Debemos saber que hay dos tipos de razonamientos diferentes. La razón objetiva tiene por basamento, de todos sus funcionalismos, los datos aportados por la Esencia, la Conciencia. La razón subjetiva es diferente: elabora sus conceptos de contenido con los datos aportados por los cinco sentidos. Ya sabemos que éstos son: ver, oír, tocar, oler y gustar. Con esos datos aportados, pues, por los cinco sentidos, la razón subjetiva, mediante su sistema de asociaciones, elabora sus conceptos. Así pues, con tales conceptos la razón subjetiva hace sus razonamientos.
Miradas las cosas desde este punto de vista, o desde este ángulo, ¿qué puede saber la razón subjetiva sobre lo Real, sobre eso que se esconde tras el mundo de las apariencias? Lo único que percibe son fenómenos; lo único que puede realmente conocer, es la sucesión de causas y efectos meramente sensoriales, pero lo que es "la cosa en sí”, sobre lo que es lo Real, sobre eso que existe tras las mismas apariencias, sobre las leyes de la naturaleza en sí mismas tal y cual son y no como aparentemente son, nada sabe la razón subjetiva, y nada puede saber, puesto que sus datos se basan exclusivamente en las informaciones que dan los cinco sentidos y nada más.
Cuando uno quiere saber algo más, cuando uno desea saber algo más: conocer aquello que se esconde tras las meras apariencias ilusorias del mundo físico, necesita desarrollar la razón objetiva, porque ésta funciona, naturalmente, con los datos aportados por la mismísima Conciencia.
Pero, para que la razón objetiva pueda tener sus funcionalismos, para que pueda desarrollarse correctamente, se necesita inevitablemente que la Conciencia que está llamada, precisamente, a proveer de datos a la razón objetiva, para sus funcionalismos, pues esté completamente libre de todas sus envolturas, libre de todos esos receptáculos en que normalmente está metida. Ya lo sabemos, ya lo hemos repetido demasiado, hasta la saciedad, que tales receptáculos son precisamente, los agregados psíquicos, esos diversos elementos inhumanos que en su conjunto constituyen eso que se llama Ego, "yo", "mí mismo", "sí mismo". Mientras la Conciencia esté enfrascada es tales agregados psíquicos, mientras esté embutida en el ego, no es posible que esté libre, y no estando libre, pues no puede aportar datos para la razón objetiva.
Así pues, primero que todo, necesitamos desvestir a la Conciencia de sus vestiduras, de sus vanas vestiduras, cuales son los agregados psíquicos; destruir tales vestiduras, tales inhumanos trajes, cuales son -repito- los diversos elementos inhumanos que llevamos dentro.
Una vez destruidos esos elementos infrahumanos, queda libre la Conciencia, puede funcionar. En ella están los datos que la naturaleza misma nos ha proporcionado para nuestra propia regeneración.
En la Conciencia está la Religión, el Buda, la Sabiduría y también aquellas partículas de dolor de nuestro Padre que está es secreto. Él ha sufrido con nuestros errores y sus partículas de dolor están depositadas en la Esencia, es decir, en la Conciencia. Si sabemos aprovechar tales partículas de dolor, trabajando sobre nuestros errores, trabajando con alegría, con gusto, porque no hay cosa que más agrade que destruir uno lo que es inhumano, el resultado será pues, obviamente, que venga el despertar. Pero ya dije, y repito, que en la Conciencia están los datos que necesitamos para nuestra propia regeneración y cultura. Lo importante es que quede libre esa Conciencia.
Así pues, destruir el "yo" es indispensabilísimo para que la Conciencia quede libre. Una vez libre, ella aportará a la razón, los datos necesarios para el funcionalismo de los procesos razonativos y objetivos.
Las gentes, ¿qué pueden saber de lo Real, de la Verdad? ¡Pues nada! ¿Qué pueden saber los científicos materialistas ateos, enemigos del Eterno. Obviamente nada, ¿verdad? ¿por qué? Porque todos los procesos razonativos son subjetivos; tienen como fundamento los datos aportados por los cinco sentidos.
Pero, ¿qué pueden saber ellos sobre las leyes que rigen la mecánica de los fenómenos? ¡Nada! Podrán, por ejemplo, saber cómo funciona la célula viva, pero ¿qué saben ellos de las leyes que rigen la mecánica celular? Ellos creen que sí saben y tratan, con su racionalismo subjetivo, de enlazar fenómeno con fenómeno, de explicar un fenómeno con otro, pero tampoco, aunque ellos creen que han llegado a descubrir la "cosa en sí”, no la han descubierto.
Las leyes de la mecánica celular no son conocidas por los hombres de ciencia, aunque ellos creen que las conocen. Mejor dicho, para usar esta vez el estilo socrático: ellos no solamente no saben, sino que además no saben que no saben. Estando en el error, no solamente están, sino que además ignoran que están, y eso es lo más grave. Así pues, conviene ante todo comprender la necesidad de utilizar para nuestra razón los datos de la Conciencia. Pero si queremos usar tales datos necesitamos libertar la Conciencia. Libre ella de todos esos elementos egoícos que nos condicionan y nos hacen la vida tan miserable, podrá aportar a la razón datos extraordinarios. Basada la razón en tales datos, podrá ella elaborar sus conceptos de contenido y hasta verbalizar sus razonamientos.
