jueves, 8 de abril de 2010

Los apóstoles y la íntima iniciación: II parte

Mateo- Leo
El apóstol Mateo representa la CIENCIA. Pero no la ciencia de “este mundo”, la ciencia de la que se valen los sistemas para dormir la conciencia de las multitudes, sino la Ciencia Pura del Espíritu.
Un gnóstico serio y responsable no debería ser de esos que se quedan durmiendo con la boca abierta, sorprendido con los novedosos inventos que cada día se ofrecen en los mercados en el campo de la informática, de la telecomunicación, de la robótica o la ingeniería. No decimos con esto que no las utilice, decimos simplemente que no se identifique con estas cosas hasta el punto de entregarse plácidamente al sueño de la conciencia y olvidar por completo la razón por la que hemos venido a este mundo.
Asimismo, si es responsable, no debería tampoco dejarse seducir por doctrinas o teorías religiosas, políticas y esotéricas que no ofrecen nada práctico y real. ¿De qué nos sirve, por ejemplo, estar allí detrás de un “contactado” que dice tener mensajes de los extraterrestres, si por nuestra parte no hacemos nada por despertar consciencia? ¿Cómo puede una persona con dos dedos de frente creer que los hermanos extraterrestres son niños incapaces de llegar y de estar aquí con nosotros, y de que necesitan de gente imperfecta para llegar a manifestarse? Muchas de esas supuestas “canalizaciones” no son mas que actos mediumicos con espíritus desencarnados o con cascarones astrales, completamente inútiles para la autorrealización. O diciendo que contactan “Maestros Ascendidos”. Distractores, trampas cazabobos.
Por un lado la ciencia materialista que está allí, investigando galaxias que están a millones años luz, y que sin embargo no han sido capaces de llegar al corazón. ¡Qué triste resulta eso! ¡Y estando tan cerquita! Y por otro lado, la ciencia pseudo espiritual investigando, por allí, a través de un médium en trance hipnótico, o mediante teorías que pueden ser muy lindas al oído, pero que son completamente insubstanciales.
Así, el gnóstico camina en medio de esas dos ciencias, la una materialista y la otra, que parece inclinarse por lo “espiritual”, pero que -si somos objetivos- descubrimos que no tiene un ápice de tal “espiritualidad”. El verdadero alquimista debe aprender a abrirse paso entre estas dos terribles trampas en el camino hacia la verdad. Lo que nos debe interesar es la CIENCIA PURA DEL ESPÍRITU.
Ese es Mateo, el sublime apóstol que nos enseña dicha Ciencia. Esa “ciencia” de la que nos hablan los verdaderos místicos e iniciados que la historia ha contemplado. Por esto a los verdaderos cristianos esotéricos nadie les halaga, ni se dejan envolver con títulos rimbombantes. Allá están los “videntes”, los “canalizadores” de espectros, los “clarividentes” de feria, los “pronosticadores de futuro” de la prostitución espiritual en los medios de comunicación.
Al verdadero iniciado no le interesa semejante alarde de vanidad. Al verdadero iniciado lo único que le importa es que el Cristo nazca en si mismo. Que se forje en el interior ese apóstol Mateo que nos conduce por el sendero de la Ciencia Pura. Cuando haya alguien que diga “estoy viviendo la gnosis, porque la gnosis tiene todo”, tenemos una gran posibilidad de que ya Mateo esté asomándose en ese individuo. Es entonces cuando ya se está forjando el San Mateo Interior (antes un “recaudador de impuestos”, un recolector de teorías y dogmas) para el servicio del Cristo: entonces este apóstol le enseña a meditar, a relajarse, le enseña la auténtica forma de vocalizar, etc. Entonces el adepto va aprendiendo, guiado por una suerte de vocación natural cómo es que se manejan todas esas cosas, los diferentes aspectos de la doctrina que configuran eso que llamamos la Ciencia Pura del Espíritu. Entonces se vive según ciencia, se come según ciencia (alimentos sattwicos), se habla según ciencia (como una auténtica columna que lleva y trae los mensajes de la doctrina para hacerlas carne, así como el “método científico” supone experimentar lo que se aprende). Pero sin mezclar ciencias ni doctrinas, sino guiarse únicamente por la Gnosis; caso contrario hacemos experimentos fallidos, creamos monstruos, bombas, etc.
