viernes, 27 de julio de 2007

Volver a la Philokalia

Es indispensable que todo cristiano, sea ortodoxo, católico o evangélico aprenda a conocer los principios del verdero cristianismo que formó la santidad de los grandes patriarcas. Sabemos que la iglesia en sus formas exotericas conserva aún aquellos principios, mas están recónditos entre tanta palabrería de caracter personal, y formal, que lamentablemente hoy inunda los templos.

Cuanto ganaría el cristianismo con devotos que verdaderamente buscaran la santidad y la unión mística con Dios.


Recordemos de manera precisa aquella expresión sublime conocida como "philokalia" de los patriarcas cristianos de la iglesia ortodoxa. Sabemos bien que el cristianismo esta implícitamente ligada a la Tradición, y eso ni puede ser negado ni siquiera por aquellos que anteponen "Sola Fide" a "Traditio"; puesto que aún entre estos hermanos existe una "traditio" que procura la conservación de los valores originarios entre los que surgieron. ¿No vemos aún entre muchos hermanos del evangelismo reclamar "un respeto a la tradición de Lutero" frente a acciones de algunos pastores que parecen contrariarla? Negar la tradición es negar la perpetuidad histórica de Cristo quien dijo que estaría para siempre junto a nosotros.


La Philokalia, es una antología clásica de los primeros textos cristianos , de los padres népticos ( de "nepsis" que significa "sobriedad")sobre la oración. Destaca en ellas una asombrosa paradoja: la transformación se efectúa por medio del silencio. "Cuando descubras el silencio en tu corazón, discernirás a Dios en el mundo entero." En otras palabras, la transformación empieza con la conciencia de que Dios está en el centro de toda vida. La philokalia es pues el concepto de la meditación netamente cristiana, es colocar a Dios como el centro de nuestra vida misma en perfecto silencio, sin que exista en nosotros otra cosa mas que la conciencia de Dios en nosotros.


El Patriarca Bartolomé I explica muy bien esto cuando expone "Por medio del silencio nos damos cuenta de que la gracia de Dios está mucho más cerca de nosotros, y hace más para definir quiénes somos, que nosotros mismos. La transformación del corazón es la conciencia profunda de que "el reino de Dios está entre ustedes" (Lucas 17:21)."


Y, mas aún, podemos referir aqui el texto de San Isaac, el Sirio: "Cuando el Espíritu habita en un hombre, él no cesa de orar, porque el Espíritu, constantemente, orará en él. Entonces, la oración no se cesará de su alma, ni cuando duerme, ni cuando se despierta, sino que cuando come y cuando bebe, cuando se sienta o cuando hace cualquier trabajo, incluso cuando está sumido en el sueño, los perfumes de la oración se derramarán en su corazón, espontáneamente". (Tratados Místicos, editados por Wensinck, p. 174).


Es esta la philokalia que urge a cada cristiano, para sentir auténticamente la presencia de Dios en lo cotidiano. Este verdadero concilio de más de 30 autores, convoca a toda la tradición, desde la época del desierto, en los primeros siglos del cristianismo, hasta el siglo XV, con Simeón de Tesalónica. La Philokalia es el fruto del trabajo en común de dos personas: Makarios, el obispo de Corinto y de un monje: Nicodemo el Hagiorita, ambos del siglo XVIII. El primero compiló los textos y el segundo redactó el prefacio y las notas. Mostraré algunas citas de la mística philokalia para considerarlas:

"Cuando el enemigo ,nos exhorta a abandonar la meditación y la oración, no lo escuchemos. Nada es más poderoso que la alianza del hambre y la soledad para luchar contra él. Ella proporciona agudeza a la visión de los ojos interiores".

Evagrio, decía:

"A cada una de vuestras respiraciones agregad la sobriedad del espíritu y el nombre de Jesús. Meditad sobre la muerte y la humildad, hablad de Dios (de lo espiritual) con más frecuencia de la que usáis para tomar aliento. Es más necesario recordara Dios a menudo, que respirar.”

