El ejemplo de los mayores es definitivo para la personalidad infantil. El niño aprende más con el ejemplo que con el precepto. La forma equivocada de vivir, el ejemplo absurdo, las costumbres degeneradas de los mayores, dan a la personalidad del niño ese tinte peculiar escéptico y perverso de la época en que vivimos.
En estos tiempos modernos el adulterio se ha vuelto más común que la papa y la cebolla, y como es lógico, esto origina escenas dantescas dentro de los hogares.
Son muchos los niños que por estos tiempos tienen que soportar llenos de dolor y sufrimiento, los látigos y palos del padrastro o de la madrastra. Es claro que en esa forma la personalidad del niño se desarrolla dentro del marco del dolor, el rencor y el odio.
Existe un dicho que dice: "El hijo ajeno huele a feo en todas partes". Naturalmente en esto también hay excepciones, pero éstas se pueden contar con los dedos de una mano y sobran dedos.
Los altercados entre el padre y la madre por cuestión de celos, el llanto y los lamentos de la madre afligida o del marido oprimido, arruinado y desesperado, dejan en la personalidad del niño una marca indeleble de profundo dolor y melancolía que jamás se olvida durante toda la vida.
En las casas elegantes, las orgullosas señoras maltratan a sus criadas cuando éstas se van al salón de belleza o se pintan la cara. El orgullo de las señoras se siente mortalmente herido.
El niño que ve todas estas escenas de infamia, se siente lastimado en lo más hondo, ya sea que se ponga de parte de su madre soberbia y orgullosa, o de parte de la infeliz criada vanidosa y humillada, el resultado suele ser catastrófico para la personalidad infantil.
Desde que se inventó la televisión se ha perdido la unidad de la familia. En otros tiempos, el hombre llegaba de la calle y era recibido por su esposa con mucha alegría. Hoy en día, ya la mujer no sale a recibir a su marido a la puerta porque está ocupada mirando la TV. Dentro de los hogares modernos, el padre, la madre, los hijos, parecen autómatas inconscientes ante la pantalla de la TV.
Ahora el marido no puede comentar con su mujer absolutamente nada, los problemas del día, del trabajo, etc., porque ésta parece sonámbula viendo TV, la película de ayer, las escenas dantescas de Al Capone, el último baile de la nueva ola, etc., etc., etc.
Los niños crecidos en este nuevo tipo de hogar ultra moderno, sólo piensan en: cañones, pistolas, ametralladoras de juguete para imitar y vivir a su modo todas las escenas dantescas que han visto en la pantalla de la TV.
Es una lástima que este invento de la TV sea utilizado con propósitos destructivos. Si la humanidad utilizara este invento en forma dignificante, ya para estudiar las ciencias naturales, ya para enseñar el verdadero Arte Regio de la Madre Natura, ya para dar sublimes enseñanzas a la gente, entonces este invento sería una bendición para la humanidad, podría utilizarse inteligentemente para cultivar la personalidad humana.
Es a todas luces absurdo nutrir la personalidad infantil con música inarmónica, vulgar, etc. Es inútil nutrir la personalidad del niño con cuentos de ladrones y policías, escenas de vicio y prostitución, dramas de adulterio, escenas de pornografía, etc.
El resultado de semejante proceder lo podemos ver en los rebeldes sin causa, los asesinos prematuros, etc.
Es lamentable que las madres azoten a los niños, le den de palos, les insulten con vocablos descompuestos o crueles. El resultado de semejante conducta es el resentimiento, el odio, la pérdida del amor, etc. En la práctica hemos podido ver cómo los niños levantados entre palos, látigos y gritos, se convierten en personas vulgares llenas de patanerías y faltas de todo sentido de respeto y veneración.
Es urgente comprender la necesidad de establecer un verdadero equilibrio en los hogares.
Es indispensable saber que la dulzura y la severidad deben equilibrarse mutuamente en los dos platillos de la balanza de la justicia.
El padre representa la severidad, la madre representa la dulzura. El padre personifica la sabiduría, la madre personifica el amor.
Sabiduría y amor, severidad y dulzura, se equilibran mutuamente en los dos platillos de la balanza cósmica.
Los padres y madres de familia deben equilibrarse mutuamente para bien de los hogares.
Es urgente, es necesario, que los padres y madres de familia comprendan la necesidad de sembrar en la mente infantil los valores eternos del espíritu.
Es lamentable que los niños modernos no posean el sentido de la veneración, esto se debe a los cuentos de vaqueros ladrones, policías, la TV, el video, etc., han pervertido la mente de los niños.
La psicología revolucionaria del Movimiento Gnóstico, en forma clara hace una distinción entre el Ego y la Esencia.
Durante los tres o cuatro primeros años de vida, sólo se manifiesta en el niño la belleza de la Esencia, entonces el niño es tierno, dulce, hermoso en todos sus aspectos psicológicos.
Cuando el Ego comienza a controlar la tierna personalidad del niño, toda esa belleza de la Esencia va desapareciendo y en su lugar afloran entonces todos los defectos psicológicos propios de todo ser humano.
