viernes, 8 de febrero de 2008

Los pecados capitales o cabezas de legión

"El Reino está dentro de ustedes y alrededor de ustedes. Cuando se conozcan a si mismos, entenderán que son hijos del Padre viviente. Si no se conocen a si mismos viven en la pobreza". (Evangelio de Tomás)
El verdadero cristiano no solamente necesita la Fe Consciente para crecer en su camino de Salvación, el verdadero cristiano lucha constantemente por destruir los elementos infrahumanos que existen dentro de nuestra propia psique, los yoes o egos que son causa del pecado, el miedo y la derrota en el camino de nuestra salvación. Solo eliminando estos elementos infrahumanos Cristo puede habitar en nosotros y manifestarse a través de la Conciencia, el Eón del Cristianismo primitivo. Por eso Pablo de Tarso nos dice: Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece; mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia. (Rom VIII, 9-10). Verdaderamente son los egos los que nos hacen vivir de acuerdo a la carne y los que impiden que Cristo habite nuestro corazón.

Para alcanzar esa infinita dicha debemos luchar incansablemente en contra de esos egos pecadores, ofreciendo nuestros cuerpos en sacrificio vivo (Rom XII, 1) . Este sacrificio vivo implica la lucha contra el ego pecador. Esta lucha contra el pecado está manifestada en el mandamiento de Nuestro Señor: "El que quiera seguirme que se niegue a si mismo...". Esa negación del "si mismo" es la negación del ego. El ego es la causa de que nuestra conciencia se encuentre dormida. Nuestra conciencia no puede expresarse porque somos víctimas de las circunstancias, títeres de los egos, yoes, demonios o defectos.
La humanidad entera es manejada como un títere, controlada por los egos.
El cerebro es un órgano transmisor, él recibe las órdenes y las distribuye al cuerpo según el defecto que domina nuestra mente en ese momento. El cerebro es el centro que controla el cuerpo físico.

Por esta causa es indispensable que nosotros conozcamos a estos egos o demonios que habitan en el interior de nuestra psique. Estos son innumerables. pero han sido agrupados tradicionalmente en siete principales que se han concocido en diversas tradiciones o culturas como "el mounstruo de siete cabezas". Estos siete demonios son, cada uno, cabeza de legión: Orgullo, Avaricia, Gula, Lujuria, Pereza, Envidia e Ira. Estos son los siete demonios que Cristo eliminó de la Magdalena (Marcos 16, 9 y Lucas 8,2).

Un verdadero cristiano tiene potestad para comprender estos demonios y eliminarlos de su psique por el poder del Cristo, por eso se nos dice: Reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar a los espíritus malignos... (Mateo X,1) .

El conocimiento de estos pecados capitales era de conocimiento común entre los primeros cristianos ya que sin dudas trabajaban concientemente en su estudio psicológico. Un verdadero cristiano es su propio psicólogo. Ese es el sentido de la auténtica METANOIA del cristianismo primitivo. La comprensión de estos agregados nos permite que, posteriormente, Cristo pueda eliminarlo de nuestra psique.