"suprime las malas compañías ,si no quieres que tu espíritu divague y turbe tu hesychia (meditación)".

- Estas malas compañías, nos dice un maestro, se considera también los innumerables defectos y "yoes" pecadores que impiden el recogimiento-

Gregorio el Sinaita, (1255-1346), decía:

"Se orará de pie, sentado o incluso acostado, reteniendo la respiración, en la medida de lo posible, para no respirar demasiado a menudo... Se invocará al señor con un deseo ferviente y en una paciente expectativa, abandonando todo pensamiento; Invoca al señor Jesús sin cesar y sin distracción y los pensamientos huirán invisiblemente quemados por el nombre divino" "No os inquietéis por el número de oraciones a recitar. Que vuestra sola preocupación sea que la oración brote de vuestro corazón, como una fuente de agua viva. Arrojad enteramente de vuestro espíritu la idea de cantidad”.

Decía Hesiquio de Batos (s. VII-VIII):
"En la atmósfera del corazón, una vez purificado de los soplos de los espíritus malos (egos), es imposible que no brille la luz divina, siempre que uno no se hinche de orgullo, de vanidad y de presunción".

Vemos en todos ellos un llamado al silencio meditativo de la auténtica mística cristiana. Recordemos que Jesús dijo claramente que debemos "orar constantemente para no caer en tentación" , vale decir, no debemos dejar un instante de meditar. Leemos en Mt 6, 6 que "debemos entrar en nuestras habitaciones y orar a nuestro Padre en secreto". Y también Pablo en 1Th 5, 17, invoca a los cristianos a orar sin cesar.
Está de más decir que este método ha formado multitud de santos:
San Benito (c.480 - 547) ha sido llamado el Padre del monasticismo en
Occidente y es sabido que pasaba mucho tiempo en perfecta contemplaciòn de Dios. En escritos sobre San Antonio (c.250 - 356) de Egipto, "el padre de todos
los monjes", San Atanacio escribió que "El oraba con frecuencia, ya que aprendió que
uno debe orar en secreto, y sin cesar". Recordemos tambièn los ejercicios de oraciòn mental impulsados por San Ignacio de Loyola y san Francisco Javier con
"Una Introducción a la Vida Devota".
San Agustín decía con respecto a la oración del Padre Nuestro : "no decimos nada que no
se encuentre en esta oración del Señor, si oramos, apropiadamente y como es debido
" y "tenemos a Cristo dentro de nosotros como nuestro Maestro".

Los biografos de Santa Rosa de Lima y San Martín de Porras se sorprenden cuando descubren las crónicas de la época y leen que estos seres "no parpadeaban". Cualquier persona que vive el instante en instante en la presencia de Dios casi no parpadea, sino que disfruta de la vida por dentro (en Cristo) y por fuera en la obra de Dios y a la expectativa del enemigo acechante (el "yo" pecador").

La Salle a partir del método de San Suplicio propone la disposiciòn para esta oraciòn meditaciòn en la siguiente forma:




1. Considerar a Dios presente en el lugar en que uno está:
a. Porque está en todas partes.
b. Porque está en donde están dos o más personas reunidas en su nombre.
2. Considerar a Dios presente en uno mismo:
a. Como estando en nosotros para hacernos subsistir, pues en El vivimos, nos movemos y existimos.
b. Como estando en nosotros por su gracia y por su Espíritu.
3. Considerar a Dios presente en la iglesia (templo):
a. Porque la iglesia es la casa de Dios.
b. Porque Cristo Nuestro Señor está realmente presente en el Santísimo Sacramento.


La búsqueda en esta oración es la consecución de la Adoración y mas aún, la Unión mística con Dios.

Aun no he revisado profundamente las obras de notables místicos protestantes como Boehme, Zinzendorf, Jorge Fox, John Woolman , pero por lo que hemos leido en ellos, está latente el ansia de la unidad con la Causa primera. Signo común de los verderos cristianos.


Gráficos:
1.- La Trinidad según el arte ortodoxo
2.- J.B. La Salle aplicando la "pedagogía"

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