Objetivamente todos los apóstoles interiores están relacionados : influye Pedro en Juan y Juan, que es el Verbo, influye en la inteligencia, etc. La “Causa Primera” de todos es ciertamente –a nivel “superficial” una energía-, pero objetivamente esa energía es la sabiduría del Cristo que “llama” a los apóstoles para que le sigan y se pongan a su disposición. Ahora puede comprenderse por qué es fundamental en este proceso la sapiencia de Judas. Ese es un misterio crístico e iniciático terrible. Por eso el Maestro Samael dice: “podemos estar tan avanzados espiritualmente, podemos estar a las puertas del propio Ain, listos para entrar al Absoluto; pero mientras tenemos cuerpo físico tenemos peligro de caernos”, porque allí anda el Judas interior, siguiendo al Cristo para ver en qué momento le echa una zancadilla y entregarlo.
Ahora bien, así como el científico materialista se hace con la práctica, la Ciencia de Mateo solo se puede encarnar a través de la práctica. Normalmente el individuo alterna momentos de actividad con un excesivo tiempo de inactividad. Eso es algo riesgoso, no podemos permitirnos tantos intervalos, ya que quien no tiene una verdadera continuidad de propósitos es presa fácil para el enemigo secreto.
Necesitamos entonces la virtud de la perseverancia, tan afín al signo de Leo, si verdaderamente ansiamos encarnar al Cristo Íntimo.
Timoteo-Virgo (1)
Timoteo es el apóstol cuya misión consiste en la enseñanza de los procesos alquímicos. Ahora bien, Pedro es quien otorga ese material: Petrus, Patar, “La Piedra Filosofal”; pero es Timoteo el encargado de elaborarlo en el Laboratorio.
Entonces Timoteo es quien tiene a su cargo la enseñanza de la transmutación, de la Inspiración en la Divina Madre, en el Padre y en el Espíritu Santo que necesitamos cuando nos internamos en el Recinto de la Alquimia, en la fragua de Vulcano. Él nos conduce asimismo a ejecutar las correspondientes mutaciones mediante esa virtud de la Inspiración, la cual nos permite fijar positivamente los elementos de ese trabajo en nosotros. De Timoteo nos interesa la Inspiración para nuestros Procesos Alquímicos.
Los procesos Alquímicos son todas las transformaciones que el adepto ejecuta de momento a momento, inclusive de la misma conciencia que somos capaces de extraer de los eventos. Todo aquella comprensión es procesada, mediante la alquimia, para convertirse en espíritu. Si yo me callo frente a un evento donde el ego quiere hablar, hago una transformación de esa impresión, la metabolizo, puedo extraer de allí gran comprensión, después la metabolizo a través de un proceso alquímico y fusiono esa comprensión con el espíritu, con mi conciencia. Es entonces pues, que es capaz de acrecentarse el nivel de comprensión. Eso es posible por el nivel de conciencia que estoy extrayendo de los diferentes eventos de la vida. La transformación de las impresiones constituyen un proceso alquímico; porque si cometemos el error de caer en una impresión desordenada lo que perdemos es la energía, empero si vencemos dicha impresión en el momento lo que extraemos no es otra cosa que la energía. Todo esto es pues la clave esencial de nuestra alquimia, y esotéricamente es el apóstol Timoteo quien se hace cargo de aquello. La Iglesia del Señor tiene 12 pisos, y en cada piso de esos hay unas oficinas que están dirigidas por Pedro, Juan, Mateo, Judas, Timoteo, etc., todos ellos tienen a su vez niveles de octavas superiores que se corresponden a la disciplina del iniciado con su propia cristificación. Esos son los elementos que el Cristo necesita para salir a su vida pública, cuando Él Cristo histórico sale a la vida pública es porque ya tenía esos elementos, ya era Hombre. Nosotros para poder salir a la vida pública a entregar los misterios de la nueva era, tenemos también que tener estos elementos, así no tengamos los nombres, pero tenemos que fundamentarnos nuestra Obra en esto, y eso es Inmodificable. Aquí hay que evitar el error de andar etiquetándonos con esos dogmas caducos que persisten en algunas instituciones de que “Pedro se ubica en tal parte del cuerpo” o “tal apóstol se relaciona con los sephirotes”. Eso sencillamente no es lo fundamental. Lo que nos interesa aprender aquí de Juan es el Verbo, de Mateo la Ciencia, de Timoteo la labor de alquimia. El resto es puro verso, y ya es responsabilidad de cada quien si decide salirse por la tangente.
