miércoles, 31 de octubre de 2007

Reencarnación, transmigración de las almas, evolución e involución en el cristianismo gnóstico

El cristianismo y el judaísmo gnósticos siempre sentaron por hecho la transmigración de las almas, existiendo en el mundo tres teorías básicas para comprender los misterios de la vida y de la muerte. Las mismas que el filósofo rosacruz Max Heindel cita en su obra "Concepto Rosacruz del Cosmos", y que reproducimos para enfocarnos en el tema:

1. La Teoría Materialista sostiene que la vida es un viaje de la cuna a la tumba; que la mente es el resultado de ciertas correlaciones de la materia; que el hombre es la más elevada inteligencia del Cosmos; y que su inteligencia perece cuando el cuerpo se desintegra después de la muerte.
2. La Teoría Teológica afirma que a cada nacimiento un alma recién creada por las manos de Dios entra en la arena de la vida, pasando a un estado invisible, a través del nacimiento, a esta existencia visible; que al fin del corto período de la vida en el mundo material pasa, a través de las puertas de la muerte, al invisible más allá, de donde no vuelve más; que su felicidad o desdicha quedará determinada por toda la eternidad por las obras que haya hecho durante el infinitesimal período comprendido entre el nacimiento y la muerte.
3. La Teoría del Renacimiento (transmigración de las almas ) enseña que cada alma es una parte integrante de Dios, y que está desarrollando todas las posibilidades divinas, así como la semilla desarrolla una planta; que por medio de existencias repetidas en un cuerpo terrestre, que va mejorando la calidad gradualmente, esas posibilidades latentes se van desarrollando en poderes dinámicos; que nadie se pierde por este proceso, pues toda la humanidad alcanzará la meta de la perfección y la reunión con Dios.
La primera de estas teorías es monística. Trata de explicar todos los hechos de la existencia como un proceso del mundo material. Las otras dos teorías son dualísticas, esto es, que atribuyen ciertos hechos y fases de la existencia a estados suprafísicos e invisibles , si bien difieren grandemente en otros puntos.
Comparando la teoría materialista con las leyes conocidas del Universo, encontramos que la continuidad de la fuerza está tan bien establecida, como la continuidad de la materia, y ambas están más allá de toda necesidad de dilucidación. También sabemos que la fuerza y la materia son inseparables en el Mundo Físico. Esto es contrario a la teoría materialista que sostiene que la mente perece al ocurrir la muerte. Si nada puede ser destruido, debe incluirse también a la mente. Además , sabemos que la mente es superior a la materia, puesto que modifica el rostro, convirtiéndolo en un espejo de la mentalidad. Hemos descubierto además que las partículas de nuestros cuerpos cambian constantemente; que por lo menos cada siete años cambia cada átomo de los que se componen aquellos. Si la teoría materialista fuera cierta, la conciencia debiera sufrir también un cambio completo, sin conservar memoria de lo anterior, así que en cualquier tiempo ningún hombre podría recordar más que los sucesos habidos en los últimos siete años. Y así sabemos que no es ése el caso. Recordamos los sucesos de nuestra infancia. Muchos incidentes triviales, completamente olvidados en la consciencia ordinaria, se han recordado distinta y claramente de nuevo por personas que han estado a punto de perecer ahogadas y que luego han relatado esa experiencia. Experiencias similares en estado de trance son también muy comunes. El materialismo no puede explicar estas fases de sub y supraconsciencia. Las ignora sencillamente. En el grado actual de investigación científica en el que los hombres de ciencia han establecido más allá de toda duda la existencia de estos fenómenos, tratar de ignorarlos es un serio inconveniente para poder resolver el grandioso problema de la vida, la Vida misma.
Podemos, pues, pasar tranquilos de la teoría materialista a la próxima teoría, en el orden expuesto, por ser la primera completamente inadecuada para resolver el misterio de la vida y de la muerte.
Una de las más grandes objeciones que se le hacen a la doctrina teológica ortodoxa, tal como se expone, es su completa y evidente injusticia. De las miríadas de almas que han sido creadas y que han habitado este globo desde su principio, aún suponiendo que ese principio no sea anterior a seis mil años, el número que se salvaría es insignificante: !¡ciento cuarenta y cuatro mil!" 1 El resto está destinado a ser torturado para siempre. El mal tiene siempre la mejor parte. Y uno puede decir con Buda : "si Dios permite tales miserias no puede ser bueno, y si El no tiene el poder de impedirlas, no puede ser Dios".
No hay nada en la Naturaleza análogo a tal método de creación con objeto de que pueda destruirse a continuación. Se dice que Dios desea que TODOS se salven y que no le agrada la destrucción de ninguno, habiendo dado por su salvación a "Su único Hijo", y, sin embargo, ese "glorioso plan de salvación" falla por su base.