Así es como debemos hacer distinción entre Ego y Esencia, también es necesario distinguir entre Personalidad y Esencia.
El ser humano nace con la Esencia más no nace con la Personalidad, esta última es necesario crearla.
Son muchos los niños que por estos tiempos tienen que soportar llenos de dolor y sufrimiento, los látigos y palos del padrastro o de la madrastra. Es claro que en esa forma la personalidad del niño se desarrolla dentro del marco del dolor, el rencor y el odio.
Existe un dicho que dice: "El hijo ajeno huele a feo en todas partes". Naturalmente en esto también hay excepciones, pero éstas se pueden contar con los dedos de una mano y sobran dedos.
Los altercados entre el padre y la madre por cuestión de celos, el llanto y los lamentos de la madre afligida o del marido oprimido, arruinado y desesperado, dejan en la personalidad del niño una marca indeleble de profundo dolor y melancolía que jamás se olvida durante toda la vida.
En las casas elegantes, las orgullosas señoras maltratan a sus criadas cuando éstas se van al salón de belleza o se pintan la cara. El orgullo de las señoras se siente mortalmente herido.
El niño que ve todas estas escenas de infamia, se siente lastimado en lo más hondo, ya sea que se ponga de parte de su madre soberbia y orgullosa, o de parte de la infeliz criada vanidosa y humillada, el resultado suele ser catastrófico para la personalidad infantil.
Desde que se inventó la televisión se ha perdido la unidad de la familia. En otros tiempos, el hombre llegaba de la calle y era recibido por su esposa con mucha alegría. Hoy en día, ya la mujer no sale a recibir a su marido a la puerta porque está ocupada mirando la TV. Dentro de los hogares modernos, el padre, la madre, los hijos, parecen autómatas inconscientes ante la pantalla de la TV.
Ahora el marido no puede comentar con su mujer absolutamente nada, los problemas del día, del trabajo, etc., porque ésta parece sonámbula viendo TV, la película de ayer, las escenas dantescas de Al Capone, el último baile de la nueva ola, etc., etc., etc.
Los niños crecidos en este nuevo tipo de hogar ultra moderno, sólo piensan en: cañones, pistolas, ametralladoras de juguete para imitar y vivir a su modo todas las escenas dantescas que han visto en la pantalla de la TV.
Es una lástima que este invento de la TV sea utilizado con propósitos destructivos. Si la humanidad utilizara este invento en forma dignificante, ya para estudiar las ciencias naturales, ya para enseñar el verdadero Arte Regio de la Madre Natura, ya para dar sublimes enseñanzas a la gente, entonces este invento sería una bendición para la humanidad, podría utilizarse inteligentemente para cultivar la personalidad humana.
Es a todas luces absurdo nutrir la personalidad infantil con música inarmónica, vulgar, etc. Es inútil nutrir la personalidad del niño con cuentos de ladrones y policías, escenas de vicio y prostitución, dramas de adulterio, escenas de pornografía, etc.
El resultado de semejante proceder lo podemos ver en los rebeldes sin causa, los asesinos prematuros, etc.
Es lamentable que las madres azoten a los niños, le den de palos, les insulten con vocablos descompuestos o crueles. El resultado de semejante conducta es el resentimiento, el odio, la pérdida del amor, etc. En la práctica hemos podido ver cómo los niños levantados entre palos, látigos y gritos, se convierten en personas vulgares llenas de patanerías y faltas de todo sentido de respeto y veneración.
Es urgente comprender la necesidad de establecer un verdadero equilibrio en los hogares.
Es indispensable saber que la dulzura y la severidad deben equilibrarse mutuamente en los dos platillos de la balanza de la justicia.
El padre representa la severidad, la madre representa la dulzura. El padre personifica la sabiduría, la madre personifica el amor.
Sabiduría y amor, severidad y dulzura, se equilibran mutuamente en los dos platillos de la balanza cósmica.
Los padres y madres de familia deben equilibrarse mutuamente para bien de los hogares.
Es urgente, es necesario, que los padres y madres de familia comprendan la necesidad de sembrar en la mente infantil los valores eternos del espíritu.
Es lamentable que los niños modernos no posean el sentido de la veneración, esto se debe a los cuentos de vaqueros ladrones, policías, la TV, el video, etc., han pervertido la mente de los niños.
La psicología revolucionaria del Movimiento Gnóstico, en forma clara hace una distinción entre el Ego y la Esencia.
Durante los tres o cuatro primeros años de vida, sólo se manifiesta en el niño la belleza de la Esencia, entonces el niño es tierno, dulce, hermoso en todos sus aspectos psicológicos.
Cuando el Ego comienza a controlar la tierna personalidad del niño, toda esa belleza de la Esencia va desapareciendo y en su lugar afloran entonces todos los defectos psicológicos propios de todo ser humano.
Así es como debemos hacer distinción entre Ego y Esencia, también es necesario distinguir entre Personalidad y Esencia.
El ser humano nace con la Esencia más no nace con la Personalidad, esta última es necesario crearla.
Cuadros: Sir Joshua Reynolds
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