domingo, 27 de enero de 2008

El valiente camino de alcanzar la salvación

Todos los cristianos estamos de acuerdo que la salvación es un complejo proceso que necesariamente comienza con una profesión de Fe. Sin embargo es un error bastante común y difundido creer que el hombre se justifica ante Dios por la sola fe. Es un acto de conformismo y de considerar que el hombre que cree en Cristo, está salvado para siempre.
Verdaderamente el hombre no solo debe creer, sino además a partir de esa fe debe construir su propio camino de salvación y, mas aún, encarnar al mismo Cristo que mora en nosotros. Pablo de Tarso en todas sus cartas se refiere a este Cristo Intimo, por esto dice en la carta a los Romanos VIII, 11: Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros.
No es cierto decir que las buenas obras son meramente el fruto del estado justificado, y que no sean meritorias para la justificación. Ni mucho menos que las malas obras no amenazan el estado justificado porque supuestamente ya han sido ya perdonadas.
Cristo no carga con nuestra irresponsabilidad. En todo momento nos invita a seguir el camino estrecho. La fe sola no camina a ninguna parte. Si bien es cierto San Pablo utilizó la palabra "fe" mas de doscientas veces, resultará doloroso comprobar que nunca utilizó la palabra "sola". ¿Acaso San Pablo no dice a los Gálatas, III,11:
"El justo vivirá por la fe".
¿Pero qué decimos? Dice:
"El justo vivirá por la fe sola".
Muy por el contrario nos dice en Romanos III, 28 “… que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley”.
El creador de este error fue Martín Lutero, quien creyéndose con mayor autoridad que el Espíritu Santo -aunque , como es preciso aclarar, Lutero utilizó esto con la finalidad de contrarrestar el abuso descabellado de las indulgencias, cuyas circunstancias ya todos conocemos-, agregando la susodicha palabra, creando así un problema que solo a traído, dolor, tristeza y relajación de costumbres a la humanidad doliente.
La fe solo es el principio
Del mismo modo cuando leemos: en Gálatas III ,11 "Por el camino de la Ley, nadie llega a ser justo a los ojos de Dios, pues ya fue escrito: El justo vivirá por la fe". Notamos precisamente que se pone la condición de la palabra JUSTO. Por lo tanto el manoseado versículo en cuestión nos dice que creemos, es verdad, pero si nuestros actos demuestran que no tenemos amor, entonces nuestra fe de nada nos sirve. Es como la higuera maldita porque no dio frutos. ¿Como alcanzamos esta justicia?. Ciertamente haciendo el bien, orando por nuestros enemigos, esforzándonos por ir por el camino estrecho, viviendo de acuerdo al Espíritu(Rom. VIII,13) y PADECIENDO JUNTAMENTE CON EL (Rom. VIII,17)
El ardiente apóstol Santiago nos dice también en el cap. II, 26:
"Así como el cuerpo sin espíritu está muerto, del mismo modo la fe que no produce obras está muerta"
¿Podrían las Escrituras ser más claras y concluyentes?
Pero aunque algunos no tomaran en cuenta las cartas del apóstol Santiago, quien tuvo la infinita bendición de recibir las enseñanzas del mismísimo Jeshuá Ben Pandirá (Jesús de Nazareth), también el mismo Pablo, el iniciado nazareno Sha Ul, nos dice:
1Cor XIII, 1 :"Si yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, y me faltara el amor, no sería más que bronce que resuena y campana que toca." XIII, 2 " Si yo tuviera el don de profecías, conociendo las cosas secretas con toda clase de conocimientos, y tuviera tanta fe como para trasladar los montes, pero me faltara el amor, nada soy."
XIII, 13 "Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor, los tres. Pero el mayor de los tres es el amor."
Todo cristiano en cualquier denominación debe ser reconocido por el amor. El cristiano que se dice a sí mismo creyente pero que odia a su hermano católico, evangélico o ateo lanzando insultos y escupiendo la baba difamatoria comete pecado de odio, orgullo y fariseísmo. Y está escrito que todo el que odie morirá. Los cristianos deben amarse unos a otros, así como el divino Rabí nos amó y ama a todos. Antes bien debemos corregir al yerra, con amor.