Si un vapor trasatlántico, llevando a bordo dos mil pasajeros, enviara un cablegrama diciendo que se está hundiendo en un banco de arena, ¿ se consideraría un "plan" glorioso de salvación el que se enviara en su socorro un pequeño bote automóvil capaz de salvar únicamente a dos o tres personas? Ciertamente que no. Sería más bien denunciado como un "plan de destrucción" el no enviar los socorros necesarios para salvar por lo menos a la mayoría de los pasajeros en peligro.
Pero el plan de salvación de los teólogos es mucho pero que eso, porque dos o tres sobre dos mil es una proporción intensamente mayor que el plan teológico de salvar únicamente 144.000 entre todas las miríadas de almas creadas. Podemos , pues, desechar también esa teoría como falsa, porque es irrazonable. Si Dios es omnisciente tendría un plan mejor y más eficaz. El teólogo dice que Dios es omnisciente y que la teoría expuesta es cierta. Pero las enseñanzas de la Biblia son muy diferentes, como veremos más tarde.
Consideraremos ahora la teoría del Renacimiento (transmigración) , que postula la doctrina de un lento desarrollo, efectuado persistentemente por medio de repetidas encarnaciones en formas de creciente eficiencia, por cuyo intermedio llegará un tiempo en el que todos alcanzarán la cumbre del esplendor espiritual, inconcebible para nosotros al presente. No hay nada irrazonable ni difícil de aceptar en tal teoría. Conforme miramos en torno nuestro, observamos esa lucha de la naturaleza por alcanzar la perfección, lenta pero persistentemente. No encontramos ningún proceso de creación súbita o destrucción, tal como postula el teólogo, y en cambio encontramos por doquier a la "Evolución".
La Evolución es la "historia del progreso del Espíritu en el Tiempo." En todas partes, conforme miramos los variados fenómenos del Universo, vemos que el sendero evolutivo es una espiral. Cada vuelta de la espiral es un ciclo. Cada ciclo se sumerge en el próximo, y las espirales son continuas, siendo cada ciclo el producto mejorado del precedente y el creador de los más desarrollados estados que le siguen.
Una linea recta no es sino la extensión de un punto. Ocupa una sola dimensión en el espacio. La teoría materialista y la teológica serían semejantes a esa linea. El materialista dice que la linea de la vida parte en el nacimiento y que la hora de la muerte la termina. El teólogo comienza su linea son la creación del alma inmediatamente al nacimiento. Después de la muerte el alma vive indefinidamente, estando su destino determinado por lo que sembró en el corto periodo de unos cuantos años. No puede volver atrás para corregir los errores. La línea sigue siempre recta, implicando una cantidad limitada de experiencia, y no habiendo elevación alguna para el alma después de la muerte.
El progreso natural no sigue una línea recta como implican esas teorías; ni siquiera un camino circular , porque eso significaría dar vueltas continuamente sin llegar nunca al fin. , que sería lo mismo que emplear solo dos dimensiones del espacio. Todas las cosas se mueven en ciclos progresivos de manera que puedan gozar de todas las ventajas y de todas las oportunidades de desarrollo que el universo de tres dimensiones pueda ofrecerles, siendo necesario que la vía evolucionante tome el sendero de tres dimensiones: la espiral que siempre va adelante y hacia arriba.
Bien sea que miremos la más modesta plantita de nuestro jardín, o que examinemos uno de los gigantescos árboles de California, con sus treinta pies de diámetro en el tronco, es siempre lo mismo; cada rama, tallo u hoja se verá que brota siguiendo una espiral simple o doble, o en pares opuestos, que equilibra el uno al otro, análogo al flujo y reflujo, al día y a la noche, a la vida y a la muerte y otras actividades alternativas de la Naturaleza.
Examinemos el arco del cielo y obsérvese la inmensa nebulosa o el sendero de nuestro Sistema Solar; por todas partes el ojo ve la espiral. En la primavera la Tierra sacude su manto blanco y despierta de su período de descanso, el sueño invernal. Todas las actividades tienen por objeto el producir nueva vida por doquier. El tiempo pasa. El trigo y las uvas maduran y se recogen. De nuevo el activo verano sigue al silencio y reposo del invierno. Nuevamente el manto blanco de nieve envuelve a la Tierra. Pero su sueño no es para siempre; de nuevo volverá a despertarse al oír el canto de la primavera, que marcará para ella un pequeño progreso más en el sendero del tiempo.
Y así sucede con el Sol. Se levanta en la mañana de cada día, pero cada mañana ha progresado o adelantado más en su jornada anual.
Por todas partes se encuentra la espiral: ¡hacia arriba y adelante , para siempre!
¿Sería posible que esta ley, tan universal en todos los otros reinos, no rigiera también en la vida humana? ¿Debería despertar la Tierra cada año de su sueño invernal; debería el árbol y la flor vivir de nuevo y el hombre morir para siempre? ¡No puede ser! La misma ley que despierta la vida en la planta para que crezca de nuevo, trae al hombre para que adquiera nuevas experiencias y progrese más hacia la meta de la perfección. Por lo tanto la teoría del Renacimiento o Transmigración, que afirma la encarnación repetida en vehículos de creciente perfección, está de perfecto acuerdo con la evolución y los fenómenos de la Naturaleza, con la que no están de acuerdo las otras dos teorías. "