Cuando una persona hace una transmutación, y resulta que en el día tuvo tremendas descargas emocionales de rabia o de incomprensión, y esa noche transmuta, ¿qué puede esperar mañana? Pues que mañana viene otro problema gravísimo, que se repite por tres leyes que se fundamentan en ese momento. La ley natural de los eventos de mañana, es decir, los eventos que llevan la energía que ya está allí elaborándose, pero que todavía no se han fijado en los lugares donde tiene que estar; entonces, si nosotros no somos capaces de tener esa ubicación y esa inspiración que Timoteo nos otorga, lo que ocurre es que ese evento vuelve y se repite, y esto es natural, porque esa energía queda allí divagando y el elemento que hoy nos hizo tener esos estados emocionales negativos mañana nos volverá a derrotar sin ninguna duda. Vale decir que nosotros sin Timoteo estamos prácticamente perdidos, porque él es quien hace que la energía en nosotros- la que estamos elaborando- tenga esa refinación para la Gran Obra que pretendemos realizar. Ese es Timoteo.
Santiago-Libra
A este apóstol se le denomina entre los Maestros como “El Patrón de la Gran Obra”. Esto es porque él es quien se encarga de metabolizar, de forjar en nosotros la conciencia en los Misterios Crísticos.
Para esto se necesita del equilibrio interior. Santiago es el regente de la constelación de Libra, es decir, el símbolo del equilibrio. El Santiago Interior es pues quien en mérito a este equilibrio elabora los Misterios Crísticos, e inclusive se los entrega como tarea y corolario a los demás apóstoles que están naciendo. Vale decir, que necesitamos de una organización interior satisfactoria, un equilibrio entre todo aquello que ingresa hacia nosotros y pasa a formar parte de nuestra Obra: Meditación, Sabiduría, Comprensión, Voluntad, etc. Si no hay esa vocación y entrega, nuestro apóstol Santiago no puede equilibrar nada y resulta gravemente limitado en sus funciones.
De alguna manera él ordena las doce oficinas, los doce peldaños del Templo, de tal modo que esté lista la llegada del Cristo Íntimo. Cristo no se va ha hacer hombre en nosotros si él no tiene esos 12 principios, no va a crecer, eso sería tanto como pensar que el kundalini va a subir por la médula de una persona que no tiene cuerpos solares; no puede, la persona quedaría fulminada. Si ese fuera el caso supongamos que nace en una persona el Cristo, ¿a quién podría mandar si quienes le obedecen son los apóstoles? Por eso es impostergable darnos a la tarea de hacer carne esas doce partes autónomas del Padre, esos doce apóstoles zodiacales, esas doce tribus de Israel; hacer que nazcan en nosotros como compañeros del Sol Íntimo de esas doce constelaciones, es decir, del Cristo. Ellos son los maestros que tienen a su cargo la elaboración de los mercurios que darán paso a la Navidad Cósmica y Alquímica de nuestro Cristo Intimo.
Naturalmente, estos apóstoles se corresponden a elementos y cualidades zodiacales, también corresponden a los cuatro elementos de la Ciencia Esotérica: Agua, Aire. Tierra y Fuego que constituyen la Cruz del Calvario. Esos elementos se forman en nosotros y precisan de estar listos –mediante un trabajo de alquimia- para acompañar al Cristo Intimo en su Via Crucis, porque cuando Él ya tenga sus doce elementos y, por lo tanto se haga hombre, es cuando empieza su Pasión y Muerte, el camino hacia el Monte Calvario de nuestra propia liberación interior, de nuestra Redención Crística. Por eso quienes son ya capaces de comprender y ejecutar este punto apoteósico de toda santificación y liberación han de ser bastantes optimistas y saber que si aquí estamos es porque estamos comprendiendo verdaderamente la doctrina de Él, para recorrer ese mismo proceso. Para ser “uno con Él” como sostiene la tradición espiritual.