Por todo esto Pablo mismo recuerdo a su buen amigo Timoteo V, 8 "... Quien no se preocupa de los suyos, especialmente de los que viven con él, ha renegado de la fe y es peor que el que no cree." Mientras que Santiago nos recuerda en: II, 14-17 "Hermanos, ¿qué provecho saca uno cuando dice que tiene fe, pero no la demuestra con su manera de actuar? ¿Acaso lo puede salvar su fe? Si a un hermano o hermana les falta ropa y el pan de cada día, y uno de ustedes les dice: "Que les vaya bien; no sientan frío ni hambre", sin darles lo que necesitan, ¿de qué les sirve?" Así pasa con la fe si no se demuestra por la manera de actuar: está completamente muerta."
El camino de amor no es una pose, ni un fingimiento. El verdadero amor es un camino de sufrimiento y entrega. El amor es dar hasta que duela. Este proceso es auxiliado en todo momento por el despertar de la conciencia. Porque solo una conciencia despierta es capaz de luchar con la thelema (voluntad) para eliminar sus defectos y alcanzar el Amor. En la misma carta a Timoteo leemos: I,18 "... tienes que pelear el buen combate con la fuerza que te da la fe y la buena conciencia. Algunos rechazaron esta buena conciencia hasta que naufragó su fe." Es decir, sin conciencia la fe puede morir. Es urgente el despertar de la conciencia para vivir los maravillosos frutos de la FE CONSCIENTE.

Los verdaderos cristianos debemos encarnar el Cristo mismo en nuestro corazón, debemos hacer de nosotros el templo más perfecto para ese Cristo íntimo que tanto menciona Pablo de Tarso. Y la única manera de encarnar ese Cristo es según lo expresado por el mismo Rabí de Galilea en Jn XIV, 10-12 "... Créanme:" Yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí. Al menos créanmelo por mis obras. En verdad, el que cree en mí hará las mismas cosas que yo hago, y aún hará cosas mayores que éstas".

Por eso el camino del verdadero cristiano comienza necesariamente con la fe. Pero ENTONCES, se necesitan las obras. No solo las obras para con los demás -nuestro prójimo-, sino que substancialmente con nosotros mismos que estamos llamados como dice a hacer cosas mayores que las del mismo Jesús. No estamos salvado sólo por las obras. Estamos salvados porque creímos, y mientras estamos en la gracia de Jesucristo seguiremos dando frutos. Los frutos de la fe Y nuestros trabajos.

Este camino en el cristianismo gnóstico se sintetiza en la interpretación del crístico mandamiento: "El que quiera venir en pos de Mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga". Ese tomar la cruz es verdaderamente alcanzar la santificación y mas aún, encarnar al mismo Cristo en nuestro Ser, que nuestra conciencia sea 100% crística. Por eso nos dice Pablo de Tarso: "Cuando ustedes eran los esclavos del pecado, no sentían ninguna obligación respecto al bien, pero ¿qué provecho sacaron de las cosas que ahora les dan vergüenza? El resultado final es la muerte. Pero ahora ustedes están libres del pecado y sirven a Dios; su oficio es hacerse santos y tendrán por premio la vida eterna. Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor. (Rom VI, 15-16; 20-23)

Por tanto la decisión es de nosotros. Creemos, esta bien. Pero ahora necesitamos tomar la cruz, o entregarnos a los brazos del mal para siempre, el mal que nos invita a no tener ninguna obligación de ningún tipo.

Para reflexionar sobre el camino de obligaciones cristianas que trascienden la simple profesión de fe:
1.La higuera que no dio frutos (Lucas XII,1-9)
2.La lámpara que debe alumbrar (Lucas VIII, 16-18)
3.El buen samaritano (Lucas X, 25-37)
4.Renunciar a las riquezas para poder entrar al Cielo (Mateo XIX, 16 ss.; Marcos X, 17 ss)
5.Permanecer fiel (la parábola de las diez jóvenes (Mateo XXV, 1-13)
6.No quitarles la fe a los pequeños, y alejarse de la tentación (Marcos IX, 42-48)

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