Como vemos, la tesis de la transmigración resulta, atodas luces la más apropiada para comprender los misterios de la vida, y las aparentes injusticias que se observan hoy en día.

La Biblia, tiene muestras bastante evidentes de este misterio. Pero centrémonos básicamente en las referencias del Nuevo Testamento con la Ley de la Transmigración de las Almas, tal como lo explica la página del tercer testamento:
Juan el Bautista: El Dilema de los Teólogos Cristianos
A pesar de la controversia y de los numerosos intentos por parte de las grandes religiones y sectas cristianas establecidas por negar las evidencias que atañen a la reencarnación del profeta Elías en Juan el Bautista, dichas evidencias son de tal magnitud que no pueden continuar siendo ocultadas...
La controversia comienza a partir de una profecía entregada por Malaquías durante el reinado de Darío, unos buenos 350 años antes del nacimiento de Jesús...y la profecía dice así:
"He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el
día de Jehová, grande y terrible.
Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos
y el corazón de los hijos hacia los padres..."
Malaquías 4:5,6

Como desde hace tiempo ha sido ampliamente aceptado tanto por los teólogos judíos como por sus colegas cristianos, la profecía se refiere a que, previamente a la llegada del Mesías, habría de regresar Elías de Tesbe, el profeta que fuera arrebatado al cielo en un carro de fuego.
El problema aquí es que las religiones y sectas cristianas se niegan hoy, siguiendo las órdenes, no de un Papa sino las dadas por el Emperador romano Justiniano al Segundo Concilio de Constatinopla en el año 533 a aceptar que en Juan Bautista reencarnara el espíritu de Elías, basando su negación en un solo versículo:
Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres Tú Elías?
Dijo: No soy.

(Hagámos aquí un acápite: ¿cómo podrían los discípulos gnósticos de El Bautista algo que implica el concepto de la transmigración de las almas si es que no cryeran que, en efecto, esta era un hecho?)
¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.
Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta
a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto:
Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
Juan 1:21,23
Esto parece ser contundente... y de hecho, así lo toman e interpretan los cristianos que no aceptan que pueda haber reencarnado Elías en Juan el Bautista, aunque curiosamente, omiten el explicar por qué Juan se autocalifica como "la voz de uno que clama en el desierto"... que es justamente la tarea que Elías habría de hacer. La explicación hacia esto viene más adelante en este documento.
Por el momento, comencemos revisando algunos puntos:

¿Por qué si Juan asegura no ser Elías, Jesús asevera exactamente lo contrario?