La razón objetiva es grandiosa en sí misma. Hay necesidad de desarrollarla y desenvolverla.
V. M. Samael Aun Weor
Miradas las cosas desde este punto de vista, o desde este ángulo, ¿qué puede saber la razón subjetiva sobre lo Real, sobre eso que se esconde tras el mundo de las apariencias? Lo único que percibe son fenómenos; lo único que puede realmente conocer, es la sucesión de causas y efectos meramente sensoriales, pero lo que es "la cosa en sí”, sobre lo que es lo Real, sobre eso que existe tras las mismas apariencias, sobre las leyes de la naturaleza en sí mismas tal y cual son y no como aparentemente son, nada sabe la razón subjetiva, y nada puede saber, puesto que sus datos se basan exclusivamente en las informaciones que dan los cinco sentidos y nada más.
Cuando uno quiere saber algo más, cuando uno desea saber algo más: conocer aquello que se esconde tras las meras apariencias ilusorias del mundo físico, necesita desarrollar la razón objetiva, porque ésta funciona, naturalmente, con los datos aportados por la mismísima Conciencia.
Pero, para que la razón objetiva pueda tener sus funcionalismos, para que pueda desarrollarse correctamente, se necesita inevitablemente que la Conciencia que está llamada, precisamente, a proveer de datos a la razón objetiva, para sus funcionalismos, pues esté completamente libre de todas sus envolturas, libre de todos esos receptáculos en que normalmente está metida. Ya lo sabemos, ya lo hemos repetido demasiado, hasta la saciedad, que tales receptáculos son precisamente, los agregados psíquicos, esos diversos elementos inhumanos que en su conjunto constituyen eso que se llama Ego, "yo", "mí mismo", "sí mismo". Mientras la Conciencia esté enfrascada es tales agregados psíquicos, mientras esté embutida en el ego, no es posible que esté libre, y no estando libre, pues no puede aportar datos para la razón objetiva.
Así pues, primero que todo, necesitamos desvestir a la Conciencia de sus vestiduras, de sus vanas vestiduras, cuales son los agregados psíquicos; destruir tales vestiduras, tales inhumanos trajes, cuales son -repito- los diversos elementos inhumanos que llevamos dentro.
Una vez destruidos esos elementos infrahumanos, queda libre la Conciencia, puede funcionar. En ella están los datos que la naturaleza misma nos ha proporcionado para nuestra propia regeneración.
En la Conciencia está la Religión, el Buda, la Sabiduría y también aquellas partículas de dolor de nuestro Padre que está es secreto. Él ha sufrido con nuestros errores y sus partículas de dolor están depositadas en la Esencia, es decir, en la Conciencia. Si sabemos aprovechar tales partículas de dolor, trabajando sobre nuestros errores, trabajando con alegría, con gusto, porque no hay cosa que más agrade que destruir uno lo que es inhumano, el resultado será pues, obviamente, que venga el despertar. Pero ya dije, y repito, que en la Conciencia están los datos que necesitamos para nuestra propia regeneración y cultura. Lo importante es que quede libre esa Conciencia.
Así pues, destruir el "yo" es indispensabilísimo para que la Conciencia quede libre. Una vez libre, ella aportará a la razón, los datos necesarios para el funcionalismo de los procesos razonativos y objetivos.
Las gentes, ¿qué pueden saber de lo Real, de la Verdad? ¡Pues nada! ¿Qué pueden saber los científicos materialistas ateos, enemigos del Eterno. Obviamente nada, ¿verdad? ¿por qué? Porque todos los procesos razonativos son subjetivos; tienen como fundamento los datos aportados por los cinco sentidos.
Pero, ¿qué pueden saber ellos sobre las leyes que rigen la mecánica de los fenómenos? ¡Nada! Podrán, por ejemplo, saber cómo funciona la célula viva, pero ¿qué saben ellos de las leyes que rigen la mecánica celular? Ellos creen que sí saben y tratan, con su racionalismo subjetivo, de enlazar fenómeno con fenómeno, de explicar un fenómeno con otro, pero tampoco, aunque ellos creen que han llegado a descubrir la "cosa en sí”, no la han descubierto.
Las leyes de la mecánica celular no son conocidas por los hombres de ciencia, aunque ellos creen que las conocen. Mejor dicho, para usar esta vez el estilo socrático: ellos no solamente no saben, sino que además no saben que no saben. Estando en el error, no solamente están, sino que además ignoran que están, y eso es lo más grave. Así pues, conviene ante todo comprender la necesidad de utilizar para nuestra razón los datos de la Conciencia. Pero si queremos usar tales datos necesitamos libertar la Conciencia. Libre ella de todos esos elementos egoícos que nos condicionan y nos hacen la vida tan miserable, podrá aportar a la razón datos extraordinarios. Basada la razón en tales datos, podrá ella elaborar sus conceptos de contenido y hasta verbalizar sus razonamientos.
La razón objetiva es grandiosa en sí misma. Hay necesidad de desarrollarla y desenvolverla.
V. M. Samael Aun Weor
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