Posteriormente los padres de la iglesia se refirieron a ella en muchas ocasiones, permaneciendo en la doctrina de la Iglesia Católicaa a través de los escritos de Santo Tomás de Aquino (I-II:84:4), San Buenaventura (Brevil., III,ix) y San Gregorio el Grande (Lib. mor. in Job. XXXI, xvii). Resultará curioso que en algunas escuelas cristianas antiguas se menciona incluso ocho pecados capitales: San Cipriano (De mort., iv); Cassian (De instit. cænob., v, coll. 5, de octo principalibus vitiis); Columbanus ("Instr. de octo vitiis princip." in "Bibl. max. vet. patr.", XII, 23); Alcuin (De virtut. et vitiis, xxvii y sgtes.) . Esta poderosa energía es el Miedo que, es también un agregado psíquico casi tan poderoso como los siete principales, y un gran obstáculo para la redención.
Los agregados psicológicos son un manojo de pasiones, deseos, temores, odios, egoísmos, envidia, orgullo, gula, pereza, ira, apegos, sentimentalismos, etc.
Así como el agua se compone de muchas gotas, así como la llama se compone de muchas partículas ígneas; así el EGO se compone de muchos Yoes. El Ego es múltiple, pluralizado, es por esto que el animal intelectual no tiene continuidad de propósitos porque no tiene un centro de gravedad permanente. Negar la multiplicidad de yoes, es negar las íntimas contradicciones, los innumerables cambios que nos suceden.
El Yo es la causa del dolor. El dolor no puede perfeccionar a nadie; si el dolor perfeccionara ya toda la humanidad sería perfecta. El dolor es el resultado de nuestros propios errores. El Ego comete muchos errores y cosecha el fruto de esos errores.
Pero la humanidad esta indefensa. Por culpa de los defectos sembramos nuestro propio dolor: cárcel, muerte, violencia, hogares separados, etc.
Un defecto de la ira nos hace matar y pagamos 10 o 15 años en una cárcel. Otro defecto nos hace engañar a una mujer, después mandamos a abortar a nuestro propio hijo, pero mas tarde lo pagaremos con la misma moneda, pues como dice el Cristo: “CON LA VARA QUE MIDES SERÀS MEDIDO”. Si una mata morirá al nacer en la próxima vida para pagar ese aborto.
Por un defecto de ira, por una insignificancia, se pelean los esposos, sufren los hijos y se separan los hogares.
Lamentablemente a causa de que "no hay ninguno justo entre los hombres" como afirman las escrituras, a causa del ego cualquiera puede ser de la noche a la mañana una víctima terrible de las circunstancias. Podemos ser sacerdotes, predicadores, pastores, cenobitas, salmistas o catequistas; pero en el momento menos pensado, nos podemos convertir en violadores, asesinos, estafadores, ladrones, infieles, etc. Basta dar un vistazo a la crónica policial de todos los días para comprobar esta triste realidad. No bastan las aromáticas flores de la fe, es precisa la espada de la voluntad para enfrentarnos contra la legión de yoes o demonios que habitan en nuestro interior.
Cada idea, cada sentimiento, cada movimiento, cualquier sensación, cualquier deseo, etc., son simples manifestaciones psicológicas de yoes distintos, que nunca están ligados entre sí, ni coordinados en modo alguno. Tal yo sigue mecánicamente a tal otro y algunos hasta se dan el lujo de aparecer acompañados, pero sin orden ni sistemas.
Por eso, es necesario disolver el "Yo Pluralizado" volverlo cenizas, pero tenemos que conocerlo, estudiarlo en los 49 departamentos subconscientes, simbolizados entre los gnósticos por los 49 demonios de Jaldabaoth.
Si un doctor va a extirpar un tumor canceroso, necesita primero conocerlo. Si un hombre quiere disolver el Yo, necesita estudiarlo, hacerse conciente de él, conocerlo en los 49 departamentos subconscientes.
Cada pecado es un rostro distinto del Ego . Lo curioso del Ego es que, aunque hay una cabeza principal, cada rostro tiene personalidad propia y lucha por controlar todos los aspectos del individuo, por eso veremos que al principio resulta complicado lidiar con los Pecados Capitales porque los veremos en todas partes.
El trabajo con los Pecados Capitales no acaba hasta que el mismo Ego muere. A esa acción de liberación se le conoce como “decapitación”. Hasta ese momento, es importante primero comprender cada ego, cómo actúa y por qué. Cada rostro del Ego tiene una enseñanza, nos viene a indicar cosas como que no seguimos los ritmos naturales de la vida, que tenemos un vacío energético por llenar, que hay una herida por sanar, etc, etc, etc…Cada ego eliminado engendra un conocimiento que pasa a ser atributo de la Conciencia.
Para inicar este proceso necesitamos hacernos conscientes, despertar la esencia que palpita dentro de nosotros y estudiar detenidamente los defectos de nuestro interior.
La humanidad se encuentra ante un callejón sin salida pero la GNOSIS ha abierto las puertas del conocimiento espiritual para liberarnos del dolor.

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