JUAN BAUTISTA DIJO:
Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres Tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. Juan 1:21-23

Número de citas con la refutación de que Juan el Bautista NO es Elías: 1

JESUS DIJO:
Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. Mateo 11:14
Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron Mateo 17:12
Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como ésta escrito de él. Marcos 9:13
Número de citas donde Jesús afirma que Juan el Bautista SI fue Elías: 3

Y al rehusarse a aceptar que Elías pueda haber reencarnado en Juan el Bautista, los teólogos cristianos se meten directamente en un brete porque surgen de inmediato dos preguntas:
¿Miente alguno de los dos? ...porque si en un texto vinieran dos conceptos totalmente opuestos (e.g.: "la Tierra es redonda", "la Tierra NO es redonda") necesariamente uno de los dos es falso. El asunto sería, en este caso, dilucidar cuál de las dos afirmaciones es la correcta y verdadera... y cuál no lo es.
y
Si Elías nunca regresó (como anunciara Malaquías) ¿cómo pudo entonces haber sido Jesús el Mesías? Resulta así, que si diéramos como buena la interpretación de que Elías NO fue Juan el Bautista, los teólogos judíos han tenido siempre la razón: Como Elías nunca llegó, tampoco lo hizo el Mesías... y por ello, lo continúan esperando.
Afortunadamente para nosotros, existen muchas cosas más que nos pueden ayudar a saber la verdad... y comprender que ni Juan el Bautista ni mucho menos Jesús dijeron mentira o inexactitud alguna...
El Libro de Malaquías
Este libro, el último en el Antiguo Testamento, es sumamente importante porque contiene la profecía del regreso de Elías, que se llevará a cabo, como veremos de inmediato, con la reencarnación de el más grande profeta de Israel en Juan el Bautista. Nótese que las palabras del último párrafo son citadas textualmente en el pasaje de Mateo 3, cuando el ángel anuncia a Zacarías que en su hijo Juan (el Bautista) encarnaría el espíritu del profeta Elías.
He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el
día de Jehová, grande y terrible.
Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos
y el corazón de los hijos hacia los padres...
Malaquías 4:5,6
A continuación, uno tras otro para su mejor comparación, las descripciones en el Libro 2 de Reyes de la personalidad de Elías tesbita y en el Evangelio de Mateo de la personalidad de Juan el Bautista.
Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto
de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas
y miel silvestre.
Mateo 3:4
Y ellos le respondieron: Un varón que tenía vestido de pelo,
y ceñia sus lomos con un cinturón
de cuero. Entonces él dijo: Es Elías tesbita.
2 de Reyes 1:8
¿Simple coincidencia? Veamos. Cuando el mensajero de Dios se aparece ante Zacarías para anunciarle que su mujer va a tener un hijo en el cual encarnará un profeta, anuncia con total claridad que el espíritu que morará en esa criatura por nacer es nada menos que el de Elías, citando incluso a Malaquías:
E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías,
para hacer volver los corazones de los padres a los hijos,
y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar
al Señor un pueblo bien dispuesto. Lucas 1:17
Citemos ahora el versículo (el único) que usan incorrectamente las religiones occidentales que no pueden aceptar la ley de reencarnación porque naturalmente verían disminuido su poder moral y material sobre las consciencias de los hombres. Lo curioso es que al negar que Juan el Bautista fuera la reencarnación del espíritu de Elías, acaban por negar también las aseveraciones del mismo Divino Maestro, como se podrá ver claramente más adelante.
Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres Tú Elías?
Dijo: No soy.
¿Eres tú el profeta? Y respondío: No.
Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta
a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto:
Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
Juan 1:21,23
Y ciertamente, cuando le preguntan los doctores de la ley a Juan el Bautista si era Elías, éste contesta que efectivamente, no lo es: él es Juan, hijo de Zacarías y Elizabeth.
Pero ¿qué hubiera sucedido si la pregunta le es formulada correctamente? "¿Llevas en tí el espíritu de Elías?" La respuesta, por supuesto, hubiera sido otra, confirmando lo anunciado por el ángel a Zacarías.
Y todavía existe la otra posibilidad: de que como viene constatado en Eclesiastés, el recuerdo de vidas pasadas hubiera estado vedado también para Juan el Bautista, pero Jesús, siendo el Hijo del Hombre y el Verbo Encarnado, era conocedor de todas estas cosas ocultas al normal de los mortales.