Los evangelios que conocemos son la representación de un Drama Esotérico que ha acontecido siempre en todo proceso de cristificación. Ciertamente tenemos un Cristo latente en cada uno de nosotros, pero recuerden que cuando ese Cristo teológico ingresa a su vida pública y dice que ya encontró a Pedro, a Andrés o a Santiago, es porque ellos ya estaban creciendo al unísono, estaban creciendo conjuntamente. El Cristo se estaba haciendo hombre, si es que lo vemos así, y ya los apóstoles estaban. No estaba el Cristo grande y los apóstoles pequeños. Del mismo modo, en nuestro trabajo interior, debe de estar todo igual, porque cuando Él llegue a tener ya esa formación y no le corresponde la madurez de los discípulos para ser llamados al apostolado eso sería una hecatombe. Entonces, como Dios sabe que no va a hacer un trabajo frustrado, si nosotros no colaboramos con Él, simplemente en nosotros esa semilla de Cristo no crece. Él crece cuando ya tengamos todo preparado.
Naturalmente la doctrina del Cristo se entrega para todos, pero no todos son capaces de seguirle. Cuando el Maestro Jeshua Ben Pandirá daba su mensaje a las muchedumbres en Palestina eran muchos quienes le seguían, pero cuando llegó el momento del drama, fueron también la mayoría de ellos quienes dudaron de Él. Quienes cogieron la enseñanza fueron pues los doce, y en la tradición esotérica sabemos después de la resurrección volvieron a estar con él, y no cuarenta días como enseñan actualmente los religiosos exotéricos, sino que fueron once años en los que finalmente los discípulos pudieron comprender los tremendos misterios iniciáticos y en los que se sintieron avergonzados de haber dudado del Maestro, porque así fue. Esas es una de las cosas que Judas, como persona, sufrió demasiado, porque ya Judas tuvo que momificar su cuerpo y se retiró. Ese es uno de los dramas más dolorosos que pudieron haberse presentado en esa época, porque ya Judas no pudo seguir acompañando al Maestro en su vida pública, siendo reemplazado por quien se denomina Matías.
Quien consigue ese equilibrio está iniciando ya su “Camino de Santiago”.
Marcos-Escorpio (2)
El Apóstol Marcos, es quien nos enseña el despertar de nuestro Kundalini.
El Venerable Samael dice el kundalini, que los fuegos sagrados, despiertan cuando se encuentran los átomos solares y lunares en el tribeni (entrecejo) y allí en donde se encienden dichos fuegos. El despertad de los fuegos es un proceso muy diferente al despertar del kundalini. Éste último puede estar despierto pero no puede empezar su viaje si no se rompe allí cierta membrana, como dice el Maestro, y sigue ascendiendo de acuerdo a los méritos del corazón. Marcos es entonces el personaje que dirige esos procesos íntimos que nos permiten hacer los méritos del corazón que dan paso al ascenso de la Serpiente de los Mágicos Poderes. Estos méritos del corazón no son pues teóricos, son nétamente prácticos. Cuando nosotros observamos una plantita que ha sido arrancada, que está sufriendo una agonía del mismo modo como la tuviera sufriendo una persona que está en una enfermedad terminal, ¿cuál sería el remedio para esta plantita en este momento? Naturalmente plantarla en tierra. Del mismo modo, Marcos nos enseña que el Kundalini no puede progresar en una persona que sea cruel, en una persona que maneje fuerzas antagónicas, en un desordenado: allí sencillamente no puede ascender el kundalini. El despertar del kundalini miles de personas lo han conseguido, lamentablemente lo que no han podido es ascender, y esto porque no tienen méritos en su corazón. Por esto, nosotros a través del sentido de la inspiración y del asombro, necesitamos ver, ser capaces de sentir todos aquellos fenómenos del que sufre, del que ama, del que no tiene amor, del cruel, porque esto hace que en nosotros se forme una rica vida interior, la misma que nos va a servir como méritos del corazón.
Dicen las cartas del Tarot “hay que hacer un altar en nuestro corazón, pero no hagas de tu corazón un altar”, pareciera que se contradice ¿verdad?, pero es que tenemos nosotros necesitamos hacer un altar en nuestro corazón para celebrar las fiestas al Espíritu; pero no a todo momento debemos estar metidos en el corazón, porque entonces no aprendemos nada.
