rojo (Simón interpreta un versículo del Éxodo): porque ella es el camino que conduce al conocimiento de la vida, camino que pasa a través de dificultades y amarguras. Pero transformada por Moisés, o sea por el Verbo, esta agua amarga se convierte en dulce.

La gnosis -simbolizada por el fuego iluminador y generador- arranca el alma del elegido del espeso "sueño" en que se hallaba sumida: de ahí el empleo de métodos de adiestramiento espiritual destinados a engendrar estados especiales de conciencia y de supraconciencia. Sin embargo, la constituye, una vez que ha sido alcanzada, un conocimiento total, inmediato, que el individuo posee enteramente o del que carece en absoluto; es el "conocimiento" en sí, absoluto, que abarca al Hombre, al Cosmos y a la Divinidad. Y es solo a través de este conocimiento -y no por medio de la fe o de las obras- que el individuo puede ser salvado: sean cuales fueren los rasgos característicos del gnosticismo como filosofía religiosa, la gnosis se halla definida por esta posición general, y también por la actitud existencial de la que procede; es por su condición de experiencia vivida que la gnosis manifiesta su verdadera originalidad.


Paradójicamente, en algunos gnósticos cristianos se advierte el deseo de conocer el origen del mal: en una de las versiones del mito de Sophia, el error de esta "sabiduría" consistió en querer contemplar la Divinidad insondable; otra entidad mítico-metafísica, Horos, "el Límite", dará a Sophia conciencia de los límites de su naturaleza. Basílides anuncia el advenimiento final de la "gran Ignorancia", que se apoderará de todos los seres existentes, quienes ya no tratarán de conocer lo que los sobrepasa: " Son inmortales todos los seres que permanecen en el sitio que les corresponde". Pero tal actitud es completamente excepcional en el gnosticismo.

El gnóstico se salva mediante el conocimiento; pero ¿de qué debe ser salvado? Esta pregunta nos exige estudiar la actitud del gnóstico respecto de su cuerpo, del mundo visible y de la existencia sensible en general.


"La Gnosis es el conocimiento total, inconmensurablemente superior a la fe y a la razón. El Gnosticismo estar unido entonces a la sabiduría primordial original, fuente de las diversas religiones particulares".
"Para el gran tradicionalista francés Andrè Renè Guènon (1886-1951) y sus discípulos, en todas las religiones se halla la idea de una liberación metafísica del hombre por medio de la gnosis, o sea por medio del conocimiento integral; existe una asombrosa universalidad de ciertos símbolos y de ciertos mitos: de ahí la postulación lógica de un origen común de los diferentes esoterismos religiosos".
"La Gnosis simbolizada por el fuego iluminador y generador arranca el Alma del elegido del espeso "sueño" en que se hallaba sumida: de ahí el empleo de métodos de adiestramiento espiritual destinados a engendrar estados especiales de Conciencia y de supraconciencia. Sin embargo, la Gnosis constituye, una vez que ha sido alcanzada, un conocimiento total, inmediato, que el individuo posee enteramente o del que carece en absoluto; es el "conocimiento" en sí, absoluto, que abarca al Hombre, al Cosmos y a la Divinidad. Y es sólo a través de este conocimiento y no por medio de la fe (ciega) o de las obras, que el individuo puede ser salvado: sean cuales fueren los rasgos característicos del gnosticismo como filosofía religiosa. La Gnosis se halla definida por esta posición general, y también por la actitud existencial de la que procede; es por su condición de experiencia vivida que la gnosis manifiesta su verdadera originalidad".
"La Gnosis es el conocimiento del camino hacia lo alto y de los medios a emplear para seguirlo. Pero el hombre solo puede llegar a ella si advierte que él mismo es, en pequeño, el mundo entero; el hombre es un microcosmos donde aparecen todos los poderes y sustancias del macrocosmos; se compone de materia, pero contiene también del Logos, el Espíritu divino viviente que reina sobre las regiones superiores del Cosmos" (Leisegang, La Gnòse, página 27).
En este mismo libro Les Gnostiques en un capítulo titulado "El hombre, prisionero del tiempo" dice: "...El gnóstico no aspira más que a ser liberado del tiempo, y establecido o restablecido fuera de todo devenir, devuelto al estado en que supone que hallaba al principio; en la estabilidad y la verdad del Pleroma, de Aín, del ser eterno, de su Ser completo".
En "No somos de este mundo" que nos recuerda las palabras del Maestro Jesús "Mi reino no es de este mundo" encontramos: "...El gnóstico si se siente fuera de su patria, "exiliado" en el mundo terrenal, es porque experimenta la nostalgia lacerante de la patria original de la que ha caído: Tú no eres de aquí, tu estirpe no es de este mundo: tu lugar es el lugar de la vida".
"La parte superior del ser humano es un principio divino exiliado aquí abajo: mediante el conocimiento, ella reconoce su origen primero y se salva. De este modo el gnóstico alcanza el conocimiento supremo: El conocimiento del hombre es el comienzo de la perfección; el conocimiento de Dios es su consumación".
"El gnóstico vuelve a encontrar su verdadero Ser -intemporal y ontológico-, y en este reencuentro toma conciencia de la condición gloriosa, divina, que poseyó en un pasado inmemorial. El gnóstico llega así a la comprobación fundamental: Estoy en el mundo, pero no soy del mundo..."
"El problema del gnóstico es saber de qué modo su alma -que es una chispa divina extraviada en la tierra- podrá retornar a las regiones superiores de donde ha caído. Desde que fui unido a la carne -dice un salmo maniqueo que canta las desdichas del alma- olvidé mi divinidad. He bebido la copa de la locura, y me he rebelado contra mí mismo".
"Uno de los mitos más característicos de la Gnosis es el de la ascención del Alma a través de las esferas planetarias: el gnosticismo desarrolla bajo diversas formas el tema de la ascensión del hombre iluminado (ya sea en Espíritu, durante esta vida, o después de la muerte) hacia su patria original. El gnóstico es siempre un hombre que desea escapar a la fatalidad del mundo terrenal y recuperar la condición luminosa que poseyó antes de la caída".
"La Gnosis -dicen los gnósticos cristianos- es la redención del Hombre interior. ...La Gnosis rescata al Hombre Interior pneumático (espiritual); se basta con el conocimiento del Todo, y ésta es la verdadera redención".
"En el Nuevo Testamento, el esoterismo asoma más de una vez; ciertas fórmulas misteriosas no pueden explicarse mediante la exégesis literal. El último de los libros neotestamentarios, el Apocalipsis de San Juan, es inclusive bastante extraño; el simbolismo de las imágenes y de los nombres desempeña en él un papel muy importante, y hasta se encuentra una alusión a la doctrina de las reencarnaciones, de las que solo el verdadero cristiano puede escapar".
"En el Evangelio de San Juan encontramos alusión a la Luz Divina que las tinieblas no han extinguido (Juan, 1:5), así como un pasaje en el que se apela al conocimiento que posee el cristiano".
"En San Pablo es dable observar doctrinas comunes al cristianismo primitivo y a la Gnosis. El Apóstol, inclusive, apela a "la Sabiduría de Dios..., sabiduría recóndita, la cual predestinó y preparó Dios antes de los siglos para gloria nuestra, sabiduría que ninguno de los príncipes (como observa Doresse, la traducción literal es arcontes) de este siglo (literalmente: de este eón) ha entendido" (I-Corintios, II, 7-8)".

Serge Hutin

1 comentario:

García de A. dijo...

Excelente blog!
Saludos. Manuel.