De no haber llegado el espíritu de Elías a morar en la vida y cuerpo de Juan el Bautista, las profecías de Malaquías 4 y Lucas 1 no se hubieran cumplido y el Mesías, al no regresar Elías, ¡aún no hubiera llegado! Los teólogos cristianos le están dando, inadvertidamente, la razón a los teólogos ortodoxos judíos que continúan negando que Jesús haya sido el Mesías porque también continúan esperando a Elías.
Tan no es así y que sí se cumplieron las profecías que Juan mismo lo aclara cuando reconoce ser la voz de aquel que clama en el desierto para preparar los caminos del Señor. Si Juan el Bautista no hubiese llevado en sí el espíritu del profeta Elías, ¿por qué entonces Jesús de Nazaret, el Mesías esperado de Israel, y a quien reconocemos como el Cristo, afirmaría de una manera tan rotunda éso?
Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.
Mateo 11:14
Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron,
sino que hicieron con él todo lo que quisieron
Mateo 17:12
Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que
quisieron, como ésta escrito de él.
Marcos 9:13
Es aquí cuando los teólogos enmudecen. Y se meten en el brete de tachar de mentiroso, debido a su incorrecta interpretación, sea a Juan el Bautista ¡o al mismo Cristo! El hecho de que entre los judíos contemporáneos a Jesús existía ya la noción y el conocimiento aceptado de la ley de reencarnación del espíritu lo demuestra el siguiente versículo, totalmente innecesario si el caso contrario hubiese sido lo verdadero:
Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta,
o alguno de los profetas.
Marcos 6:14,15
Tan era normal la noción de la reencarnación entre el pueblo de Israel, que de otro modo no se podría explicar el que Jesús a veces fuera tomado como la reencarnación de alguno de los profetas. En Marcos 8:27, Jesús mismo es quien pregunta a Sus discípulos:
"¿Quién dicen los hombres que soy yo?"
Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista,
otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.
Marcos 8:27
El consenso de opinión general pareciera haber sido en ese momento de que Él era la reencarnación ya sea, de Juan el Bautista o de alguno de los profetas del Antiguo Testamento. El hecho de que muchos opinaran así demuestra que la reencarnación era un concepto ampliamente difundido y aceptado en el Israel contemporáneo de Jesús...incluyendo por lo que se puede ver, al mismo Divio Maestro, quien no corrige ni enmienda esa noción.
Una lectura del siguiente versículo arroja aún más luz sobre el conocimiento que los discípulos tenían ya de la reencarnación.
Al pasar Jesús vió a un hombre
ciego de nacimiento.
Y le preguntaron sus discípulos, diciendo:
Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres
para que haya nacido ciego?
Juan 9:1,2
¿Qué sentido hubiese tenido que los discípulos de Jesús hubieran formulado esta pregunta si no supieran que se puede pecar antes de nacer, es decir, en una existencia anterior? ¿O es que alguien puede ser "castigado" por Dios -desde su nacimiento- antes de haber cometido pecado alguno?
Sin embargo aclaremos en este punto que la evolución y transmigración de las almas no implica la salvación absoluta de todos los sres, ya que el gnosticismo primitivo reconoció también la ley de la involución, y asi como esta bien sustentada por Heindel la evolución, también es un hecho la involución:
Existe EVOLUCION en la planta que germina, se desarrolla y crece; existe INVOLUCION en el vegetal que envejece y decrece lentamente hasta convertirse en un montón de leños.
Existe EVOLUCION en todo organismo que se gesta, nace y se desarrolla; existe INVOLUCION en toda criatura que caduca y muere.
Existe EVOLUCION en cualquier unidad cósmica que surge del caos; existe INVOLUCION en todo planeta en estado de consunción llamado a convertirse en Luna, en cadáver...
Hay EVOLUCION en toda civilización ascendente; hay INVOLUCION en cualquier cultura de tipo descendente...
Oleadas ESENCIALES inician su EVOLUCION en el reino mineral; prosiguen con el estado vegetal; continúan en la escala animal y por último alcanzan el nivel de tipo humanoide intelectivo...
Oleadas de vida descienden luego involucionando dentro del interior del organismo planetario para bajar por las escalas animal y vegetal hasta regresar al reino mineral.
Con mucha justeza se nos ha dicho que cualquier período humanoide consta siempre de ciento ocho existencias de tipo evolutivo e involutivo, más o menos alternadas.
Aclaro: a cada CICLO humanoide racional se le asignan ciento ocho vidas .
Después de cada época humanoide, de acuerdo con las leyes del tiempo, espacio y movimiento, gira inevitablemente la rueda del arcano diez del TARO; entonces resulta palmario y manifiesto que las oleadas de vida involucionando descienden en el interior del organismo planetario para re-ascender evolutivamente más tarde...
Tres mil veces gira la rueda del SAMSARA. Comprender esto, captar su honda significación es indispensable e inaplazable si es que realmente anhelamos la liberación final.