El espíritu se robustece de conciencia cuando nosotros le llevamos mensajes de la sabiduría primordial y cada vez llegamos hasta el corazón con mayores sentimientos de responsabilidad y de arrepentimiento. Eso es lo que nosotros tenemos que darle al espíritu, nosotros nos hacemos Maestros del Maestro Interno y él es nuestro Maestro, es decir son dos Maestros, nosotros aprendemos de la vida y ella trae mucho del cielo para darnos. Y es en este caso Marcos, ese elemento que trabaja desde el Laboratorio del Fuego, como dice el Maestro, para que nuestro kundalini despierte y ascienda, porque tenemos méritos del corazón. Acuérdense, todo el que hace que una criatura en la Tierra sufra por su culpa está excluido del ascenso del kundalini.
Es necesario que nosotros cultivemos en nuestro interior la inspiración, hagamos méritos de nuestro corazón, veamos a ese pobre paria de la vida que anda por ahí, por la calle y veamos que nos interesa la vida que hay allí. Cultivemos la compasión por nuestros semejantes, por la naturaleza, por los animalitos por muy involucionados que nos parezcan. Marcos es exigente en nosotros. Quien sea capaz de poseer una caridad infinita como la Madre Teresa de Calcuta recién puede decir que ya está Marcos asomando por allí.
Entonces el Cristo puede contar con ese Marcos para el despertar del kundalini en esa persona y dirigir todos los pasos que tiene que hacer ese recorrido la Madre Kundalini, porque los méritos del corazón ya están mas o menos bien.
La cosa en el sendero de la cristificación no consiste simplemente en despertar la kundalini en la Fragua de Vulcano. muchos magos negros han despertado el kundalini, muchos, pero miles y miles; es decir para ser mago tiene que salir de una energía. Si esa energíaesta bien elaborada, el mago es blanco; si la energía ha sido mal elaborada, el mago se hace negro. Ergo ¿qué sucede si el kundalini despierta y no hay méritos? Por eso necesitamos integrarnos a la tarea del Apóstol Marcos: los méritos del corazón. Hay innumerable cantidad de gente que ha durado treinta años practicando magia sexual pero que no ha despertado el kundalini, y mucho menos lo ha logrado ascender. Eso nos indica que Marcos no está presente en ese lugar, que allí actúan otros aspectos. Marcos es el individuo, el personaje, el elemento, el apóstol que tiene íntima relación para nosotros despertar el kundalini, tener méritos del corazón para que suba el kundalini; si no se tiene méritos el kundalini puede despertar pero no asciende. Si no se tiene una perfecta revolución de conciencia para la transmutación el kundalini no despierta. Pero si lo conseguimos, tenemos además que hacer subir ese kundalini y para que suba necesitamos méritos de corazón. Ese es Marcos.
Nótese que Escorpio es el signo que rige la sexualidad, de cuya santificación a través del tantra blanco, se consigue el despertar y ascenso de la energía kundalini.
(1) La actual enumeración gnóstica de los apóstoles difiere en apariencia de enumeración establecida por el canon evangélico establecido por San Jerónimo e Ireneo; ocurre que tal como Simón y Ioakanan (Juan) Ben Zebedeo fueron llamados Pedro (Cefás) y Boanerges respectivamente, el nombre histórico cambia algunas veces hacia un “nombre iniciático”. Esta es la razón de que algunos nombres parecen no corresponder a lo que enseña la doctrina cristiana exotérica; si bien ésta verdad era bastante conocida en los primeros años del cristianismo. Esa es la razón de que los Papas y los Patriarcas de las Iglesias Cristianas Romana y Griega, por ejemplo, se cambien de nombre tras su elección. En este caso Timoteo es el Santiago Hijo de Alfeo, que no debe ser confundido con el Santiago Hijo de Zebedeo, hermano de Juan, de quien se habla inmediatamente después.
(2) Marcos es el Judas Tadeo del canon. Nótese que se le ha denominado a este Judas como “Patrono de las Causas Imposibles”, porque es precisamente mediante los méritos del corazón que es posible realizar la tarea “imposible” de ascender el kundalini; también se le denomina el abogado de los apóstoles, porque son precisamente los “méritos del corazón” los que nos justifican en el día del juicio post mortem ante Anubis.

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