Es decir: una persona que en el lapso mecánico de la evolución no alcance la unión mística con Dios, la Redención Gnóstica que implica la muerte del yo pecador y el nacimiento del alma, indudablemente cae en los abismos.

Por eso es que también la Biblia en los antiguos y nuevo testamentos indica claramente que quién no alcance la salvación de su alma morirá en la Muerte Segunda:

“La multitud de los que duermen en la tumba se despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la vergüenza y el horror eterno” (Daniel, 12,2).

Y también la promesa neotestamentaria de “buenos” y “malos” (Hechos 24,15); que serán juzgados ante el tribunal supremo del Hijo de Dios (Mateo 25,31-46; Juan 6,40; Hechos 17,31; Apocalipsis 20,11-15).

Sin duda el tema es bastante amplio y necesita mas estudios específicos, la comprensión de temas como la "la muerte física, la muerte mística y la muerte segunda"; las refutaciones de tipo teológico tradicional básicamente caen en un error de comprensión de estos puntos. Aunque muchas de ellas tienen correcta explicación:

1.-“Está establecido que los hombres mueran una sola vez, y luego comparezcamos ante el juicio de Dios” (Hebreos 9,27). Lo cual no está en discusión. En esta dimensión el cuerpo físico muere una sola vez, después de la cual el Alma pasa al juicio de los mundos internos. En este juicio se establece la suerte del Alma, según ley del Karma, es decir, una nueva existencia de tipo evolutivo, involutivo. O bien, la muerte segunda y el Abismo si esta en el final de su ciclo. Por tanto para cada exitencia hay UNA muerte y UN juicio. Lo mismo vale para las citas de Eclesiastés 12,7; 2Corintios 5,10

2.- "Con la esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos"(Hechos 24,15); que serán juzgados ante el tribunal supremo del Hijo de Dios (Mateo 25,31-46; Juan 6,40; Hechos 17,31; Apocalipsis 20,11-15). En estos capítulos se refiere, pues, a los tiempos en que se cumpla el ciclo final de encarnaciones en el proceso de la transmigración. Es obvio que tras largos padecimientos algunos alcanzarán la Unión mística con Cristo (la segunda venida, que es interior) y otros tantos la condenación eterna.

Cuando se define bien el cuerpo físico del alma, se dilucidan muchas contradicciones. No hay contradicción entre la transmigración y el juicio final para el gnosticismo cristiano. Sin duda estas serían menores, si se hubiera tenido la consideración de conservar la pureza de estos textos sagrados. Temas que sin necesariamente, tocaremos en otra ocasión.

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